Prólogo

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Si me hubieran dicho que mi vida terminaría aquí, en el suelo, cubierta de sangre de otra de las personas que más amo, jamás lo habría creído, ¿Quién lo haría?

Resulta imposible creer algo a lo que te niegas a renunciar, a lo que te aferras ciegamente, al horror del cambio y sus consecuencias. No aceptas el dolor, no lo haces porque crees ingenuamente que eso te dará la oportunidad de que las cosas serán diferentes.

No sentí verdaderamente el dolor hasta que le recé a Dios, le suplique porque el dolor parará, incluso me conformaría con que solo disminuyera. Jamás creí que sería tan valiente como para estar parada aquí, sepultando a la persona que más amé... la persona que más amo.

Todos ahora me dicen que sea fuerte, que el dolor pasará y yo estoy preguntándome una y otra vez, ¿Como pueden decir eso?

El dolor jamás pasará, no lo hará, y tampoco disminuirá, solo se esconderá, bajo la falsa ilusión de aceptación, de resignación. Se esconderá detrás de esos momentos en los que creas ser feliz, donde verás a tus amigos casarse, en el momento que disfrutaras un desayuno con tu padre y tu hermano, el regreso a clases. Se esconderá solo para hacerse más fuerte, esperará hasta verte vulnerable y te envolverá en una fuerte llama que te consumirá lenta y dolorosamente al ver su retrato, al volver a tu memoria un recuerdo que viviste a su lado, al escuchar su nombre, al extrañar su voz y entonces te darás cuenta de que el dolor jamás pasará, entonces te resignas no a la ausencia de esta persona, si no que te resignas a la presencia del inmenso dolor que esta te dejó.

Zona cero: Entre sombras©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora