La espesa oscuridad del salón, interrumpida por la tenue luz del televisor, alumbraba de lleno el rostro de mi padre, sumido en un sueño profundo. Del cuarto de baño llegaban unos sonidos que indicaban la preparación de mi madre para ducharse, y más tarde, el sonido del agua corriendo para calentarse.
Me incorporé en el sofá hasta quedar de pie, en calcetines. Jase me miró desde abajo, con algo de preocupación.
-¿Vamos a dejarles aquí, así? Papá se acabará dando cuenta de que mamá no es ella misma, pero de momento sabe que no quiere que te vayas.
-No sé qué le pasa a mamá, Jase. Pero sea cual sea la respuesta, puedo anticiparte que no la encontraré aquí.
Le hice un gesto con la cabeza para que viniera conmigo. A la larga, más de una vez a nuestra madre le habían pasado cosas extrañas o había tenido una discusión injusta con Jase, y le había ayudado a salir de casa. Esa era nuestra estrategia porque habíamos comprobado que lo contrario no servía de nada; dejarles solos en casa hasta que superasen el momento.
Unos minutos después, ambos corríamos por nuestro barrio, intentando salir de él lo más rápido que fuera posible. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya estábamos lo suficientemente lejos como para caminar tranquilos. Mi madre saldría al cabo de un rato de la ducha creyendo que sí nos había dejado salir.
-Yo voy a dar una vuelta, tú ve al entrenamiento. No me apetece estar en medio de adolescentes futbolistas.
-¿Estás seguro?.-le dije preocupada.
-Sí, tranquila. Si pasa algo te llamo.
Dejé marchar a mi hermano con el ligero deseo de pedirle que viniera conmigo. No estaba yendo al instituto y por tanto, lo de hacer amigos todavía no le había preocupado de más. Pero dejando eso a un lado sabía bien que le encantaba Axel Blaze. ¿Un entrenamiento del Raimon en directo y a menos de diez metros? Era muy raro.
Cuando había caminado ya lo suficiente como para creer que aunque quisiera alcanzarlo, con métodos humanos, no habría podido, llegué a la conclusión de que perder a Yohana y además tan pronto le estaba afectando lo suficiente como para haber perdido interés en casi todo, y decidí que dejarle sólo era la mejor idea.
Divisé a lo lejos el instituto Raimon. Ya se escuchaban algunas voces dando indicaciones y patadas al balón, así que supuse que el entrenamiento había empezado.
Antes de salir de casa me había calzado, evidentemente. Pero por un momento hasta temí seguir en calcetines.
-¡Hola Ren!.-dijo Silvia al verme entrar.
Alcé la cabeza y al verla, sonreí con la certeza de que no estaría sola. Me senté con ella y otras dos chicas en el banquillo. De pie, más cerca de la línea que delimitaba el campo, estaba el entrenador.
Aquellas dos gerentes, de las cuales sólo una me prestó atención, tenían mucho interés en el estudio de los movimientos de los jugadores. El porqué de una de ellas estaba claro; anotaba todo lo interesante en una libreta. Tenía el pelo rizado y azul oscuro. Unas gafas rojas le apartaban el pelo más largo de la cara. La otra, de pelo rizado, castaño y muy largo, parecía centrarse bastante en Mark y Axel.
-Ella es Celia.-dijo Silvia apuntando a la peliazul.- y la otra es la empanada de Nelly.-continuó con una risa inocente.
Nelly la miró hinchando las mejillas, fingiendo indignación o puede que hasta no la fingiera. El caso es que no nos prestó atención. Siguió observando a los jugadores con una extraña insistencia en fingir que no estábamos allí.
-Soy Celia Hills.-cambió de tema.- Hermana de Jude Sharp y del club de periodismo, por si te interesa.
-Puede que me termine apuntando. No sé, hay muchos clubes en este instituto.- dije, mirando el edificio, sin querer distraerme demasiado.- Oh, lo siento, no me he presentado yo misma. Me llamo Renée Evans, cumplo quince años a finales de este año y tengo un hermano mayor muy emo... la verdad es que no hay mucho más que decir de mí.
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mírame ;; axel blaze.
FanfictionAxel Blaze no esperaba que su vida cambiase por completo. En una de las decisiones drásticas de su padre acabaría mirando a los ojos a Renée Evans. Ninguno de los dos tenía ni idea de que aquella primera mirada repentina desencadenaría el mayor caos...