Cap. 14: Ojalá.

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Evidentemente me sentaba de maravilla. Poder ver cómo Nelly me miraba casi suplicante. En los siguientes días se dedicó a pasearse con las mismas chicas que semanas antes me habían acorralado, exigiendo que abandonara la idea de verme con Axel aunque no tuviera ni idea de lo que vendría después. Pero ellas se habían dado cuenta de que si en algún momento querían su favor no podían tratarme como una mierda, así que no me trataban, ni les gustaba la idea de pasar tiempo con ella cuando Axel estaba delante. 

No parábamos de tener conversaciones de pareja, por no hablar de todos los discursos que me soltaba mi hermana acerca de lo poco convencional que resulta guardarle tanto rencor a una persona. Pero sinceramente, mis principios me habían dejado de importar en parte. Cada vez que veía la cara de aquella chica sólo podía recordar la cara que tenía Axel cuando lo vi después de tres días desaparecido. Las ojeras, los ojos rojos. La piel pálida, las lágrimas secas. Sentía que tenía un enorme y profundo corte que ocupaba toda mi alma desde el momento en que le había visto así y había sido culpa suya. No podía, de ninguna manera, perdonarla. No todavía. 

A quien sí podía perdonar, era a Enzo. Al fin y al cabo, en algún momento me convencí, o me convencieron de que era una absoluta tontería perfectamente comprensible. O eso, o que estaba muy de acuerdo con el hecho de que no podía crucificar a alguien cada vez que me daba problemas con mi novio, o al menos no de esa manera. Xavier a veces me hacía sentir como una chica posesiva y pesada, aunque evidentemente no le seguía demasiado el juego. Porque yo no era así. ¿No?

Al día siguiente de la maravillosa noticia, se corrió la voz de que la chica nueva había llegado al instituto. La primera mitad de la mañana consistió en forcejear para encontrarla, y en el recreo Axel y yo paseamos de un lado a otro del instituto buscando una cara no conocida. Claro que mi poca atención no era demasiado valiosa en aquel sentido, pero él se conocía todas y cada una de las caras del Raimon. 

Lo más triste en cualquier caso es que no la encontramos, sino ella a nosotros. A quinta hora, cuando había dado todo por perdido, en la clase de Biología el profesor se plantó delante de nosotros con una cara que nunca antes habíamos visto en ella y por esa misma razón supimos lo que venía después. Una figura algo mayor de mi tamaño, pero no notoriamente, con curvas en su justa medida y algo más que hueso bajo la piel se presentó, caminando ligeramente encogida, y desde luego no por frío. Vestía la ropa del Raimon bajo un abrigo deportivo. Había atado un moño de forma despreocupada, teñido de varios colores. Cada mechón, de uno. Tenía la piel aceitunada y los ojos verdes. Ciertamente, era una chica preciosa con aires de insatisfacción con todo lo que le rodeaba, y fue por esa razón por la que supe que me caería bien. 

-Os quiero presentar a Rowan Jefferson. Es nueva en el instituto Raimon, aunque viene del Alpino. Espero que seáis amables con ella, y todo ese rollo. Siéntate, en todas las mesas hay parejas así que tendrás que hacer línea con una. 

Tragó saliva con fuerza, de forma que los que más atención le prestábamos nos dimos cuenta al instante de que, a pesar de su apariencia rebelde estaba exageradamente nerviosa. Axel me dio un codazo desde mi derecha y me miro con picardía. 

-No irás a añadir a la nueva a la mesa.-me susurró. 

-No seas malo, como dices, es nueva. Necesita sentirse cómoda, y qué mejor que sentarse con Blaze y su pareja para triunfar el primer día. Aunque me duela admitirlo, la sociedad cree que somos lo que quiere, así que, de algo tiene que servir. 

-Ren, olvida tus discursos. Me gusta sentarme contigo en clase, no me haría mucha gracia cambiar eso. 

-Sólo hasta que se adapte.-supliqué. 

Le hice un puchero de broma, pero a juzgar por su sonrisa estuve segura de que no le importaba más de la cuenta. Amplió mucho la curvatura de sus labios y miró de frente a la mesa con los ojos cerrados. Pero la diversión en su rostro, de a saber qué en lo que estaba pensando, se coló como un hilo reptante irregular desplazado en la distancia que separaba su sonrisa de mis ojos, mezclándose con el aire que respiraba, y haciéndome sentir que no resistiría las ganas de besarle cinco minutos más. Respiré muy hondo de nuevo, desviando la mirada de Axel a Rowan. Le guiñé un ojo a la chica al instante, que afortunadamente me estaba mirando. Sonrió, y casi a pequeños saltos de consejo llegó hasta nuestra posición. Di gracias a Dios por tener sitio de más. Pero di aún más gracias, aunque en parte me pese, por el hecho de que no nos sobraba excesivo espacio; por esa razón me senté todavía más cerca de Axel.

mírame ;; axel blaze.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora