[Capítulo 11]

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El americano llevaba ya un rato junto a la cama donde dormía Arthur, sentado en una silla que se había llevado y mirando el móvil para entretenerse hasta que el ángel se despertara. Estuvo casi toda la tarde así, a excepción de cuando tuvo que irse a comer. Serían cerca de las ocho de la tarde cuando Arthur comenzó a despertarse, haciendo que Alfred dejase el móvil sobre la mesilla para centrarse en él. El ángel abrió lentamente los ojos y, cuando visualizó al americano a su lado, se incorporó un poco.

- ¿Ya estás mejor?
- Sí, tranquilo.

Arthur le sonrió un poco y a los segundos se dio cuenta de que no estaba en su habitación.

- ¿Mm? ¿Me has traído a tu cuarto?
- Ah sí. Tuve que traerte aquí cuando llegó el técnico.
- Oh cierto... ¿Ya está arreglado el baño?
- Sí~ Así que...

De repente Alfred se levantó y se acercó al ángel para cogerlo en brazos, mientras que este lo miraba algo sonrojado y confuso. Tuvo que agarrarse a su cuello a la fuerza para no caerse pero aquella cercanía era peor.

- ¿Q-qué haces?
- Llevarte al baño~

Antes de que pudiera reprocharle algo Arthur, el americano comenzó a andar hacia la habitación del ángel para llevarlo a su baño. Una vez dentro lo dejó en el suelo con cuidado pero no apartó las manos de su cintura, cosa que extrañó a Arthur, quien lo miraba cada vez más nervioso.

- B-bueno... Ya puedes soltarme...

Las manos del americano acariciaban suavemente su cintura y baja espalda mientras se iba acercando lentamente a él, sin dejar de mirar a los ojos verdes del ángel en silencio. Este tuvo que desviar un poco la mirada al tenerlo tan cerca, intentando evitar las tentaciones.

- A-Alfred, tengo que-
- Arthur, te quiero...

Ante la confesión repentina de Alfred, Arthur se quedó unos segundos en silencio mirándole y sin creerse lo que acababa de escuchar. ¿Era eso cierto? ¿O estaba teniendo alucinaciones? Poco a poco el sonrojo fue invadiendo su rostro, tal y como estaba el del americano nada más pronunciar aquellas palabras. Al parecer iba en serio. Arthur fue sintiendo un mariposeo en el estómago y quiso responderle, pero sabía que si lo hacía corrompería la regla fundamental de los ángeles. Su cabeza entró en un debate entre corresponderle o no, hasta que el americano decidió romper aquel silencio al ver que su ángel no levantaba la vista por un rato.

- ¿A-Arthur? ¿Estás bien?

Cuando Alfred llamó al ángel, este volvió a alzar la cabeza algo sobresaltado al sacarlo de sus pensamientos, y se encontró con la expresión confusa e impaciente del americano. Estaba esperando a su respuesta, mientras que Arthur aún seguía sin saber qué hacer.

- Y-yo...

En los segundos que estuvo mirándolo, se dio cuenta de que no sería capaz de negarse a esos dos ojos azules. Acabó cogiéndolo de las mejillas y besándolo, dejando salir todo lo que sentía en aquel beso que el chico no tardó mucho en corresponder. Alfred se apegó todo lo que pudo al cuerpo del ángel para poder sentirlo mejor mientras el beso cada vez se intensificaba más, y acabó por cogerlo de la cintura para levantarlo. Arthur actuó con rapidez y rodeó su cintura con las piernas mientras que en sus bocas jugaban las lenguas con ganas de más. Cuando se quedaron sin aire Alfred lo miró con leves jadeos y lo apoyó un poco en la pared.

- A-ah... El baño puede esperar un poco más...

El ángel solo asintió volviéndole a besar con ganas y dejándose llevar por el americano, quien salió del baño para dirigirse hacia la cama. Arthur sabía que esto estaba muy mal, debía parar, pero una cosa era lo que pensara y otra lo que su cuerpo hacía. Intentaba con todas su fuerzas resistirse a la tentación. Así que cuando sintió el colchón en su espalda al dejarlo Alfred con suavidad sobre la cama, se incorporó un poco para poner una mano en su hombro y lo detuvo para mirarle con seriedad a los ojos.

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