Cap. 12: Mis razones para quererte.

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Tengo que admitir que el miedo casi pudo conmigo en los primeros días de la semana siguiente. Axel no aparecía en clase, no respondía llamadas ni veía mensajes. Varios del equipo decían que habían visto a su hermana con cara de pocos amigos entrar a la escuela y salir totalmente sola, con sus amigas a varios metros por detrás, caminando todas juntas en silencio y divagando sobre fantasías que podrían tenerla así. 

Pero evidentemente los del Inazuma Japón sabíamos qué era lo que le pasaba. Cada día, en el entrenamiento, no podía evitar sentir que los demás estaban enfadados conmigo por ser "responsable" de la ausencia de Axel. Nadie terminaba de culparme, porque sabían de sobra qué era lo que había pasado, pero yo me sentía culpable. 

Tenía miedo de haber perdido también a Axel. Padecía un miedo muy egoísta de perderle. No estaba pensando tanto en el dolor que me causaría saber que había estado mal por mi culpa, aunque sabía que era así, como en la sensación de perderle. Pensar en perderle y haberle hecho daño. En parte lo primero aliviaría un poco lo segundo. Le había hecho daño pero al menos no volvería a hacerlo. 

Y todo eso fue lo que pensé en una hora de clase, el primer día. Pero en la segunda, tercera hora. En la cuarta y en la quinta. En la sexta. Pensaba otras muchas cosas que no tenía ni idea de hasta qué punto eran lógicas. Me sorprendí a mi misma dándome cuenta de que era perfectamente capaz de darle mil sentidos a una sola cosa. 

De todos modos, al tercer día no fui capaz de soportarlo más. Y eso que sólo llevaba tres días sin saber nada de él. Estaba muy asustada. Casi aterrorizada. Pero buena o mala, quería la verdad, como siempre. Aunque aquel era otro de muchos ejemplos de que la presencia de Axel en mi vida invalidaba todas mis características o principios personales si se trataba de él. 

Xavier me prometió que me acompañaría. No estaba segura de querer, pero llevaba muchos días en silencio para hablar entonces, para rechazar algo que no estaba segura de no querer. 

Bright me había propuesto irme a vivir con ella y como mínimo me atraía la idea. Repito que seguía sintiendo cariño por mis padres humanos, pero todo se había amainado con el descubrimiento de mi familia de sangre. 

Sabía que Elijah y Enzo también irían a vivir a casa de Bright, que resulta que no era sólo suya. Aquella era una herencia familiar; la casa donde había vivido toda la familia Robinson desde hacía mucho tiempo, hasta cuando Madre murió.

Así que, cuando llegué al piso donde seguían viviendo los Evans, mi habitación estaba medio vacía. La única razón por la que iba realmente allí, era para eso, y para pasar tiempo con ellos. A pesar de todo, dudaba que pudiera abandonar la rutina de ir a visitarles. Al fin y al cabo, no había tenido más familia que ellos y Jase hasta hacía unos días. 

Hice un par de maletas que había dejado vacías allí al día siguiente, y ya no quedaron más cosas mías que las sábanas, que en cualquier caso, les pertenecían a ellos. Le solté una sonrisa muy cariñosa a mi madre, ya en la entrada, y salí de allí. Sabíamos de sobra que aquello no tenía nada que ver con una despedida. Que al día siguiente a la misma hora aparecería allí y les haría compañía mientras comían. Ni siquiera estaba segura de que, con el tiempo, no me fuera a arrepentir de ir a vivir con mi familia. Todavía no los conocía, en realidad. 

Pero a medio camino de la mansión de los Robinson, estaba la casa de Axel. Así que en lugar de continuar mi camino y aparecer más tarde, escondí un poco las maletas tras el muro, y me acerqué a la puerta de entrada. Aquel edificio no pertenecía sólo a los Blaze, ni mucho menos. Si no me equivocaba, allí vivían decenas de familias, así que no me costó nada abrir la puerta de entrada. Pero otra cosa muy distinta fue cuando, después de subir muchas escaleras, evitando el ascensor por darme tiempo para pensar, me vi delante de la puerta de su casa. No sabía si su padre estaba enterado, o su hermana, pero por las noticias que tenía era muy probable. Y si era así, no estaba segura de que la razón les fuera a acompañar y no me iban a cerrar la puerta de golpe. 

mírame ;; axel blaze.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora