Intercambio lunar

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_Oye, imbécil despierta!!!

Dijo el pelirrojo sacudiendo con fuerza el hombro del peliplata.

Juban estaba como todas las mañanas, colmado y eso era beneficioso para los planes que quería llevar a cabo Rubeus Black.

Se había metido sigiloso y audaz, para sacar de allí a su gran dolor de cabeza.

Luego de que su esposa comentara lo sucedido en Moonlight, tuvo que cambiar drásticamente sus planes. Además de realizarlos solo, porque sus dos compañeros sólo se habían dedicado a echarse en su sillón como dos perros sarnosos. La peliverde lejos de importarse por su amado tirano, ahora había despertado su instinto maternal y su adorable primo no era de los que le  importara mucho un hermano.

_Que pasa?

El peliplata despertó confundido, lo miraba con sus ojos entrecerrados, tomandose su abdomen.

_Nos vamos, es ahora o nunca.

Arrojo hacia él, un portafolio médico con ropas.

Rubeus lucía una bata médica, estetoscopio colgado a su cuello y traía unos informes en su mano que jamás podría descifrar.
El peliplata se levanto con dificultad ante su tranquila mirada.

_Podrías ayudarme, estúpido!

_Podría, pero no lo haré, vigilo la puerta, hay sólo una agente, no te imaginas quien es.

Black resopló con enojo, logrando ponerse de pie para comenzar a caminar.

_No me importa en lo más mínimo, si hay que matarla lo haremos y listo, que más da.

Se vistió con las ropas que le trajo el pelirrojo. Siempre con la seriedad plasmada en su rostro, sólo le resulataba placentero reír cuando haría algún daño.

_Es Makoto kino.

Y en ese momento si, sonrío como acostumbraba, irónico y despiadado.

_Es nuestra obligación acabar con ella, dame un arma.

Su mano se movía rápidamente, esperando que depositara una pistola en ella.

_Eres estúpido o sólo te haces, esa mujer revisa hasta tu trasero cuando entras aquí.

_Sera a la antigua, haré crujir su cuello con mis propias manos.

La castaña no sospechaba los planes que se urdían dentro de la habitación que ella vigilaba como un tesoro. Ya casi era hora de su relevo, esperaba ansiosa ver por un instante nada más, al dueño de sus ardientes deseos.

.

.

.

Mamoru no espero ni un sólo instante y abrió bruscamente la puerta de la habitación de su princesa.

Ella sentada en el piso de la habitación acariciaba a su pequeña mascota.

_Verdad que si Diana?

Dijo mientras la alzaba y miraba con una gran sonrisa.

Dulces sueños princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora