Capítulo 9.

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Si se preguntan si nos besamos luego de todo lo que dijo, la respuesta es no. 

Me sorprendió el hecho de que West no intentara aprovecharse de nuestra cercanía ni de mi debilidad del momento, él simplemente esperó una respuesta y yo logré hablar como una persona sensata que unas horas atrás besó a su mejor amigo. 

Tenía tanto en lo que pensar que rechacé su aventón a casa y decidí caminar de vuelta, y aquí me encuentro; acostada en mi cama con la vista fija en el techo y a un par de horas de que la escuela empiece. 

Intenté dormir, pero mi mente parece no querer olvidar el rostro de mis dos mejores amigos. 

(***)

—¿Qué te ocurrió? Luces fatal —el primer comentario de mi amigo inglés al verme hace que ponga mis ojos en blanco.  

—Anoche no pude dormir ni siquiera cinco minutos. —respondo en un gruñido. 

—¿No dejaste de pensar en mí? —bromea el rubio, pero al ver que no estoy para ese tipo de comentarios vuelve a hablar —Ya, en serio, ¿qué ocurrió? 

—La pregunta es qué no ocurrió, mi querido amigo inglés. 

—Tenemos toda la clase de matemáticas para que me cuentes. —Will me sonríe encantadoramente, con ese positivismo tan característico de él. 

Río de manera incrédula. 

—Tienes tantas cosas que aprender sobre esta escuela, querido Will. —intento hacer una mala imitación de su acento, cosa que lo hace reír. 

—¿A qué te refieres? 

—Solo basta una palabra en la clase del maestro Donovan para que te envíe a detención, es imposible contarte toda una historia, William. —le cuento a mi amigo, y en cuanto termino él se detiene de golpe. —¿Qué? 

Una retorcida sonrisa se estira por su rostro. 

—Puede ser muy pronto para esto, pero... ¿te gustaría faltar a esta clase conmigo?—extiende su brazo de manera cortés, esperando a que entrelace el mío.

¿Contarle mis problemas a Will y evadir la clase del señor Donovan? 

No tardo ni un segundo en corresponder su gesto. 

—Oh, es usted muy encantador, señor Fitzpatrick. —comento sonriente mientras nos desviamos hacia el campo de fútbol americano, el único lugar de la escuela en donde los maestros casi nunca aparecen.

Una vez llegamos al campo, nos escondemos bajo las gradas, en donde la mayoría de parejas de la escuela van a tener una escena subida de tono sin ser molestados. 

En cuanto nos sentamos, comienzo a relatarle toda la historia a mi amigo, desde cómo eran las cosas antes de mi viaje a Australia, lo extraño que me vieron los chicos en cuanto bajé del avión y lo que había ocurrido en la fiesta de James. 

Para cuando terminé, mi garganta ya se encontraba seca y posiblemente quedaban menos de diez minutos para que al fin fuera la hora de almuerzo. Durante mi narración, el inglés a mi lado se limitó a asentir y murmurar pequeñas expresiones de asombro, por lo que ahora me encontraba esperando su opinión acerca de todo. 

—Veamos... —recuesta todo su peso sobre sus manos, un poco más atrás que su torso —Desde que llegaste tus dos mejores amigos desde que tienes memoria han estado actuando extraño y tú tienes sentimientos por ambos y estás confundida. 

Suelto una carcajada, la cual suena más exagerada de lo que me hubiese gustado. 

—¡No! —me defiendo —¡No tengo sentimien...!

Being a Girl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora