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Luego de su almuerzo con Hoseok, Lilith regresó a casa, considerando que sería mejor tomarse la tarde libre luego de tantos acontecimientos ocurridos, que no hacían más que agobiarla y obligarla a caer en conclusiones que no quería.

Primero Namjoon...

Luego Jungkook...

Ahora Hoseok...

Por más que quisiera, su mente no podía dejar de torturarla con cada pensamiento que le exigía ser analizado. ¿Por qué permitir que otro hombre la cortejara si ya amaba a alguien más? ¿Por qué permitirlo estando casada? No importa que no quiera compararse con su esposo, ella estaba siendo igual a Seokjin. Aunque eso no significaba que no lo amara. Porque lo hacía y mucho. Pero también a Namjoon... quizás no de la forma en que amaba a su esposo pero sí le tenía un enorme aprecio al moreno de hebras rubias que siempre estuvo para ella, secando sus lágrimas junto a Hoseok cuando Jin parecía ni siquiera mirarla. Y Jungkook... él no era solo un joven bonito que la había llevado a la cama con dulces palabras. Hay algo más que la hace pensar en él y no apartar su mirada cuando lo ve a su alrededor.

Pero aun así no puede quitarse esa sensación de encima... de sentirte sucia, sin importar lo que digan los demás...

Una mujer fácil.

Suspiró, cansada de sus propios tormentos y se quitó los tacones cuando ya faltaba un solo piso para que las puertas del elevador se abrieran en su penthouse.

«Olor a estofado de carne»

Sus ojos se cerraron por inercia y tomó una gran calada de aquel exquisito aroma que intentaba fugarse de la cocina. No lo pensó mucho cuando, con pies descalzos, bajó del elevador y comenzó a caminar dentro de su salón hacia la cocina.

Seokjin estaba en casa... cocinando.

—¿Jinnie?

—Bienvenida a casa, cielo —respondió el castaño, girándose para darle una amplia sonrisa a su mujer, antes de voltearse de nuevo hacia la licuadora que intentó atentar contra su vida, haciendo volar frutas por todas partes.

Lilith soltó una pequeña carcajada y pronto corrió a socorrerlo, colocándole la tapa al artefacto para evitar que siguiera haciendo un desastre en la cocina.

Una vez calmada la bestia, ambos se miraron y sonrieron. Solo segundos después, se estaban saludando con un casto beso para luego continuar con la comida mientras iniciaban una amena charla. Sin embargo había una tensión que se sentía en el aire y Lilith tenía miedo de preguntar si algo ocurría.

—No esperé encontrarte aquí... haciendo la cena —susurró la pelirroja cuando las palabras comenzaron a faltar.

Por su parte, Seokjin sonrió al mismo tiempo que acercaba una cuchara a los labios de su esposa para que le diera una probada.

—La verdad es que hoy tengo ganas de consentirte.

—¿Por qué?

Esa inocente pregunta pareció molestar al castaño. La tensión en sus hombros lo delataban y Lilith se apresuró en cambiar su pregunta, queriendo evitarse una posible discusión.

—¡Deberías estar cansado! —rio algo nerviosa y se abrazó a la espalda del mayor —. No tienes que esforzarte por mí, Jinnie. Sé que me amas así me prepares la cena o no. ¿No prefieres descansar y yo continúo con-

—Lilith ¿me seguirías amando aún si algún día te lastimo?

Ahora ella se tensó. Cada célula de su cuerpo vibró en alerta porque la conversación se estaba tornando más oscuro, entrando a un terreno pantanoso del cual no creía poder salir con facilidad.

Luxuria [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora