Capítulo 07

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Héroes

La noche es silenciosa desde el balcón de una de las casas vecinas. Después de hablar con Tamara necesitaba un tiempo a solas. Hay tanto dolor en mí y se que no soy la única que lo siente, pero, soy la única a la que parece doblegarla. Todos a mi alrededor parecen saber cómo manejarlo, parecen tan fuertes, en cambio yo, cada vez me siento más perdida, más alejada de lo que soy y de lo que debo hacer.

Me estoy ahogando tan rápido en mi propio mar, me estoy ahogando y ni siquiera estoy intentando nadar hacia la orilla. Me estoy ahogando y lo único que puede hacer es ver.

Los pensamientos en mi cabeza me atormentan obligando a las lagrimas a salir una vez más y hacer su recorrido por mi rostro. Aprieto los puños y niego intentando dejar que mis pensamientos me hagan más daño, pero una vez que empiezan, no pueden detenerse. Todo vuelve a mí. La sangre en mis manos, las muertes, el caos, las mentiras, la traición, todo esta de nuevo ahí, como madera que aviva la llama del dolor, la llama que me abraza y me quema.

Suelto un grito de frustración y comienzo a tirar las cosas sobre los buros, arranco los cuadros que cuelgan de las paredes. Me detengo furiosa frente al espejo y miro lo que soy, un fracaso. Aprieto la mandíbula con odio y los puños una vez más. Me miro un par de segundos y después, impacto mis nudillos contra el cristal haciendo que este se parta en mil pedazos.

—¿Alex? — me llama Víctor un par de metros detrás de mí.

Mi mano esta temblando, cubierta de sangre, pero nada ha servido para calmar mi tormenta interna. Sigo enojada, sigo frustrada, decepcionada, todo sigue ahí, incluso el dolor.

Víctor se acerca rápidamente y me abraza por la espalda mientras las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos sin cesar.

—¿Qué es lo que haces Alex? — murmura mientras sus delicados dedos taman mi mano para poder revisarla.

—No puedo... — susurro —. No puedo con tanto dolor.

—Debes tranquilizarte ¿Sí?

Niego —Mis manos están manchadas Víctor, al igual que mi alma.

Me hace girar y me mira con el ceño fruncido —¿De qué hablas?

Bajo la mirada —Yo la mate... — confieso con un hilo de voz apenas perceptible —. Yo maté a Broke.

Sus pupilas se dilatan, pero su expresión no me dice nada, solo permanece ahí intentando comprender lo que mis labios acaban de formar. Una confesión de asesinato hacía nuestra salvadora.

—Alex, la culpa no es tuya.

Bajo la mirada y niego —No lo entiendes, yo la asesine. Ella me pidió que lo hiciera después que me confesara que uno de esos monstruos la infecto. Me lo suplico Víctor.

Sus brazos me envuelven, pero no dice nada, solo intenta tranquilizarme, pero su silencio me esta matando, necesito que diga algo, lo que sea.

—Le diste la muerte que merecía después de todo lo que hizo por la humanidad. Ella no merecía convertirse en una de esas cosas, al menos tuvo lo último que pidió, lo que necesito en su último momento se lo diste tu y no la abandonaste.

—Creo que pude haberla salvado... — susurro al recordar lo que Tamara me dijo —. ¿Y si pude hacerlo?

Suspira. Su mirada es profunda, pero sincera, sus ojos casi me dicen que todo estará bien, incluso aunque no lo vaya a estar.

—Alex, la salvaste y no puedes culparte por haber hecho lo que cualquiera en tu lugar, hubiera hecho.

Cierro los ojos y me apego a su cuerpo, me quedo dentro de su calidez, me pierdo en su perfume, en sus palabras, en su respiración y sus latidos tan tranquilos.

—Merece un adiós, uno que le podamos dar todos.

Sin abrir los ojos, sin moverme un centímetro, me limito a asentir.

El patio fue decorado por un camino de flores y velas que la gente de Tamara logro conseguir de algún lugar. El camino comienza desde la puerta trasera de la casa, hasta donde se asoman los primeros arboles que conforman el inmenso bosque.

—Mi hermana hoy tiene el camino que la guiará a casa, la luz que la mantendrá alejada de la oscuridad y el amor que la mantendrá viva por la eternidad.

Todos comienzan a colocar una rodilla en el suelo y bajar la cabeza en forma de honor. Sin embargo, antes de hacerlo, hay unas palabras que necesitan salir de mi pecho.

—Broke no solo salvo una vida, si no la de millones. Fue la persona más valiente y fuerte que he conocido, dio su vida por la única razón que conocía, la luz. Esa luz que había dentro de ella y que comenzó a esparcir, en mí, en mis amigos, en cada uno de ustedes. Haremos que su sacrificio no sea en vano, haremos que sea recordada como lo que fue, una heroína.

Zona cero: Entre sombras©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora