Capítulo 11.

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Todo estaba oscuro. Mis pasos hacían eco en la oscuridad infinita, sentía como si flotara, y todos mis movimientos estaban en una especie de cámara lenta.

Detrás de mí, escuché el crujido de una puerta al abrirse. La miré, pero no podía ver que había en el interior del cuarto. Sin tener otro lugar al donde ir, decidí dirigirme a aquella habitación iluminada. Me decidí por entrar cuando llegué.

Escuché murmullos de alguien conocido, que lentamente escalaban al grado de convertirse en gritos de agonía, sentí como si un puño apretara contra mi pecho.

Lo primero que divisé al entrar fue una figura alta, oscura y amenazante. Había ruidos mojados, como cuando pisan lodo. Luego miré abajo, A sus pies, vi un gran charco de sangre. El olor metálico de esa sangre era bastante realista, y me invadió los sentimientos.

Volví a levantar la mirada para toparme de frente contra aquello que estaba, e inmediatamente supe de quien se trataba. Jack se subió la máscara para enseñarme su malévola sonrisa formada por dientes afilados formados como los dientes de un tiburón, mientras que de su boca escurría saliva negra, y después de eso dejó caer un medallón de su cuello. El Medallón de Louis.

Jack se apartó de mi vista, y vi el cuerpo mutilado horriblemente de... Aerin. Ya no tenía sus viseras, pues estaban regadas por todo el cuarto. Pude ver todos sus órganos, menos sus riñones, y no tenía ojos, solo había unas cuencas vacías. Luego me di cuenta de que Jack tenía la boca llena de sangre seca.

-Oh, Dios...- dije, y de pronto me sentía mareado - ¿Q-qué has hecho?

Su risa se escuchaba diabólica, mucho más que las risas malévolas de los villanos en películas. Aquel maldito objeto que tenía colgando del cuello empezó a emitir la música que se escuchó justo antes de que Aerin desapareciera, todo esto... Sólo es un sueño. Tiene que serlo. ¡DESPIERTA!

- ¡No! – grité, y me levanté del sofá de un golpe. Estaba empapado en sudor frío y juro que mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho.

- ¡Pequeño niño! – escuché el grito de Tae, quien entraba a la sala - ¿Qué pasa? ¿Estás bien? – preguntó él, y se sentó a mi lado para examinarme.

-Sí, estoy bien, sólo fue una pesadilla de muy mal gusto.

-Vale, ven. Vamos a cenar un rato.

Se levantó y caminamos a la cocina mientras asentí con la cabeza.

Nos sentamos, cada quien al otro extremo de la mesa.

- ¿Su familia tenía descendencia de Estados Unidos? – pregunto curioso.

- ¿Ha? – Taehyung hace una mirada de sorpresa y confusa al momento que le pregunté aquello.

-Hablo de los Zuckerman- dije.

-Ha... Bueno, por lo que yo sé, los abuelos maternos de Jack son estadounidenses que, antes de la Segunda Guerra Mundial, se mudaron a Seúl, y vivieron cerca del zócalo principal, exactamente donde nosotros estamos.

- ¿Cómo es que tú sabes todo esto?

Mi pregunta lo hizo dudar en responderme, por lo que decidí mejor llevarme una bocanada de la sopa a mi boca, ¡Es una delicia! más si la combinas con el atún que hizo freír.

-Solía ser amigo de Jack. Jack Zuckerman era un joven bastante sociable y popular durante la estancia en la escuela, las chicas lo pretendían, más su fama de querer meterse a la guerra, lo hizo ganarse el respeto de la mayoría de la escuela. Pero luego, después de irse a Bélgica, empezó a perder nuestra confianza...

Las luces de la cocina interrumpieron el relato de Taehyung, pues empezaron a fallar, teniendo un falso contacto, que parecía que la luz en cualquier momento iba a dejar de servir, dejándonos a oscuras y con aquel ente acechándonos.

- ¡No quiero interrumpirte más de lo que has pasado! Pero, hace rato Tae, cuando fuiste al sótano, vi que alguien entraba aquí, que alguien se escondía aquí, en la cocina.

- ¡No comiences, por favor! – dio un golpe a la mesa, las luces se calmaron.

Traté de evitar la mirada de Tae, pero... Al voltear hacia la ventana que daba al jardín, miré un gato, ese gato caminaba por la pequeña marquesina que tenía la ventana, pero tampoco era cualquier gato. Sus penetrantes cuencas vacías me miraban a mí, y de vez en cuando miraban a Taehyung. El mayor me seguía explicando algunas cosas de la casa y sobre la historia de Jack, pero sinceramente no le ponía ni una pizca de atención, me sentía demasiado incómodo con la mirada intensa del maldito gato que, como cereza sobre el pastel, parecía temblar, como si tuviera convulsiones, luego la luz se fue... Dos, tres segundos, y luego volvió, pero el gato ya no estaba.

Terminamos de comer.

Las luces se fueron de nuevo, una increíble pesadez en el ambiente se hizo presente.

- ¿Taehyung? – pregunté con miedo en mi voz.

-No tengas miedo pequeño, aquí estoy- prendió la linterna -Espero que sean los fusibles.

Salimos de la casa, y bajamos los escalones que tenían antes de entrar a la misma, justo al salir, del lado derecho estaba la caja de fusibles, y junto a ella, también estaba la ventana, pero en ningún momento volví a ver al gato, ni si quera me percaté de que el gato salió corriendo o se haya escapado de ahí, pero no me interesó. V (Ví) -como le gusta que le digan- hizo movimientos a la cajita por dentro. Y en un dos por tres, la luz volvió.

- ¡Listo! – dijo alegre.

Mi instinto me dijo que no estaba bien que estuviéramos fuera de la casa...

-V...- dije, mientras me volteó a ver -Me siento observado.

Cuando decidí voltear arriba. Ahí lo vi. Sólo me tapé los ojos para no verlo. Eyeless Jack, aquel sujeto que estaba a mi lado de cabello negro sólo hizo cara de enojo, en el fondo sabía que había otra conexión más directa con Taehyung y el chico sin ojos.

- ¡Jack, ¿Por qué no bajas y luchas contra mí?! – dijo enojado.

Aquel sujeto con la sudadera y máscara azul con ojos negros y una especie de líquido que le escurría de los ojos, tronó los dedos, y la puerta principal se cerró de golpe, igual que las cortinas de las ventanas y las propias ventanas, mientras desde fuera, se oía cómo las puertas del interior de la casa también se estaban cerrando.

Ambos volteamos arriba, pero Jack ya no estaba.

- ¡No! – Taehyung corrió a la puerta principal, y quiso abrirla, pero ya no se podía.

Volvió a dirigirse a la ventana donde estaba el gato, y la rompió.

-Espera aquí Noah.

Y tuve que hacerle caso, era la única manera de mantenernos con vida sin que aquel sujeto nos matara.

La Leyenda de Eyeless JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora