Capítulo 7

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A pesar del vino, la enormidad de lo que estoy por hacer me abruma. No puedo dormir. Acabo dando vueltas, demasiado asustado de perder la conciencia. Veo a los tributos en mis sueños, y estar en el Capitolio lo hace diez veces peor. Los niños con rostros hambrientos, cuerpos demacrados, ya que mueren de hambre con las condiciones del desierto. Niños arañando su garganta, sus caras volviéndose azules mientras luchan por respirar, envenenados. Niños con sangre goteando de su piel, acuchillados o apuñalados o golpeados hasta la muerte. Cada vez,  justo cuando creo que lo peor ha pasado, la perspectiva cambia y yo soy el chico muerto de hambre o asfixiado o sangrando hasta morir.

            Sé que les prometí a los chicos que me quedaré suficientemente sobrio como para ayudarlos, pero la culpa hace que sea tentador romper esa promesa. Quiero olvidar la culpa. La culpa de no poder salvar a los niños del Distrito 12 de los 23 años que he sido mentor. La culpa de que Peeta o Katniss, o los dos, van a morir en estos Juegos. La culpa de que todavía estoy vivo, cuando yo sólo soy un hombre de mediana edad barrigón que bebe para olvidar las cosas que suceden fuera de mi pequeña burbuja feliz, mientras que los niños con toda la vida por delante terminan sacrificados por el bien del entretenimiento.

            A la mañana siguiente estoy agotado, pero me arrastro fuera de la cama. Hoy en cuando empieza mi verdadero trabajo. Hoy mis tributos comienzan a entrenar. Me visto lentamente y camino a desayunar a un ritmo muy lento. Tal vez si voy poco a poco el tiempo suficiente se detendrá y los Juegos no empezarán nunca.

            Cada año sigo esperando alguien que intervenga, o que la gente del Capitolio se diera cuenta de lo bárbaro que es robar a nuestros hijos y hacerlos luchar. Quiero que se levanten en contra de su propio gobierno amado y nos liberen de esta pesadilla. La gente del Capitolio está demasiado cómoda con su vida, y la gente que se siente cómoda es complaciente. Incluso ellos están bajo el control del gobierno, si se dan cuenta o no.

            Se ha hablado de la rebelión de los Distritos por años, burbujeando bajo la superficie, pero no llegará a pasar. El único contacto con el exterior que tenemos con otros distritos es a través de los mentores de los Juegos, y en cualquier momento que estamos juntos, estamos bajo vigilancia constante. No estaría bien que incitáramos a una rebelión cuando se supone que debemos supervisar el asesinato de nuestros niños. Cada palabra susurrada es silenciada; cada nota que se pasa es arrebatada por el Agente de la paz más cercano.

            Entro en la habitación justo detrás de Peeta y empiezo a cargar mi plato con comida. Katniss se ve molesta, y yo sigo su línea de visión para averiguar qué es lo que la molesta tanto. Ella está observando a Peeta y después a sí misma, y me lleva un minuto darme cuenta de que están vestidos con la misma ropa. Como un equipo. Ella no se ve feliz por eso, pero igualmente no dice nada, así que me imagino que Cinna y yo hemos ganado esta pelea por ahora.

            Me sirvo tanto guiso como me es posible comer y trago un par de tazas de café antes de sacar mi petaca y tomar un largo trago. Bien. Ahora, que empiece el plan del día de hoy.

            — Ahora, pongamos manos a la obra. Entrenamiento. En primer lugar, si quieren, puedo entrenarlos por separado. Decidan ahora. — Nunca me he ofrecido para entrenar a los niños juntos, pero quiero trabajar con Cinna para hacer que estos dos quieran trabajar juntos.

            — ¿Por qué nos entrenarían por separado? — pregunta Katniss. Eso es exactamente lo que quiero oír. Incluso Katniss, quien parece querer ir libre, está inconscientemente comprando la idea del Distrito 12 como un equipo. Antes de que ella se dé cuenta, Cinna y yo la tendremos pensando que trabajar en equipo fue su idea.

A través de los ojos del mentor. «Los Juegos del Hambre»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora