XV

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  ***

 Era de madrugada cuando el disturbio la despertó, el hombre que la custodiaba entró bruscamente a su habitación y la sacó rápidamente de ahí.

 -¿Qué pasa?.- preguntó Nuria corriendo detrás del hombre y viendo como todos salían de sus puestos y se iban juntando en la sala principal.

 -Es un ataque sorpresa.- sintió que se estaba por desmayar, su estrategia no estaba lista, su estómago se cerró pensando que su vida estaba en riesgo.

 La llevaron hasta la biblioteca de Mateo, donde estaba él, su aprendiz y Luciano, luego, se fueron.

Todos en el lugar comenzaron a hablar al mismo tiempo, sacando conclusiones en las que ninguno coincidía, solo una, que esto era la gota que rebalsó el vaso, y que cuando saquen a los que atacaron, irían a la guerra ese mismo día.

 Nuria no podía soportar estar encerrada sin hacer nada, pero, ¿que podría hacer ella?, no tenía conocimientos de nada, no podría ayudar, solo molestar.

 Daba vueltas por todo el lugar, no podía creer como los otros mantenían la calma, mientras ella parecía un animal enjaulado, ellos solo se sentaron y miraban el techo, como si estuviesen esperado que los atiendan en algún lugar.

 Resignada se sentó bruscamente en una silla, escuchaba gritos, peleas, cosas que no entendía, ¿que haría su padre?, seguramente lo mismo que los otros, pero una imagen se le paso por la cabeza, una persona en especial, parecía una película, primero su pelo negro atado en una coleta, su espalda, y como giraba su cabeza para ver ese rostro angelical, su mejor amiga, era sin duda, la persona que más extrañaba, y ella sabía lo que haría en ese momento, saldría de ese lugar, tomaría cualquier cosa, y recuperaría el castillo en menos de dos minutos. Una lagrima se deslizo por su mejilla, extrañaba las aventuras con ellas, sus locuras, sus enojos pocos frecuentes, en especial como sembraba el terror en la gente cuando se ponía seria. Seguido de todos esos sentimientos, recordó como su padre la obligó a cortar toda la relación con ella y como sufrió esa separación.

 No quería estar sentada, no quería ser inútil, la gente de ese lugar, en especial Alexander, la ayudaron mucho, se levantó, iba a hacer algo.

 Luciano la miro confuso, y su cara se convirtió en un poema cuando abrió la puerta y se fue.

  Se levantó de un salto y la siguió, si la mataban, lo mataban a él, y no era un buen trato.

 -¿Estás loca?.- gritaba detrás de ella.

 -No me quedare sin hacer nada.- dijo con paso firme, se comprometió a ser la estratega, iba a hacer algo.

 Fue hasta la sala del mapa, miro entre pequeños mapas hasta encontrar el del castillo.

 -¿Y ahora?, no sabemos como están divididos los vikingos.- preguntó Luciano apoyando sus manos en la mesa del mapa.

 -Es un buen punto, pero...- dijo mirando el mapa detenidamente y siguiéndolo con el dedo índice.-podemos hacer que nos busquen, es decir, hacemos que su ataque también sea una sorpresa.- Luciano la seguía mirando confundido.-A ver, una parte del ejército no esta luchando, los reunimos, y le damos lugares para esconderse en donde el ataque se esta dando más fuerte, por así decirlo.-

 Luego de entender la idea, comenzaron a buscar los lugares, la suerte es que era solo el castillo y no toda la capital, eso sería desastroso.

 Ahora, las tareas se separaría, Luciano reuniría y dirigiría a los hombres, y Nuria le avisaría a Alexander.

 Esquivar las zonas donde estaban peleando era fácil, los vikingos estaban bien organizados, sea quien sea el líder, no había que subestimarlo, dirigía maquinas de matar.

 El camino por el que se metió era silencioso y bastante tenebroso, le daban escalofríos a cada rato, quería salir de ese lugar lo más rápido posible y encontrar a Alexander, miraba a su alrededor, y los pasillos se dirigían a un lugar donde no había absolutamente nada, solo otros pasillos, ahora si, estaba completamente perdida.

 Comenzó a escuchar pasos, y cada vez más cerca, instintivamente empezó a retroceder, y el miedo se apodero de ella.

 Eso era un vikingo, lo reconocería a leguas, y el olor a sangre que emanaba no le gustaba, tenía una mirada fría, pero al mismo tiempo, llena de placer, y estaba segura que era debido a todo lo que estaba matando.

 El hombre tiró un hacha y ella por poco pudo esquivarla, trató de salir corriendo, pero ya estaba acorralada. Todo lo que sabía de defensa se esfumó, ya no era la misma que cuando recién llegó pudo golpear a quien le hizo mal, el terror que transmitía esa persona convertía el ambiente en el peor lugar en el que podía estar, se empezó a quedar sin aire y cuando de su cinturón sacó un cuchillo, todo se nubló, lo único que podía hacer era correr por el lugar, y no entrar a ningún pasillo, estaría en completa desigualdad en un lugar tan estrecho.

 Y así hizo, eso se volvió algo completamente extraño, corría por donde podía, esquivaba los ataques del hombre, pero le era imposible defenderse, eso era con lo que tendría que pelear, contra lo que debía luchar, hombres y mujeres fríos, usurpadores, con un nivel de pelea peligrosamente alto, y una persona, o más, al mando que se notaba su inteligencia, o eso hacían notar, organizar un ataque sorpresa, necesita un buen plan, y lo tenían.

 Pensar en eso y esquivar un loco tratando de cortarla no era una buena idea, y se dio cuenta tarde, cuando tenía el filo del cuchillo cerca de su cuello, pero un cuerpo grande se posicionó detrás de ella y una mano pasó por encima de su cabeza para tomar el cuchillo.

 Presenciar la muerte la dejo desorientada, mirando el cuerpo sangrando con un objeto punzante clavado en el medio de su frente, sangrando, la tomaron de los hombros y la giraron.

 Reconoció a Alexander, escuchaba  a lo lejos su nombre pronunciado por esa voz gruesa y firme, pero era incapaz de responder, o mostrar que lo escuchaba.

 Se sentía débil, pero no al punto de desmayarse, si no, de dejar de sentir sus extremidades, escuchar más fuerte los latidos de su corazón, sentir la sangre correr más rápido y más caliente, ni siquiera se dio cuenta que la habían cargado.

 Luego de quedar sentada en el piso de algún lugar del castillo, vio como entraba Mateo y luego Luciano, como hablaban con Alexander, todos parecían preocupados, ella los entendía, pero no su lengua parecía estar desconectada de su cerebro, como casi todo su cuerpo menos sus ojos.

 Mateo se acercó y pinchó su dedo, las reacciones y el dolor lo sentía, escuchó como el ermitaño explicaba que sus reflejos estaban bien, que solo se encontraba en un trance.

 La recostaron en una cama, oía como los tres estaban felices por ganar, parece que su estrategia si funcionó y pudo hacer una mueca, era horrible no poder hacer o decir nada, así que solo dormiría.

***

-No tuvimos que llegar con tu ''amo y señor'' hace, no lo sé, ¿DOS MESES?.- Preguntó Magdalena furiosa, la había tenido de posada en posada, y ya estaba cansada de caminar.

-Es un largo camino, pero lo que sucede querida.- dijo mirándola con igual furia.-Es que si una persona no hubiese armado disturbio en un bar, y no tendríamos que haber corrido a cualquier lado con tal de que no nos maten, no estaríamos en esta situación.- sentenció Erik. 

 -Ahora resulta que me haya defendido de unos idiotas, es la razón por la que nos perdimos.- respondió a la acusación.-Y en todo caso de que fuese así, tú conoces éstas tierras, no deberíamos estar así.-

 -Si, las conozco, y por eso, llegaremos en unos días, pero el motivo del atraso es tú culpa.-

 La discusión siguió un largo rato hasta que Erik decidió darle la razón para dejar de escucharla.

Atemporal: encuentro con el pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora