CAPÍTULO 23: TE QUIERO LEJOS DE MIS HIJOS
El tercer cumpleaños de Will llegó y la familia al completo fue a Central Park a celebrarlo. Liz había superado ya sus celos y, a sus seis años, era más independiente de sus padres aunque los amaba mucho. Junto a ellos, Rachel, Jessica, Cooper y John, que ya tenía nueve años.
La familia al completo había preparado un pic-nic en el césped, bajo un árbol que los resguardaba del calor que hacía esos días. Comieron los sándwiches antes de sacar la tarta. El niño parecía feliz mientras soplaba las velas y no tenía motivos para no estarlo. A su corta edad, no había vivido ningún problema. Pero es que su familia tampoco los había tenido. Esos tres años habían sido tranquilos.
Repartieron los pedazos de tarta y el menor manchó toda la cara de su hermana porque ella le había cogido un juguete. Los hermanos siempre eran así, peleaban por todo, pero que nadie se metiera con alguno de ellos porque el otro lo defendía con uñas y dientes si era necesario. John los miraba entre divertido y cansado. Era más mayor y se aburría de sus peleas. Aunque se llevaba bien con Will, era Liz la que se llevaba todas sus atenciones. Su amistad era inquebrantable y el chico era muy protector con su primita en la escuela. La menor había tenido algún problema por tener dos papás y no un papá y una mamá, pero el mayor de los niños no permitía que nadie le hiciera daño.
La escena de familia feliz se detuvo con Blaine poniendo una mueca mientras se levantaba y agarraba a sus hijos que corrían por allí ya que Liz perseguía a su hermano tras el incidente con la tarta. El adulto los alzó en brazos y volvió a sentase junto a los demás, aunque no donde estaba sentado antes y sin soltar a los niños. Eligió una zona entre Kurt y el camino con los niños casi a su espalda, como si se preparase para proteger a su familia. Cooper vio lo que había preocupado a su hermano. John estaba junto a él leyendo un libro y notó los brazos de su padre rodeándolo y acercándolo a su cuerpo.
– ¿Pero qué...? – Kurt comenzó a preguntar pero no necesitó terminar la frase. Los señores Anderson se dirigían hacia ellos. Habían pasado muchos años desde que los habían visto por última vez y no era un encuentro agradable. El castaño alcanzó a sus hijos, liberando a su esposo de su “obligación” de protegerlos. El moreno lo miró y él sólo asintió. Sabía que era algo duro, pero lo tenían que afrontar. Rachel se acercó a él como apoyo. Jessica se encargó de su hijo y los dos hermanos Anderson se levantaron. Cuando Cooper pasó al lado de su cuñado, se agachó.
– Sobre todo oculta a Will. Se parece demasiado a Squirrel. – Susurró el mayor.
– ¿Crees qué...? – Hummel no sabía como terminar la frase. No sabía con seguridad lo que insinuaba el moreno. ¿Iban a quitarle a su hijo? ¿Le harían daño? ¿Lo amenazarían?
Los señores Anderson llegaron a su altura. Sus hijos fingían una conversación por si el matrimonio optaba simplemente por ignorarlos, pero también alerta por si atacaban.
– ¡Mira lo que tenemos aquí! – Exclama la mujer. Los hermanos miran a sus padres con odio mientras Kurt abraza con más fuerza a sus hijos.
– Hola. – Cooper hizo un gran esfuerzo para hablar con calma.
– Hace mucho que no nos veíamos. ¿Qué es de vuestras vidas? – Dijo ella con calma.
– Somos felices, en gran parte porque vosotros no formáis parte de nuestra vida. – Blaine comentó. Él no tenía la capacidad de control de su hermano y escupió cada palabra con odio. Ya no era ese niño asustado que huyó de casa de sus padres ni ese joven roto que intentaba rehacer su vida. Ahora era un hombre, padre de familia, con fuerza y confianza.
– Ya lo veo. – Susurró la mujer. Señaló hacia Will. – Cariño, mira.
El Señor Anderson miró a su nieto y sus ojos se iluminaron. Reconocieron de inmediato el parecido del niño con su padre. Era inconfundible, exactamente igual a Blaine cuando tenía tres años. Los mismos ojos de un dorado brillante, los mismos rizos morenos, bajito para su edad... Si no supieran que es imposible, pensarían que alguien trajo a su pequeño en una máquina del tiempo.
– Lo mejor será que sigamos con nuestro camino. Ha sido un auténtico placer. – El señor Anderson dirigió una última mirada a su nieto antes de salir de allí.
Cuando los padres desaparecieron, Cooper y Blaine se miraron.
– ¿Has visto lo mismo que yo? – Preguntó el menor.
– Sí, pero sea lo que sea lo que quieran hacer, no lo van a conseguir. Kurt y tú sois los padres de Will y no pueden cambiar eso. – Lo tranquilizó el mayor.
Decidieron seguir con la fiesta en el apartamento Anderson-Hummel. Allí los niños podrían correr y jugar sin que sus padres tuvieran miedo de la cercanía de sus abuelos.
Cuando sus amigos se fueron era ya muy tarde. Tanto que John fue sacado de la casa en brazos de su padre, ya que se había dormido en el sillón abrazado a sus primos. El niño se había dado cuenta de que algo iba mal. A sus nueve años, había cosas que percibía y, fuera lo que fuese lo que había pasado en el parque, les afectaba a ellos.
Kurt levantó a Will en sus brazos para llevarlo a su cama mientras Blaine hacía lo mismo con Liz. Dejaron a sus hijos en sus habitaciones y se fueron a refugiar en los brazos del otro. Encontrarse con los Anderson había arrancado ese sentimiento de paz y tranquilidad que ambos tenían. El castaño dejó escapar una lágrima que rápidamente fue besada por el moreno.
– No nos pueden hacer daño. No pueden. Por más que quieran destruir todo, somos más fuertes que ellos. – El ojimiel lo tranquilizó.
– ¿Qué problema hay con Will? – Quiso saber el mayor. Su marido soltó un suspiro.
– Cooper y yo hablamos hace tiempo de la posibilidad de que volvieran. Liz no se parece en nada a mí. No había “peligro” pero Will... Mis padres han perdido a sus hijos y no querrán dejarle su herencia a un gay y a un libertino como nosotros. Pero si ellos consiguieran criar a Will para ser todo lo que nosotros no podemos ser...
– John también es nieto suyo. – Murmuró el ojiazul.
– Sí, pero se parece más a Jess. De los tres, el más “Anderson” sería Will y John es más mayor, por lo que ya estaría contaminado con nuestro comportamiento y sería más difícil de dirigir. – El más bajo hizo un gesto de comillas al decir su apellido.
– ¿Qué crees que pueden hacer? ¿Van a intentar secuestrar a nuestro pequeño? – Quiso saber el mayor alarmado.
– No, nunca harían algo ilegal. Podemos estar tranquilos. No creo que haya una manera de que consigan hacer nada.
– Eso espero.
Blaine lo besó con intensidad. Entendía sus preocupaciones, incluso las compartía, pero no creía que pudieran hacerles nada. Ni sus padres eran tan insensibles. No harían nada ilegal contra ellos. Kurt se abrazó a él con toda su fuerza, como si la distancia entre ellos pudiera usarse para dañarlos.
– No hemos cerrado la puerta. – Advirtió el moreno.
El castaño se levantó y se aseguró de que la puerta estuviera cerrada y que sus hijos no pudieran entrar y ver una escena no apta para ellos. Después corrió a la cama y se acomodó sobre su marido. Se besaron con pasión y necesidad, entregándose al cuerpo y al alma del otro con todo. Porque entre ellos hay amor y confianza, pasión y ternura... La mezcla casi perfecta de la pareja casi perfecta. Si algo se acerca a la perfección, son ellos.
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SI Hay Motivos Para Seguir (Klaine boyxboy)
FanficSecuela de No Hay Motivos Para Seguir. Kurt y Blaine han luchado mucho para conseguir su felicidad... Sin embargo, su futuro no va a ser facil. Quieren ser padres y las cosas van a ser difíciles... Más aun cuando un "accidente" haga peligrar su rela...