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Revisé la hora en mi teléfono. Debería estar en casa en una hora. Miré a la chica frente a mí, que ha estado a mi lado desde que salimos de la escuela. Hablamos de algunas cosas sobre la escuela en ese momento.
Ella me sonreía, me sentía extraña.
—Debería irme ahora.
—Te llevaré a casa —dijo.
—No.
Me levanté y comencé a alejarme. Pero luego sentí su mano sosteniendo la mía. La miré.
—Sí —dijo, sonriendo.
Me sentí nerviosa. No sabía si era porque ella venía conmigo o porque estábamos tomados de la mano. Probablemente ambos.
—Solo ve a casa, Mina.
—No, iré contigo.
Ella era obstinada, lucharía durante horas solo para ir conmigo. Y no podría llegar tarde.
Estaba mirando hacia abajo mientras caminaba hacia la estación de tren. Ella sostuvo mi mano todo el camino. Incluso sentada en el tren, ella siguió sosteniéndola. Mis piernas comenzaron a temblar un poco, notó. Ella me apretó la mano y la miré. Ella me sonrió.
—Está bien.
—Te dije que te fueras a casa —suspiré.
—No, iré contigo.
—Pero en serio, no quiero que vengas conmigo —insistí.
No quiero que veas lo que sucederá.
—Demasiado tarde, ya estamos yendo.
Seguí mirando hacia abajo. Ella nunca soltó mi mano, y de alguna manera me sentí segura junto a ella. Ella continuó bendiciéndome con esa sonrisa angelical y hermosos ojos oscuros.
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