La calma antes de la tormenta

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Luego de la visita del Hitman, porque el acuerdo era asesorar a la niña en cuanto a su entrenamiento hasta que su actual pupilo estuviera preparado y le demostrara que ya no le necesitaba, Tsuna volvió a las malas a la normalidad de su rutina diaria y lamentablemente con la llegada de Nono eso significaba tener que soportar a su padre y los intentos de acercarse a ella.

No es que el sujeto fuera desagradable o poco atento con ella últimamente, pero la verdad es que para ella la herida ya estaba hecha y no quería volver a arriesgarse una vez más con eso, aun si todos sus instintos de niña le dictasen lo contrario.

Parte de crecer a las malas mentalmente era aprender a suprimir sus emociones y parte de sus deseos, tenía que ser demasiado cautelosa aun con ella misma.

-Tsuna-chan, te deje todo lo necesario para tu bento de mañana- dijo la mayor cuando la vio ir a la cocina a buscar un plato de cereal a pesar de la hora que era.

-Gracias-fue todo lo que dijo.

No era que Nana no le gustase o le importase hacerle el bento a la niña, pero desde que Tsuna pudo hacer por ella misma había exigido (porque no le servía pedirlo a las buenas con ella) ser ella quien se preparara su propia comida, Nana solo cedió con la condición de dejarle lo más complicado hecho la noche anterior para ella, desde entonces que ese dialogo se llevaba cabo continuamente, bueno, al menos desde que ella debió quedarse en casa obligatoriamente.

Vio como la niña se llevaba el plato de cereal con leche a su cuarto en el segundo piso y al no verla más en su rango de visión no pudo contener más el aire que inconscientemente estaba reteniendo; había intentado muchas veces volver a tener una relación más cálida con su cachorra, pero luego de tanto tiempo y ya con el daño hecho, tenía que admitir con dolor que no era posible, no podría tener esa relación incondicional entre una madre y su cachorro, ese lazo que parece indestructible pero no lo es, así que de ahora en más a lo máximo que podía aspirar en unos años más era que su hija no la mirara con ese odio que parecía haber en su alma.

Se acomodó en el sofá y respondió el mensaje de texto de su esposo, estaba al parecer en el súper y quería saber si ella necesitaba algo o tenía algún antojo en particular.

Acarició suavemente su vientre, su ya no tan pequeño vientre de cinco meses de embarazo, este segundo cachorro, un milagro considerando que el médico le había dicho que luego de Tsuna no podría gestar otro más, desde que se supo que pronto su familia crecería, la noticia había volado por todos lados y lamentablemente ella temía que la información llegara a oídos no deseados. Tenía que cuidar a su cachorro nonato, ese pequeño ser tenía el poder de desestabilizar la balanza totalmente para bien o para mal.

Una patada la volvió a la realidad, su sonrisa se hizo más ancha, era más activo que Tsuna, como si quisiera que el mundo supiera que existía, posiblemente más adelante la pequeña o el pequeño fuera muy inquieto.

Había hablado con su esposo y entre ambos habían acordado una cosa: no volverían a cometer el mismo error dos veces, así que desde ahora ella se quedaría con los niños todo el tiempo, tal vez fuera necesario que se mudaran a Italia luego del parto para evitar que Iemitsu estuviera demasiado lejos de casa y de los niños, pero al menos ella siempre estaría presente para ellos.

No dejare que pongas en dudad el amor que mamá te tiene, pensó mientras acariciaba a su vientre, puntualmente donde otra patada había sido dada.



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Al parecer las cosas en la vida de la pequeña Tsu no son tan sencillas.

¿Que pasara más adelante?


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