CAPÍTULO 13: VOLVER

654 38 3
                                    

CAPÍTULO 13: VOLVER

Pocos días tuvieron que pasar para que Blaine saliera del hospital. Apenas había recordado algunas cosas de su infancia. Estaba frustrado porque iba a llegar a un apartamento donde una niña esperaba a su papi, pero él no la recordaba. Kurt había hablado con él sobre eso, le había contado muchas cosas de ella y de lo que la pequeña esperaba. La llamaba “princesa”, últimamente ella lo llamaba “Baine” por la influencia de su primo, le contaban cuentos todas las noches y él se encargaba de ponerle las voces a los personajes... Intentarían seguir con esa rutina a pesar de todo para que Liz no se viera afectada.

En cuanto entraron en la casa, la pequeña corrió a los brazos de Blaine. Éste la cogió y aceptó su cariño sin quejas. Después fue John el que reclamaba su atención. El moreno levantó a su sobrino y le dio un beso. Luego fueron Jessica y Cooper quienes lo saludaron, aunque un poco más distantes que los menores.

Blaine pasó su tarde junto a los niños, jugando con ellos y riendo por sus travesuras. Le resultaba adorable como Liz se esforzaba por llevar el ritmo de ellos y cómo John la cuidaba y la ayudaba cuando tenía que hacer algo que no era sencillo para ella. Se notaba la unión de ambos y lo que lo amaban. Se sintió alguien importante porque los niños no tenían la necesidad de fingir y no entendían de los sentimientos de los demás, su amor era puro y sincero.

Rachel se reunió con ellos y también celebró que Blaine saldría del hospital. Sin embargo, el moreno pronto se sintió agobiado. Los adultos intentaban hacerle recordar y no paraban de contarle anécdotas, hablarle de su pasado... Eso lo hacía sentirse peor. Unas personas a las que no recordaba sabían más cosas sobre él que él mismo. No era una sensación agradable.

Por su parte, Kurt lo conocía tan bien que se dio cuenta de inmediato de su incomodidad. Se buscó una buena excusa para que todos se fueran del apartamento, quería que Blaine descansara y él también lo necesitaba. Cuando estuvieron solos, el castaño se fue a dar una ducha y a ponerse ropa más cómoda mientras el moreno cuidaba de la menor. Después intercambiaron las posiciones. El ojiazul le propuso que se diera un baño para relajarse y el menor le hizo caso.

Una vez salió, el matrimonio se sentó a ver una película de dibujos con su hija. Por instinto y costumbre, Kurt acariciaba la mano de su marido de vez en cuando. La niña prestaba atención a ratos porque era un poco inquieta y muy pequeña para concentrarse tanto tiempo en una película. Blaine jugaba con ella cuando se cansaba hasta que se quedó dormida. El moreno la llevó a la cama y la arropó. Al volverse para salir vio al castaño, apoyado en el marco, mirando con amor la escena.

– Confieso que pensé que no te volvería a ver ejercer de padre. – Dijo el ojiazul.

– ¿Y eso? – Anderson lo miró extrañado... ¿Sería verdad lo que le había dicho Mark? Observó la reacción de Hummel, pero no vio nerviosismo.

– Estuviste a punto de morir... No sé que habría hecho sin ti... Y con otro bebé en camino... – El mayor se tapó la boca tras sus palabras. Había hablado de más, eso era algo que no quería contarle, no en ese momento.

– ¿Otro bebé? – Preguntó el ojimiel sin aliento. Eso no se lo esperaba.

– Hace poco fuimos a una agencia y buscamos una madre de alquiler. Ella está embarazada, apenas de seis semanas. Todavía existe riesgo de aborto pero de momento todo va bien. No quería contártelo tan pronto, no mientras estés tan perdido y exista riesgo de que algo vaya mal. Lo siento. – El mayor se disculpó.

– No lo sientas. Lo creas o no, necesitaba saberlo. Esto me hace darme cuenta de que nuestra relación es más real... ¿Quién es el padre biológico? – Preguntó Anderson.

– No lo sabemos. Decidimos que fuera el azar quien decidiera.

Blaine no necesitó más palabras, se acercó a Kurt y agarró su mano con dulzura. Todas las dudas que había creado Mark se disipaban. En seis semanas no podía haber pasado de querer tener un hijo con el castaño a dejarlo. Aunque tal vez sí... No lo sabía, pero sí sabía que necesitaba hablar con Mark. Y eso pensaba hacer.

El matrimonio salió de la habitación de la pequeña cogidos de la mano. El ojiazul no protestaba por el contacto, al contrario, se dedicó a disfrutarlo. Se acomodaron en el sillón de manera que el moreno apoyó su cabeza en el hombro del mayor. Hummel no podía estar mejor, aunque sabía que su marido no lo recordaba, le alegraba saber que el ojimiel le daba cariño y se iba a dejar querer. Prefería eso a tener que estar a su lado sin confianza y como si fuesen dos extraños. Porque aunque para el menor era así, el más alto recordaba todo.

Sin embargo, un momento en el que no habían pensado llegó. Debían irse a dormir, con todo lo que eso conlleva.

– Blaine... Si quieres puedo prepararte la habitación de invitados... ¡Tenemos dos! Puedes elegir la que quieras... – Kurt comentó claramente incómodo.

– ¿Dónde dormía antes de que me agredieran? – Quiso saber el moreno.

– Conmigo, en nuestra cama. Desde que comenzamos nuestra amistad compartimos la cama para tranquilizarnos mutuamente. Después, cuando empezamos nuestra relación, lo hacíamos para demostrarnos nuestro amor. Al principio sin sexo, aunque después fue con mucho sexo. – Dijo pícaro el castaño hasta que se dio cuenta de lo que estaba diciendo. Su cara cambió y se puso triste. – Lo siento. No me acostumbro a no ser “nosotros” cuando estoy contigo.

– No te preocupes, me gusta que me trates como lo harías antes de... Ya sabes. – El ojimiel se acercó a su marido. – ¿Qué harías ahora si no hubiera perdido la memoria?

Hummel eliminó la poca distancia que quedaba entre ellos y besó al menor con pasión. Porque eso era lo que deseaba, lo que necesitaba. Por su parte, Anderson acompañó el beso, pero no tan pasional. Se fueron a la habitación, se pusieron los pijamas y se acostaron juntos. El mayor hizo caso omiso a su conciencia, que le decía que no acosara a Blaine, y se acurrucó en el pecho del moreno de manera que podía escuchar los latidos del corazón de su marido. Un corazón que durante un momento pensó que no volvería a oír, en un pecho sobre el que creyó que nunca volvería a dormir, de un hombre al que supuso que no volvería a amar. Pero la vida le había dado una segunda oportunidad y él no pensaba desaprovecharla. Porque si su marido no lo recordaba, él se encargaría de hacerle sentirse especial hasta que su mente recuperara los recuerdos que los golpes le habían arrebatado. Porque su amor era más fuerte que nada.

SI Hay Motivos Para Seguir (Klaine boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora