5. Lobos

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Ya han pasado al menos tres semanas, desde el accidente y la noticia.

No he sentido ningún cambio, todo sigue exactamente igual que antes, la única diferencia es que no puedo salir del lugar.

La cabaña no es desagradable, es acogedora, siempre hay comida y Magnus tiene una magnífica biblioteca, de este modo suelo pasar el tiempo.

—¿Cuando lo sabremos?

—Saber que Alec...

— No he cambiado, no tengo señal de ninguna otra cosa... ya sabes.

— Si lo que quieres decir es "¿es posible que no cambie?" No Alexander, cambiaras y eso será pronto.

— ¿Pronto?

— La Luna llena está cerca.

Demonios.

— ¿Dolerá?

Magnus deja lo que esta haciendo en la cocina y se sienta cerca de mi. Tan cerca que soy capaz de sentir el calor que su cuerpo emana.

— Alec... no te voy a mentir, la primera transformación siempre es la más dolorosa, sufrirías, perderás el control de tu cuerpo y por ende no sabrás qué hacer como un lobo. —Trago grueso, pues no sirve de nada negar que tengo miedo. — Y yo estaré contigo a cada paso, como tú alfa y como tú amigo.

— Gracias Magnus.

Posa su mano en mi hombro y lo acaricia suavemente.

—Luego de esa vez... sabremos lo demás.

—Si.

—Bien.

Asiente y sigue en la cocina.

— Por cierto ¿donde están todos?

— Bueno, los lobos que saben controlar su transformación, pueden hacer lo que quieran, tratan de vivir una vida normal y eso es lo que hace mi manada.

— ¿Y tú?

—Yo... bueno, soy el alfa, tengo la obligación de cuidarlos a todos y ver por su seguridad, eso es lo que hago, es mi trabajo.

— Pero también eres humano. Debes tener familia, amigos... novia.

Siento mis mejillas sonrojarse, no puede entender el porqué de mi pregunta, es solo que Magnus me parece una... buena persona... atractiva buena persona.

— Mi familia... murió hace años.

—Lo siento, no debí preguntar. Olvídalo.

— No, está bien. Verás mis amigos son toda mi manada y también son mi familia, son la gente por la que velo y de los que cuido. Y con respecto al tema de "novia" bueno no tengo una relación, desde hace un buen rato, así que tienes oportunidad.

Por poco escupo el agua que tenía en la boca.

—No... yo... no... no era eso...

—Lo entiendo, solo bromeo.

Lo veo reír y creo que es la cosa más hermosa que he podido ver.

Cuando lo veo de nuevo, me indica que me siente en la mesa.

—Come, lo necesitarás.

—Gracias.

—Alexander... todo estará bien. Lo prometo.

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