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Chienna

Escuchar los reclamos de Chester no estaba siendo nada agradable, pero los aguantaba solo porque quería ver a Jay, y porque necesitaba que me cambiara la tarjeta de crédito; pero claramente mi mayor motivo era el rubio, hacía más de una semana que no teníamos ningún encuentro, pues él había estado tapado en trabajo.

En un momento pensé que él no quería quedar conmigo, pero aparté ese pensamiento de mi cabeza, él estaba haciendo un gran esfuerzo alejado de su familia y estando en convivencia con la caprichosa de Alexis, era obio que me quería y hacía eso por mí, no se merecía que desconfiara.

-Espero que tengas moderación ésta vez Chienna.-

-Lo siento Querido, pero cómo no tengo la atención que necesito en mi casa, me desquito yendo de compras.-

-¿"La atención qué necesitas"? No te alcanza con tener sexo dos veces a la semana ¿no?-

-Eres mi marido, no debería alcanzarme.-

-¿También viniste a reclamarme eso?-

-No, pero aproveché el paso.-

-Ya, toma la tarjeta y déjame trabajar.-

-Está bien, me lo debes Chester.-

Tomé la tarjeta de crédito, le di un beso al estúpido y salí de su oficina directo a la de Jay. La verdad siempre fueron suficientes los dos días a la semana de relaciones con Chester, pero al no estar con Jay durante tanto tiempo mi apetito sexual estaba elevado.

Cuando vi al rubio sentado en su escritorio mi mente voló, organizando papeles, su camisa blanca tenía los primeros botones desprendidos, la corbata estaba floja, se veía muy concentrado. Me acerqué a él sigilosamente y no pude evitar revolver su cabello y besarlo, él se sorprendió y hasta se asustó un poco.

-Chienna ¿Qué haces? Nos puede ver alguien.-

-Oh vamos, nadie nos va a ver. Te observé y mi mente no para de crear fantasías ideales para éste momento.-

-¿Acaso te has vuelto loca? Tu marido está a tres puertas de aquí.-

-Sábes que no me importa.-

-Pues a mi sí, no quiero que nos descubra. Y mucho menos el padre de Alexis.-

-Ya olvídate de todos, te necesito. Estaba pensando en no planear nada hoy, y salir juntos.-

Quise volver a besarlo, pero unos golpes provenientes de la puerta hicieron que él se separara de mi.

-Chienna, dije no. Y aléjate de mi asiento... Disimula.-

Me alejé del lugar en que me encontraba, Jay me miró de una forma extraña y luego fue a abrir la puerta. Y entró a la oficina Alan, mi pequeño sobrino.

-¡Hey campeón! ¿Qué haces aquí?-

-Hola, no tuve clases y me aburría así que pasé. Hola tía.-

-Hola Alan.-

-¿Los interrumpí?-

-No no, tu tía y yo solo hablábamos de Alexis.-

-Oh ¿Y estás muy ocupado? Porque estoy intentando aprender lo mayor posible de surf antes de subirme a una tabla, y quería hacerte un par de preguntas.-

-Ahora tenía que hacer una diligencia, pero luego me iba a casa. Si quieres puedes venir conmigo, le digo a Alexis y comemos los tres.-

-¡Si genial! Tengo que avisarle a papá.-

-Te acompaño.-

Jay tomó unos papeles y se dirigió a la puerta.

-Nos vemos señora.-

-Chau tía.-

-¿Adiós?-

Y se fueron, se fue olvidándose de mí, de mi existencia y de que yo era la mujer de su vida. Pero lo peor de todo fue cuando me llamó "Señora", sonó como si le hablara a una total y completa desconocida.

*-*

Alexis y Jay en multimedia 💕

ConcubinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora