[Capítulo 8]

149 28 30
                                    

Cuando regresaron a casa eran cerca de las una de la mañana, ya que se pararon a cenar en un restaurante cercano. No comieron en el Empire State porque Arthur no quiso que Alfred pagara más, así que bajaron del edificio y se fueron a comer a otro lugar cercano. De este modo, la noche pasó y llegaron a casa más tarde de lo esperado. Ambos fueron directamente a la habitación del americano y comenzaron a cambiarse. Arthur había dejado ya allí su pijama, viendo que al final su cuarto no lo iba a utilizar mucho. Alfred fue el primero en cambiarse y meterse en la cama, quien esperó a Arthur para dormir. Durante el resto de la noche el ángel había estado pensando en lo que le dijo al americano allí arriba en el rascacielos, y todavía seguía pensando en ello. No sabía cómo podía haberle dicho todo eso sin morirse de la vergüenza. Aunque lo estaba sintiendo con efecto retardado. Por suerte estaba de espaldas a Alfred y no podía ver su rostro levemente sonrojado. Para cuando se giró intentó que el sonrojo no se le notara y se metió también en la cama.

- Estoy agotado~ Vaya día.
- Sí...

Una vez que Arthur se metió, Alfred se giró un poco hacia su mesita para apagar la luz y se volvió de nuevo hacia el ángel para apoyar su cabeza en el pecho de este, como siempre. El ángel apartó un poco el brazo para dejarle sitio y lo dejó caer sobre la espalda del americano. Pero aún no podía dormir.

- ...oye, Alfred...
- ¿Hm?

El americano, con los ojos ya cerrados y bien cómodo para dormir, le respondió vagamente.

- No... No tengo sueño...
- Mm... ¿Quieres hablar un rato?

Ante su propuesta, Arthur se encogió de hombros, y acto seguido Alfred se incorporó un poco para poder verle, o al menos intentarlo. Ya que, tanto él como el ángel, lo único que veían eran leves zonas de sus rostros iluminados por la tenue luz de la luna que entraba por la ventana.

- Si tú quieres dormir hazlo, no quiero molestar...
- Da igual~ Yo tampoco tengo mucho sueño, la verdad.

Arthur se quedó mirándolo por unos segundos. El americano se encontraba medio recostado sobre él pero levantado lo justo para poder verse cara a cara.

- Está bien...

El ángel iba a incorporarse un poco también, pero Alfred lo detuvo volviendo a recostarlo sobre la cama mientras lo miraba sonriente.

- Quédate así. Ya sé qué hacer mientras hasta que cojamos sueño~
- ¿Eh? ¿El qué?
- Ponte boca abajo~

El americano se apartó un poco de él para que Arthur pudiera darse la vuelta, quien lo hizo algo confuso al no saber aún su idea.

- ¿Qué tienes en mente?

Lo miraba de reojo curioso al ver que se sentaba encima suya, más concretamente por la zona de su trasero. Este le respondió con una sonrisa juguetona y fue introduciendo las manos por dentro de su camisa, haciendo que un escalofrío recorriera el cuerpo del ángel mientras lo miraba algo nervioso.

- ¿A-Alfred? ¿Qué-?
- Voy a darte un masaje~ Y es mejor sobre la piel.

El americano le terminó de levantar la camisa hasta dejarla alrededor de su cuello, y acto seguido llevó las manos a sus hombros para comenzar el masaje. Arthur, al estar algo incómodo, seguía tenso y no sabía qué hacer mientras.

- Arthur relájate~
- Gm... Eso intento...

De repente sintió en su oído la respiración de Alfred y este le susurró divertido al sentir su cuerpo tensarse un poco más.

- Si no te relajas esto no servirá de nada...~

Se estremeció al escuchar su susurro y decidió apoyar la frente en la almohada escondiendo su rostro, con tal de que no pudiera ver su sonrojo. Así que, siguiendo sus indicaciones, intentó relajarse mientras le masajeaba los hombros y al final lo consiguió después de unos minutos.

My AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora