Escondidas

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Un muchacho de cabellos escarlata despertaba en lo que parecía ser un callejón de algún barrio negro de Nueva York, la gente le miraba como si fuera un bicho raro o un animal, ya que no era normal ver a un adolescente y una niña de aspecto extraño y solo vestidos con un pantalón y una camisa de manga larga blancos.

-Yuki, despierta - nuestro chico pelirrojo ordeno a los demás, quienes empezaban a recuperar la consciencia. El mismo chico tomo en sus brazos a una niña- hay que movernos de aqui, no es seguro, no mas-

-¿tienes alguna idea de algún lugar seguro en esta ciudad?- pregunto la niña, era joven más no tan tonta, sabia que estaban en peligro

-No. Está ciudad ya no es segura, no para nosotros-

-¿y dónde sugieres que será un buen lugar para escondernos?-

-Hay que irnos del pais- esa fue la idea de Nero.

-pero es un largo camino a la frontera más cercana-

Un suspiro cansado de Nero y una mirada de preocupación a la niña dominaron un par de segundos

-No tengas miedo Yuki, me las arreglare para ponerte a salvo-

Nero tomó la pequeña mano de Yuki y partieron a buscar algo que comer, no tenían dinero ni nada, pero se las arreglarían sobre la marcha, claro que tenían que ir con prisas más ahora que La División estaba a la casa de sus cabezas.

Tuvo que volverlos invisibles por momentos, más que nada para poder tomar carteras de la gente. No le enorgullecia lo que hacia pero tenían que hacer las cosas rápido.

Comida rápida fue lo que pudo conseguir para Yuki, a las 11 AM estaban caminando por la carretera que los sacaria de Nueva York. Trataban de evitar todo contacto con las personas, ya que no había nadie en quien confiar y debían huir lo más pronto posible.

Mientras tanto en otro lado

-Tengan, pude conseguir esto- Yair, el más joven, se había separado momentáneamente del grupo para conseguir algo de comer. Era muy hábil y podía robar cosas aun cuando hubiera mucha gente.

Y por primera vez en años habían podido probar algo más que pastas incoloras y de sabores extraños. Si bien solo eran manzanas, para esos niños sabían a gloria.

-¿Y cual es el siguiente paso Brandon? Ya huimos, ¿a donde podemos ir? -

El bioquinetico estaba pensando, no había muchos lugares para esconderse y no eran tontos, sabían que División de otros países ya fueron acertados de su huida y muy probablemente los encontrarían.

-nuestra única opción es seguir moviéndonos, no podemos dejar que nós encuentren o van a matarnos, tal vez si vamos al sur ellos no puedan encontrarnos tan fácilmente-

-escondidillas internacionales, suena divertido para mi- soltó el más joven de ellos -pero por ahora tenemos que buscar maneras de pasar desapercibidos y por desgracia tu amiga no puede ocultarnos. Solo robar habilidades-

-no hables como si siguiera dormida niño, no es agradable permanecer atrapada en tu propio cuerpo- dijo la más hábil hasta ahora

-después discutiremos modales, debemos irnos que tenemos compañía- Úrsula estaba vigilando arriba de un árbol cercano mientras terminaba su manzana, y lo que vio no fue alentador. Un grupo de personas vestidas de negro habían entrado al parque portando armas, tres chicos y dos chicas, y se estaban acercando a ellos -Brandon ocultanos, hay que irnos-

El Rubio no pidió explicaciones e hizo que grandes arbustos de rosas y flores crecieran mientras que Úrsula bajaba del árbol y sus manos se encendían en un aura blanca. Cuando el grupo de soldados había llegado al árbol los chicos ya no estaban.

Superdotados: Los otros experimentos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora