CAPÍTULO 9: SUS PRIMEROS PASOS

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CAPÍTULO 9: SUS PRIMEROS PASOS

John estaba al cuidado de su tío Blaine porque Jessica tenía una entrevista de trabajo y Cooper y Kurt estaban en sus oficinas. La pequeña Liz intentaba seguir el ritmo de juegos de los dos mayores, pero le era imposible. El teléfono de la casa sonó y el moreno cogió el inalámbrico para poder vigilar a los dos niños.

– Vamos Liz, andar. – Dijo el pequeño dejando a su prima apoyada en el sillón.

El niño había visto a sus tíos e incluso a sus padres animar a la pequeña a caminar. Todos hacían lo mismo, la dejaban de pie apoyada en un sitio y luego la llamaban. Él también quería intentarlo. Se alejó de ella unos pasos y comenzó a pedirle que fuera con él. Liz se soltó y comenzó a gatear hacia él.

– ¡No! Liz, no. “Tenes” que andar. – Protestó el pequeño. Se acercó a ella y la sujetó de las manos. La levantó y la niña comenzó a dar pequeños pasos. Primero un pie, luego el otro. – Tú sola.

John la soltó y se alejó de ella. La niña decidió seguir ella sola. Sus pasos eran lentos y torpes, pero se mantenía de pie sola.

– ¡Tío Baine! Liz solita.

El moreno estaba mirando la escena pero no pudo reaccionar. Su hija estaba dando sus primeros pasos y estaba sin habla. Al menos hasta que Jessica gritó al otro lado del teléfono.

– Lo siento Jess, estaba mirando a Liz caminando. Te llamo en un rato, no te preocupes si te retrasas, yo cuido de John, besos.

El ojimiel se agachó a una pequeña distancia de su hija.

– Ven princesa. – Dijo el mayor. La niña caminó despacio hacia él, pero a medio camino se cansó y se puso a gatear. – No princesa, tienes que venir andando.

Al final, entre John y Blaine consiguieron que Liz caminara. Entre juegos, risas y paseos por la casa, llegó el momento en el que Jessica llegó al apartamento.

– ¡Mami! – El pequeño corrió hacia ella.

– Hola mi vida. ¿Te has portado bien? – Preguntó la rubia. El niño asintió. – ¿Me cuentas qué ha pasado con Liz?

El niño le contó todo a su madre mientras ella besaba la mejilla de su cuñado y saludaba a su sobrina.

La ojiverde decidió quedarse hasta que vio a Liz dar unos pasos. Como era de esperar, se alegró al verla. Se dio cuenta de lo emocionado que estaba su amigo.

Poco después llegó Kurt. Jess y John se habían ido y el castaño se encontró con el salón vacío.

– Blaine, Liz... ¿Dónde estáis?

De repente vio como la niña entraba en el salón con sus pasos titubeantes. La sonrisa del ojiazul era capaz de iluminar la casa. Su hija caminaba.

– Ven aquí cariño. – Le pidió su padre y Liz obedeció. Detrás de ella un sonriente Blaine asomaba. Kurt cogió a su hija en brazos y suspiró. Tenía una familia perfecta. Una niña sana que crecía y aprendía cada día y un marido capaz de quitarle la respiración con tan sólo una sonrisa.

– Buenas tardes. ¿Qué tal tu día? – El moreno besó a su esposo y luego a su hija.

– Ahora perfecto.

Como ya era habitual, jugaron con la pequeña hasta que llegó la hora de dormir. Le contaron un cuento, ese día tocaba La Bella Durmiente. Seguían repartiéndose la tarea, Hummel narraba y Anderson interpretaba los personajes.

Después de eso, la pareja cenó y se fue a su dormitorio. Una vez los dos estuvieron tumbados y tapados, Kurt comenzó a llorar.

– ¿Qué ocurre? – Preguntó Blaine.

– No lo sé, tengo una sensación extraña. – Explicó el castaño.

– ¿Quieres contármelo?

– Llevamos casi ocho años juntos, hace siete que no tenemos ningún problema grave. Hasta ahora siempre he pensado que todo iría bien pero... No sé por qué, pero algo me dice que vamos a tener problemas. – Susurró el ojiazul.

– Hace días que yo también tengo esa sensación.

Los dos se miraron a los ojos. Su vida no había sido fácil. Al menos hasta que se conocieron. Y tener al otro a su lado siempre había supuesto una especie de garantía, de salvavidas. Ambos habían reparado el corazón del otro y habían superado su dolor juntos. Siete años de paz y tranquilidad. Si los problemas los acechaban, no sabían qué esperar. El violador de Blaine estaba en la cárcel, el ex de Kurt estaba muerto... ¿Los padres del moreno? Eran lo único que podía volver de su pasado. Pero juntos podrían enfrentarlos... Más teniendo a su lado a Cooper. John tampoco conocía a sus abuelos paternos. Los hermanos Anderson habían puesto distancia entre sus padres y ellos hacía siete años y no habían vuelto a verlos.

– Pase lo que pase, prométeme que estarás conmigo. – Pidió el mayor.

– Hasta que mi corazón deje de latir.

Blaine besó a su marido como si no hubiera un mañana. Como si sus miedos fueran a confirmarse al día siguiente. Como si esa fuese su última noche de felicidad. Afortunadamente no lo era.

Sus miedos se confirmarían, algo se aproximaba que volvería a poner su amor a prueba. Pero aun les quedaba algo de felicidad. Y sobre todo, aun les quedaba mucho amor que entregarse. Pocas cosas podrían hacerlos olvidar su amor. Pero tal vez, eso era lo que ambos presentían...

SI Hay Motivos Para Seguir (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora