Mala idea
—¿Estás bien? — pregunta Víctor una vez que volvemos al campamento.
Me detengo y lo miro de manera distraída —Si — me limito a decir.
—Los dejaré hablar — dice Emma mientras continua su camino —. Nos vemos después.
—Se que justo ahora tu cabeza es un mar de pensamientos, al igual que tu corazón de emociones.
Dejo caer mis rodillas al piso ignorando el dolor que esto me causa, con la mirada perdida me repito una y mil veces.
¿Cuál es el punto?
Víctor inmediatamente se sienta detrás de mí y me cubre con sus brazos, recuesto mi cabeza en su hombro y cierro los ojos.
—Estoy aterrada.
Siento como su cuerpo se tensa, pero lo único que hace es acariciar mi espalda formando consecutivos círculos imaginarios.
—¿Te digo un secreto?
Asiento débilmente, sin siquiera tener las fuerzas suficientes para hacer que me entienda bien. Sin embargo, lo hace, y solo continua.
—He estado aterrado desde que todo esto comenzó. Cuando perdí a mis padres creí que todo terminaría ahí, todo lo que yo soy, terminaría con ellos, sin embargo, había algo más que hacer, llevarte a salvo con tu madre y hermano, así ocurrió. Seguir cada uno de tus pasos me ha mantenido vivo, voy a seguirte, hasta el final, hasta donde mi vida acabe.
Giro mi cuerpo quedando frente a él, sus palabras han sido realmente conmovedoras, hace tiempo que solo escucho sus consejos, su motivación, pero no como se siente, no como la ha pasado desde que todo comenzó a desmoronarse a pedazos. Escucharlo hablar me ha resucitado, conocer su sentir me ha dado aliento, verlo a los ojos, me ha dado fuerza, esa que creí extinta en mí.
—Escuchar cómo te sientes, es lo mejor que me ha pasado hasta ahora. Habías guardado tanto tu sentir y aunque fue por un corto lapso de tiempo, me abriste tu corazón.
Sonríe y permanece en silencio, al igual que yo. Solo nos mantenemos cerca, respirando al compás, viendo nuestras almas a través de nuestros ojos, derribando cada barrera que se estuvo construyendo por un largo tiempo, nos mantenemos inertes a la realidad, nos mantenemos en sintonía, sintiendo al otro como casa.
Mi mente comienza a formular cientos de preguntas ante esta situación, lo que me confunde y me orilla a romper la armoniosa pequeña burbuja de paz y tranquilidad que nos rodeaba.
Bajo la mirada —Deberíamos descansar, mañana será un día largo.
Se pone de pie con nerviosismo —Tienes razón — me tiende la mano y la tomó para levantarme del suelo.
Mis horas de descanso se ven interrumpidas cuando una mano grande y varonil se posa sobre mi boca, haciendo presión sobre esta evitando que mis labios se separen y dejen así salir cualquier grito o ruido.
Abro los ojos de golpe, estos no tardan en acostumbrarse a la tenue iluminación, logrando así, ver a Max frente a mis ojos.
Una vez que sabe que lo reconozco, aparta su mano de mi rostro e incluso retrocede un par de pasos.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo llegaste? ¡¿Nos seguiste?! — cuestiono entre susurros.
Niega —Siempre he sabido donde se encuentran.
Me siento en la cama y permanezco mirándolo, juzgándolo, cuestionándolo, esperando por una acción, cualquiera, pero no hace nada más que permanecer parado viéndome.
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Zona cero: Entre sombras©
Science FictionUno cae al abismo y pierde la esperanza, el valor, se sumerge en la pesada oscuridad, se refugia en el silencio del corazón, se ciega de odio y es lo único que lo impulsa a seguir, tu fuerza se desvanece, pero se ve reemplazada por el rencor. Este...