Capítulo 08

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Lo que sea necesario

Fue una noche difícil para todos, pero mucho más para Tamara. Tuvo que despedirse de su hermana sin poder al menos ver su cuerpo, tratamos de darle la despedida que merecía, pero no estuvimos ni cerca de poder lograrlo.

—¿Cómo esta tu mano? — pregunta Víctor secando su cabello con una toalla, acercándose lentamente a mí.

—Estará bien.

—¿Y tú?

Suspiro y bajo la mirada. En realidad, no lo sé. Es algo de lo que no puedo deshacerme de la noche a la mañana, es una lucha constante por mantenerme de pie y no doblegarme ante la profunda tristeza y el incesante dolor que agobia mi pecho día y noche.

—No lo sé... — confieso.

Deja la toalla en la silla del pequeño escritorio y toma asiento a mi lado.

—Solo habla conmigo Alex...

Lo miro unos segundos, el brillo en sus ojos me transmite paz, su presencia tranquilidad, como si todo lo que me agobia solo desapareciera y solo quedáramos él y yo suspendidos en el aire.

—Es hora de hacer un plan — digo entrando a la cocina, donde Tamara y alguna de su gente descansan.

Después de hablar con Víctor supe que debía hacer algo, por los que ya no están, y por los que aún quedan aquí, en medio de una guerra a la que no pidieron ser invitados.

—Te escuchamos — dice una chica morena desde un rincón de la habitación.

Suspiro y me acerco a la mesa —Primero, debemos llegar a Illinois. Mi padre está ahí.

—¿Y eso en que nos beneficia? — pregunta un joven castaño, tal vez de unos tres años mayor que yo, su rostro no muestra ninguna expresión, sin embargo, sus palabras muestran desinterés ante el tema.

Lo miro. Sus ojos oscuros permanecen sobre los míos, esperando por una respuesta, mientras sus brazos cruzados me dejan en claro cuál es su postura ante la situación.

Apoyo mis manos en la mesa y me inclino levemente sobre esta —Necesitamos la información que él tiene.

—¿Por qué estás tan segura de que hay algo que él puede decir que nosotros no?

Lo miro confundida y luego miro a Tamara buscando una respuesta en ella, sin embargo, solo da un paso al frente y toma delicadamente el brazo del castaño, haciendo que este retroceda sin decir nada más después de intercambiar una mirada con la morena.

Recupero mi postura y mantengo mi mirada sobre Tamara, esperando que diga algo, cualquier cosa, pero no sucede, así que vuelvo a hablar yo: —¿Qué no me estás diciendo?

Suspira y baja la mirada —Tu padre jugó un papel fundamental dentro de todo esto.

—¿A qué te refieres con eso?

—Eres un experimento... en teoría — Se encoje de hombros —. Tu padre descubrió un gen especial... diferente en ti, así que comenzó a investigar y...

—A usarme como su rata de laboratorio — digo reprimiendo las lágrimas, el coraje que le ha dado un vuelco a mi estómago y me hace querer vomitar.

Mi propio padre ¿Qué más puedo esperar de él?

—Alex, debes hablar con él, es el único que conoce la verdadera parte de la historia.

Niego repetidas veces, me niego a la idea de tener que verlo después de esto. Como podre siquiera pararme frente a él y esperar a que me explique cómo fue que experimento conmigo, me sentía culpable y tenía miedo de su reacción cuando se enterará de lo de mi madre, de lo que Emiliano, pero ahora, no sé qué pensar, que esperar.

—Debemos ir a Illinois — dice Tamara —. Tu padre es nuestra única esperanza para lo que viene.

—¿Lo que viene? — pregunta Víctor detrás de mi confundido y preocupado.

—Eva eligió a los humanos como portadores del virus porque nos adaptamos, fácil y rápido. Más rápidos, más inteligentes, pronto seremos presa fácil y ninguno sobrevivirá si no los detenemos antes de que comience — explica con paciencia —. No es momento de enemigos, de odio, de rencores, no es momento de enfocarnos en problemas del pasado, es momento de hacer lo que tenemos que hacer para cambiar todo esto, para sobrevivir y con suerte, comenzar a vivir de nuevo.

Suspiro con pesar mientras aprieto la mandíbula con fuerza. Tiene razón, no estamos para negarnos a la ayuda de todo aquel que pueda brindarla, sin embargo, eso no hace que esto sea más fácil, no hace que aceptar ver a mi padre no me cause dolor y rabia.

—Tienes razón — murmuro —. Nos iremos mañana a primera hora, el día de hoy nos concentraremos en buscar todo lo que nos sirva y descansar lo más que podamos.

Tamara asiente y luego sale de la habitación sin decir una palabra más. Toda su gente sale detrás de ella, dejando solo a Víctor y Emma haciéndome compañía. Ambos se mantienen callados, sin saber que decir para reconfortarme tal vez, hacerme sentir menos miserable, pero esta vez, no hay nada que puedan decir o hacer.

—Estoy bien — susurro —. Solo necesito estar sola.

Ambos permanecen en sus lugares unos segundos, dudando, pero después los escucho salir sin que sus labios dejen salir ni una sola palabra.

—No quería sonar muy rudo —dice la misma voz varonil que ya había escuchado antes.

Giro sobre mis pies y me cruzo de brazos.

—No sé cuál es la versión de tu padre — se encoje de hombros —. Todos estamos desesperados.

Alzo una ceja, mirándolo con incredulidad —Todos estamos desesperados, pero eso no es justificación para herir a las personas.

Asiente y baja la mirada —Mi error — admite.

—No sé porque razón haces esto, solo te pido que no te metas conmigo o con mis amigos — digo sin apartar mi mirada de sus ojos —. Aclarado eso, nos vamos mañana a primera hora.

Zona cero: Entre sombras©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora