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Por primera vez en su vida, Yoongi quería meterse un tiro en las bolas. ¡¿Qué acababa de hacer?! La vida le daba una oportunidad de estar con la mujer que tanto amaba y él iba y le tiraba helado y mora en la camisa solo por querer hacerse el dulce y darle de comer en la boca. ¿Por qué nadie le dijo que eso era algo que solo en las películas salía bien?

Lilith, sin embargo, no parecía tan afectada por el pequeño accidente. Después de todo ella era consciente de que esas cosas pasaban. No iba a molestarse por ello. Solo bastaba con limpiarse un poco para poder llegar hasta alguna tienda y comprarse otra prenda para continuar con su día. Aunque lo que la tenía un poco preocupada era que Yoongi no pensaba lo mismo, sino, no la vería de aquella manera mientras su mente ya escribía un libro sobre las mil y un formas de suicidarse. Una de ellas era atragantarse con la maldita cuchara.

—Con permiso, iré a suicidarme en el baño —habló el peligris, queriendo huir del momento vergonzoso. Aunque sin mucho éxito cuando sintió una pequeña mano rodear su muñeca.

—Nada de eso —Lilith lo miró con reproche, lo que, por un segundo, causó que el otro malinterpretara sus palabras y bajara la cabeza, apenado —. Yoongi, solo es una pequeña mancha, no pasa nada. Se quitará cuando la lave en la noche. Los accidentes pasan, deberías reír de esto conmigo en vez de poner esa cara.

Yoongi levantó su mirada cohibido por las palabras de aquella mujer. ¿Acaso alguien podía ser más perfecta? Eso sí que era algo que incluso en las películas no pasaba.

—Esto es un golpe bajo —susurró, cubriendo su rostro con su mano libre. Sus mejillas pronto ardieron y su corazón no dejó de golpetear como loco. En todo este tiempo, no se creyó capaz de amarla todavía más, pero quizás necesitaba pasar por este momento para comprobar que eso sí era posible.

Por su parte, Lilith solo sonrió y acarició su mano para reconfortarlo mientras que con la que tenía libre, tomaba una pequeña porción de flan para dársela al hombre.

—Di ah~ Prometo que haré lo posible para no dejarlo caer —Yoongi rio de la vergüenza, pero terminó abriendo la boca para recibir el postre.

Tan dulce como ella.

—Terminemos el postre y luego podré ir a comprar una camisa nueva ¿sí?

—¿Comprar? —cuestionó él y Lilith asintió, robando una cucharada de su helado —. Podrías ir a casa por otra.

—No lo creo posible —susurró y entonces Yoongi lo vio. Por primera vez en el día, la sonrisa de la pelirroja tembló y el brillo de sus ojos desapareció cuando solo decidió enfocar su mirada en el postre —. No he estado en casa desde el sábado... Además, solo le pedí a Jimin que me compre dos conjuntos para el trabajo.

—¿Por qué? —Yoongi se preocupó —, ¿Acaso el señor Kim te hizo algo?

—¡No! Claro que no —se defendió ella. Sin embargo, la risa nerviosa que había dejado salir, no le causó buena espina al peligris.

Sin dejarla decir una palabra más, Min levantó su mano para llamar a la mesera y pagar la cuenta. Tal como todos lo conocían, le habló a la mujer sin titubear, pagó con tarjeta y le agradeció el buen servicio, siempre manteniendo ese porte de serenidad y profesionalismo que tanto lo caracterizaba.

Una vez su billetera regresó a su bolsillo, se puso de pie y se quitó el saco para ponerlo sobre los hombros de la pelirroja antes de tomarle la mano y ayudarla a levantarse. Lilith solo lo miraba mientras se dejaba llevar. Una gran mano se entrelazó con la suya camino a la salida y una calidez la envolvió.

Calidez y seguridad.

—Mi piso queda a unas cuadras de la empresa. No en necesario que compres otra prenda, la lavaré por ti —habló sin tartamudear y cuando llegó a la calle, estiró su mano para pedir un taxi, después de todo él no tenía auto y el de Lilith todavía seguía en el edificio de su penthouse.

Luxuria [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora