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-Jimin-

¿Saben quién es esa chica rubia que insistía tanto en que fuese con ella al cine? Yo no —al menos, no en ese momento—, pero al parecer ella sí lo sabía todo de mí.

Realmente, hay muchos acosadores sueltos en el mundo —no me cuenten como uno de ellos.

Lo que vengo a contarles es que, la chica de la que les hablaba, llevaba más de dos meses insistiendo en que fuese con ella al cine. Siempre la negaba, y ella siempre volvía.

La semana anterior al día del que voy a hablarles, mi acosadora apareció durante el tiempo de receso llorando. Me suplicó —literal— que tuviese una cita con ella y yo acepté —tengo corazón, ¿sí?

Quizás se pregunten, ¿por qué le negué tantas veces? Ella no es fea y parece buena persona, sí. Pero a mí me gustan los hombres, más en concreto, un hombre: Yoongi. No recuerdo cuando me enamoré de él, sólo sé que empecé a buscarle en los pasillos durante los recesos y me quedé a verlo jugar baloncesto cuando las clases terminaban. No podía sacármelo de la cabeza.

Y no voy a tener una cita con mi acosadora, al menos, no una de verdad. Compré una entrada de más y, ¿a qué no adivinan a quién se la di?

Revisé mi reloj de pulsera mientras caminaba, acelerando mi paso; pues llegaba unos minutos tarde. Después de cruzar una calle más, alcancé a ver a la chica con la que había quedado, quien andaba dando vueltas, se le veía nerviosa.

Cuando llegué a donde ella se encontraba, se ruborizó —cosa que no entendí, pues sólo habíamos cruzado miradas—. Como vi que se quedaba congelada mirándome, decidí hablarle yo primero.

—Hola —la saludé con una sonrisa—. ¿Te hice esperar mucho?

La rubia pestañeo, procesó la información y reaccionó.

—¡No, no! —exclamó aún más nerviosa—. Acabo de llegar.

Yo asentí —pues no quería negarle— y comencé a andar hacia la puerta del centro comercial seguido de mi acosadora. Ella se veía realmente ansiosa, estaba completamente roja y parecía que salía humo de sus orejas. Sí, a mí también me ocurría con Yoongi.

Llegamos a la puerta del cine. Allí había algo de gente esperando, pero mi querido Yoongi no estaba entre ellos.

Ya en la sala y habiendo comprado previamente palomitas, nos sentamos en unas butacas no muy cercanas a la pantalla. El lugar estaba completamente vacío salvo por una pareja adulta unas filas más adelante y una extraña anciana con gafas de sol sentada justo detrás de nosotros con algunas butacas de separación.

—Oye —llamé a mi acosadora cuando esperábamos a que comenzase la proyección. Esta se giró rápidamente hacia mí—, hay algo que he querido preguntarte desde el día que me pediste que fuese contigo al cine.

Los ojos de la rubia se iluminaron.

—Dime —susurró emocionada. Se acercó a mí y vi como peinaba su cabellera y se acomodaba en su asiento cruzando las piernas.

Cuando su innecesaria preparación concluyó, realicé mi pregunta.

—¿Cómo te llamas?

—¿Cómo te llamas?

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Shut up and let's loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora