Capítulo 4

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Nuestros ojos se cruzaron, y por un instante, sentí que el tiempo se detenía. No podía creer que mi jefe estuviera en el mismo restaurante. La sorpresa y la incomodidad se reflejaron en mi cara, pero antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, escuché a Lisa llamándome, sacándome de mis pensamientos.

— ¡Sofía, aquí estamos! — exclamó Lisa, agitándome la mano para captar mi atención.

Sacudí la cabeza ligeramente, volviendo al presente con una sonrisa forzada, y me uní de nuevo a la conversación en nuestra mesa. Sin embargo, la presencia de mi jefe seguía rondando en mi mente, dejando un nudo de inquietud que no lograba ignorar.

— Sofí, ¿qué pasa? ¿Te molesta que estemos en el mismo lugar que él? ¿Algo pasó que no me has contado? — pregunta Lisa, mirándome con curiosidad.

— No, tranquila, no pasó nada. Es solo que es la primera vez que lo veo en un ambiente así. Hoy estaba serio todo el rato — respondo, intentando esquivar sus preguntas.

— Vaya, qué raro. Seguro que ha tenido un día complicado en la oficina o algo así. Pero bueno, no le demos más vueltas, ¿vale? A disfrutar de la cena — sugiere Lisa con una sonrisa, tratando de cambiar el tono de la conversación.

La cena transcurrió entre risas y una serie de chistes malos que nos arrancaron más de una carcajada. Al concluir la velada, eché un vistazo hacia la mesa donde se encontraba mi jefe, pero para mi sorpresa, ya no quedaba nadie.

Estábamos saliendo del restaurante cuando de repente recordé que había dejado mi bolso. Rápidamente, me separé del grupo y dije:

— Chicos, esperad un momento, olvidé mi bolso en la mesa.

Leo, notando mi apuro, ofreció ayuda:

— ¿Quieres que vaya contigo?

— No, tranquilo, estaré de vuelta en un momento. No tardo nada — respondí con una sonrisa.

Decidí volver al lugar donde habíamos cenado. La atmósfera del restaurante estaba más relajada, con las luces suaves y la música de fondo creando un ambiente tranquilo. Mientras me acercaba a la mesa, observé al camarero retirando los últimos platos de la noche, y algunas personas en otras mesas charlaban animadamente.

Al llegar, me sentí aliviada al encontrar mi bolso justo donde lo había dejado. Mientras lo recogía, mi mente divagaba sobre la extraña desaparición de mi jefe y sus acompañantes. ¿Habrían salido antes que nosotros o se habrían retirado a otro rincón del restaurante? La incertidumbre me acompañó mientras regresaba a la salida

Al salir, noté que los chicos estaban tramando algo, entre risas y gestos cómplices, dejándome un poco fuera del plan. Lisa, con su expresión inocente pero con un destello travieso en los ojos, se acercó a mí con una sonrisa misteriosa.

— Vale, sé que dijimos que solo íbamos a cenar, pero los chicos quieren alargar la noche y tomar algo después. ¿Qué dices? — comentó con emoción. Era evidente que la cena iba a ser solo el inicio de la celebración.

— Está bien, pero solo si volvemos temprano. Mañana tengo que madrugar para trabajar, y no quiero dar mala impresión llegando tarde — le recordé, tratando de asegurarme de que la noche no se extendiera demasiado.

Lisa sonrió con complicidad, y sus palabras llenas de entusiasmo me tranquilizaron un poco.

— Te prometo que volvemos prontito y no nos pasamos con las copas — aseguró.

Nos fuimos a un bar cercano que los chicos sugirieron. Aunque mi ropa no era la más adecuada para salir, decidí dejarme llevar y disfrutar de la noche con ellos.

Propuesta Laboral ©Where stories live. Discover now