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De nuevo. La misma pesadilla, esos ojos molestos en mí. Estaba usando mi sudadera negra, escondiendo mi cara y caminando por el pasillo. Podía escuchar sus susurros entrando en mi mente y jugando conmigo. Miré hacia abajo y comencé a caminar más rápido.
Traté de entrar a la clase que estaba más cerca de mí, pero alguien me agarró la muñeca y no pude escapar. Me di la vuelta y vi esos ojos negros e intimidatorios que penetraban en los míos.
—Chaeyoung...
Tzuyu estaba a punto de hablar, pero luego se quedó boquiabierta y no pudo decir nada. Ella solo estaba mirando mi boca.
—¿Qué pasó?
—Nada —dije.
La gente se estaba acercando a nosotros. Odiaba esa sensación. Era gracioso cómo odiaba estar tan sola, pero también odiaba ser el centro de la atención.
—Chaeyoung, ¿por qué no me dices? Sé que hay algo mal, esta no eres tú.
Hubo algo mal, fui yo. Pero tampoco quería hacer de mis problemas su problema.
—Sabes que puedes decirme, ¿verdad? —dijo, acercándose a mí.
La espeluznante belleza salvaje no era más que un cachorro quebrantado. Su firme mirada estaba temblando y también su labio inferior.
—Lo siento.
Lo siento por ser quien soy. Lo siento por no merecerlo.
Me alejé, dejando a la chica alta estupefacta, mirándome ir. Mentiría si dijera que no duele, pero sería un gran mentiroso si dijera que no quería hacerlo.
