XXIX

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 Después de unas horas que Nuria ya no sabía que hacer, había revisado libros, cartas, los vestidos, hasta que por fin su amiga había entrado en la habitación suspirando.

 -Ese tipo va a arruinar todo, te lo aseguro.- dijo dejando a su amiga que estaba tirada cómodamente sobre un sofá en una esquina del cuarto.- ¿qué ibas a decirme?.- preguntó moviendo las piernas de Nuria, sentándose y colocándolas en su regazo.

 -El lugar al que fui era un burdel...- dijo y Magda la miró con una ceja levantada y gesto de que no le estaba diciendo nada.- con niños.- ahora su rostro había cambiado completamente.- me dieron un nombre, Leandro, parece que era el favorito de Allan, debemos encontrarlo.- 

 Magda suspiró y se dedicó a mirar un cuadro, mientras su amiga seguía contándole detalles del lugar, diciendo que probablemente un niño podría pedirle ayuda, pero ese detalle fue un incentivo a seguir investigando esa muerte, pero no por el pederasta, sino por esa gente, tal vez eso haga que se desmantele, aunque no del todo, la moral de las personas cambiaba por épocas, a ella le parecía aberrante imaginar un hombre de cincuenta con una adolescente de catorce, pero en ese tiempo era normal que los padres entreguen a sus hijas a esas personas.

 -¿Y cómo pretendes encontrarlo?.- preguntó y su amiga estaba pensativa.-lo único que se me ocurre sería ir de vuelta y preguntar por él.- 

 Nuria quedó pensativa mirando sus manos, era difícil encontrar personas en ese lugar, las pinturas no eran exactas y las que se conocían eran de aristócratas, así que si el tal Leandro era una persona sin linaje no había rastros de él.

 Por un momento pensó en que esos niños podrían ser de la alta sociedad, y que así, le darían atención al asunto, pero no tenía forma alguna de probarlo, solo la cara del pequeño, que ni era Leandro.

 -¿Y si vamos a la casa de tú amigo?.- preguntó Magda haciendo énfasis en ''tú amigo''.

  -Eso, vamos, ahora.- se levantó la más pequeña y bajo los insultos de la más alta, salieron por la ventana.

 Tal vez haber ido directamente al cuerpo de dos chicas era lo que más le servía, tenían mapas mentales, y conocían algunas personas, pero aún se preguntaban que sería de ellas cuando se vayan, por así decirlo.

 -Es aquí.- dijo Nuria viendo un gran edificio que parecía era una casa de solteros, pequeños apartamentos destinados a caballeros solos que estudiaban o trabajaban, donde por lo general se prohibía la entrada a mujeres.

 Antes de poder advertirle a su amiga ésta ya estaba casi discutiendo con el portero, que le negaba el paso, pero, terca como siempre, ella se negaba a irse.

 -Magda.- la llamó Nuria.- ven.- la alta lo miró amenazante al hombre que susurró un ''loca'' pero para sorpresa de la más baja, no se giró a ir a golpearlo.- hay un lugar por donde podemos entrar.- 

 Efectivamente, en la parte lateral del lugar había una puerta en el piso que llevaba al sótano, de allí subían unas escaleras y entraban directamente, a los pasillos del lugar. Nuria conocía el camino a la perfección, así que asumió que era una visitante común.

 Ambas se pararon frente a una puerta, la del apartamento de Allan, que obviamente estaba trabada.

 -Bien, atrás.- dijo Magda, y arremangándose el vestido levantó la pierna para patearla.

 -No es buena idea, no sabes las capacidades físicas de la otra Magda.- advirtió Nuria, que para, nuevamente su sorpresa, Magda desistió de golpearla.- ¿No lo harás? digo, siempre eres impulsiva y no me escuchas.-

Atemporal: encuentro con el pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora