Nuestros ojos se cruzaron, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. No podía creer que mi jefe estuviera en el mismo restaurante. La sorpresa y la incomodidad se reflejaban en mi rostro, pero antes de que pudiera procesar completamente la situación, escuché a Lisa llamándome, sacándome de mis pensamientos.
— ¡Sofía, aquí estamos! — exclamó Lisa, agitando la mano para llamar mi atención.
Regresé al presente con una sonrisa forzada y me uní nuevamente a la conversación en nuestra mesa, pero la presencia de mi jefe continuaba flotando en mi mente, generando un nudo de inquietud que no podía ignorar.
— Sofí, ¿qué pasa? ¿Te molesta que estemos en el mismo lugar que él? ¿Algo pasó que no me has contado? — pregunta Lisa, mirándome con curiosidad.
— No, tranquila, no pasó nada. Es solo que es la primera vez que lo veo en un ambiente así. Hoy estaba serio todo el rato — respondo, intentando esquivar sus preguntas.
— Vaya, qué raro. Seguro que ha tenido un día complicado en la oficina o algo así. Pero bueno, no le demos más vueltas, ¿vale? A disfrutar de la cena — sugiere Lisa con una sonrisa, tratando de cambiar el tono de la conversación.
La cena transcurrió entre risas y una serie de chistes malos que nos arrancaron más de una carcajada. Al concluir la velada, eché un vistazo hacia la mesa donde se encontraba mi jefe, pero para mi sorpresa, ya no quedaba nadie.
Estábamos saliendo del restaurante cuando de repente recordé que había dejado mi bolso. Rápidamente, me separé del grupo y dije:
— Chicos, esperad un momento, olvidé mi bolso en la mesa.
Leo, notando mi apuro, ofreció ayuda:
— ¿Quieres que vaya contigo?
— No, tranquilo, estaré de vuelta en un momento. No tardo nada — respondí con una sonrisa.
Decidí volver al lugar donde habíamos cenado. La atmósfera del restaurante estaba más relajada, con las luces suaves y la música de fondo creando un ambiente tranquilo. Mientras me acercaba a la mesa, observé al camarero retirando los últimos platos de la noche, y algunas personas en otras mesas charlaban animadamente.
Al llegar, me sentí aliviada al encontrar mi bolso justo donde lo había dejado. Mientras lo recogía, mi mente divagaba sobre la extraña desaparición de mi jefe y sus acompañantes. ¿Habrían salido antes que nosotros o se habrían retirado a otro rincón del restaurante? La incertidumbre me acompañó mientras regresaba a la salida
Al salir, me di cuenta de que los chicos estaban maquinando algo entre risas y gestos conspiratorios, dejándome un tanto fuera del plan. Lisa, con su expresión inocente pero con un brillo de picardía en los ojos, se me acercó.
— Vale, sé que dijimos que solo íbamos a cenar, pero los chicos quieren alargar la noche y tomar algo después. ¿Qué dices? — comentó con emoción. Era evidente que la cena iba a ser solo el inicio de la celebración.
— Está bien, pero solo si volvemos temprano. Mañana tengo que madrugar para trabajar, y no quiero dar mala impresión llegando tarde — le recordé, tratando de asegurarme de que la noche no se extendiera demasiado.
Lisa sonrió con complicidad, y sus palabras llenas de entusiasmo me tranquilizaron un poco.
— Te prometo que volvemos prontito y no nos pasamos con las copas — aseguró.
Nos dirigimos a un bar cercano que los chicos sugirieron. Aunque mi atuendo no parecía el más apropiado para una noche fuera, decidí dejarme llevar y disfrutar de la velada con mis amigos.
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Propuesta Laboral ©
RomanceTras graduarme en secretariado ejecutivo, decidí dar un giro a mi vida y mudarme de Madrid a Medellín, Colombia, en busca de nuevas oportunidades. Sin embargo, la realidad me golpeó cuando descubrí que encontrar trabajo no era tan sencillo como me h...