[Capítulo 13]

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- ¿Ya te despediste de él Alfred~?

Iván se acercó a su subordinado una vez que entró, mirándole sonriente como si no pasara nada, mientras que el otro aún estaba pensando en alguna excusa para que Arthur siguiera vivo un poco más. Al menos hasta que tuviera un plan de escape. Miró unos segundos de reojo a su ángel para luego desviar su atención al otro demonio con una leve sonrisa.

- Quiero divertirme con él un poco más~... ¿Puedo llevarlo a mi habitación?

Iván no notó que esa sonrisa era falsa ni las verdaderas intenciones de Alfred al querer llevárselo, por lo que aceptó su petición sorprendiendo un poco al demonio, ya que no pensaba que fuese a funcionar.

- De acuerdo~ Pero solo te dejaré una hora. Creo que podrás hacerle todo lo que quieras en ese tiempo~

Le guiñó un ojo a Alfred y con un chasquido hizo desaparecer las cadenas que mantenían al ángel contra la pared, dejándolo al fin libre. El chico se acercó a él en cuanto Iván lo liberó mientras salía de aquella sala y Arthur lo abrazó cuando se quedaron solos, siendo correspondido con fuerza.

- Alfred...
- Vamos a mi habitación... Hay que pensar en un plan...

Se separó un poco del ángel pero antes de dirigirse hacia el otro cuarto lo besó con pasión, como si fuese el último que le daría, mientras que sus brazos permanecían alrededor de la cintura de Arthur. Este no tardó en corresponderle y, unos segundos después, cortaron el beso para mirarse a los ojos. El ángel sonrió un poco y bajó la mirada, haciendo que el otro se preocupase de nuevo.

- ¿Qué ocurre?...

Arthur lo terminó de apartar y extendió las manos, apareciendo entre ellas una esfera de luz que poco a poco iba cogiendo forma. La atención del demonio se centró en aquello que se estaba originando en las manos del ángel.

- He recordado algo...

Cuando aquella bola cogió solidez y forma, Arthur volvió a mirar a Alfred y le entregó el objeto que acababa de crear junto a una leve sonrisa apenas notable.

- Pensaba darte esto en San Valentín...

Alfred se quedó un momento mirando el oso de peluche que le estaba dando algo impactado, sin saber qué hacer. Lo cogió con delicadeza y, cuando volvió la vista a Arthur, este tenía su vista clavada en el suelo.

- Arthur...
- M-me hubiese gustado dártelo en la Tierra, en casa... No aquí...

Alfred se acercó a él de nuevo para posar la mano que tenía libre en su mejilla, haciéndole levantar la cabeza para mirarle. Los ojos del ángel volvían a derramar algunas lágrimas, y ante aquella imagen el demonio solo pudo besarlo para reconfortarlo. Pero el beso terminó pronto, siendo cortado por el mismo que lo inició.

- Voy a sacarte de aquí, te lo prometo...

Lo miraba con total seriedad mientras que le limpiaba unas cuantas lágrimas. Pero el ángel rio amargamente, retrocediendo para quitarse del rostro las lágrimas que le quedaban.

- La última vez que me prometiste algo no lo cumpliste...
- Esta vez lo digo de verdad... Créeme.

Alfred hizo desaparecer el peluche, tal vez mandándolo a algún lugar para tener ambas manos libres y poder coger las del ángel. Aún no lograba recordar qué era lo que le había prometido o lo que había vivido con el ángel cuando estaba vivo, pero sabía que acabaría recordándolo todo. Debía hacerlo.

- Vámonos, tenemos que prepararnos.

Arthur asintió mientras miraba en los ojos del demonio la determinación que tenía. Ante su respuesta Alfred lo sacó de aquel lugar para guiarlo hasta su cuarto, pasando antes por unos pasillos y recovecos propios de una cueva, con sangre por todos lados. El ángel no quería ni imaginar qué pasaba allí, y simplemente permaneció con la cabeza baja todo el trayecto mientras era llevado de la mano. No se acostumbraba a ver cosas así.

My AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora