Después de que Namjoon le colgara la llamada, Lilith se quedó de piedra, con la mirada perdida en ningún punto en específico. ¿Por qué ahora se sentía tan mal? No hace mucho pensaba que no sería malo cancelar a aquella persona. Un desconocido, ¿qué caso tenía? Ni siquiera sabía quién era y aun así la culpa calaba poco a poco por sus huesos hasta aferrarse a ellos.
Aquella mañana que despertó en ese cuarto de hotel, le había hecho una promesa a Namjoon.
—Solo di que sí.
—Está bien —le sonrió—. Aceptaré a los demás como te acepto a ti. Pero no puedo prometer que llegaré a amarlos a todos. Aún veo eso como una posibilidad casi nula. Amar a una persona a veces cuesta segundos, pero otras... nos lleva toda la vida. Pero lo prometo, Nam. Dejaré que todos me cortejen —rio con él antes de volver a besarse.
Y ahora, estaba yendo en contra de su palabra.
Aquello no se trataba de jugar a lo mismo que su esposo. No se trataba de infidelidad y probar el sabor de lo prohibido. Aceptar a esos hombres significaba mucho más que eso. Aceptarlos era darles la oportunidad a cada uno de que le demostraran lo que el verdadero amor significaba y la pasión que ese amor podía desatar.
Y rechazar a uno, justamente significaba eso: quitarle la oportunidad de demostrarle cuánto la amaba y cuánto creía merecerla.
Volvió a la realidad cuando Seokjin besó su mejilla, avisándole que ya se encontraba listo para salir. Ella ni siquiera pudo sonreírle. Solo asintió y dejó que él tomara su mano para salir del penthouse. Sin embargo, alguien no tan inesperado llegó.
Seokjin abrió los ojos con sorpresa cuando las puertas del ascensor se abrieron, dejando ver a un pelirrojo que terminaba de arreglar el cuello de su camisa, viéndose en el espejo de las paredes del elevador.
—¿Park?
—Oh, ya llegué —murmuró el mencionado, refiriéndose al piso, y sonrió radiante como siempre—. Buenas noches señor Kim —miró a la mujer junto a él y sonrió más —Te ves muy bonita, Lilith.
—¿Disculpa? —el mayor de los tres frunció el ceño con molestia ante aquella insolencia. ¿Quién se creía para hablarle a su esposa de manera tan informal? Tan... íntima.
Jimin lo miró con genuina inocencia mientras el mayor lo escaneaba con la mirada. Pantalones ajustados, camina colorida y osada. Colonia brotando por cada parte de su cuerpo y el cabello completamente desordenado. Sin mencionar que en esta ocasión no llevaba sus lentes de siempre.
Jin estuvo a punto de hablar de nuevo, cuando su esposa lo detuvo.
—Él está aquí por mí —susurró, mordiendo sus labios con miedo.
Seokjin en ese momento los miró a ambos y soltó la mano de Lilith, comenzando a sentirse molesto ante tanto misterio.
—Quiero una explicación ahora mismo, Lilith.
—Oh —Jimin se apresuró cuando comenzó a sentir la tensión —Li ¿lo olvidaste? Me prometiste que hoy saldríamos a comer.
La pelirroja miró a su secretario quien hacía pucheros y en ese momento quiso abrazarlo para agradecerle por esa soga de salvación que le estaba lanzando.
—¡Sí, y lo siento! —suspiró más aliviada y miró a su esposo —. Jinnie, lo siento, pero le había prometido a Jiminnie que saldríamos hoy y-
—¿Salir? ¿Li? ¿Jiminnie? ¿Desde cuándo le permites que te hable así? Él es tu empleado, Lilith —soltó el castaño, molesto.
—Y mi amigo —lo enfrentó la contraria, haciendo que ambos abrieran con sorpresa sus ojos. Uno porque no podía creer que la pelirroja al fin estuviera tomando valor para hacer las cosas que quería y el otro... simplemente porque Lilith no era así.
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Luxuria [BTS]
FanfictionLilith y SeokJin son un feliz y perfecto matrimonio de ocho años. Ambos trabajan en la empresa de su padre, donde las miraditas dulces y pequeños besos robados nunca faltan en su rutina diaria. Al igual que en sus noches de pasión, donde la ternura...