6. Luna llena

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La luna llegó.

Tengo miedo y lo demostré dando vueltas por toda la casa, durante horas.

Magnus me pidió que no me preocupara y me prometió estar.

Pero eso no hace que me afecte menos.

En cuanto comienza a oscurecer, Magnus me llama al sótano del lugar, es un lugar cubierto de paredes acolchonadas y la puerta es de metal, es fácil descifrar el mensaje.

Nadie entra y nadie sale.

—Te quedarás aquí. Será más fácil para nosotros.

—De acuerdo

—Yo estaré contigo, justo aquí.

Me señala una de las esquinas del pequeño sótano.

Asiento y comienzo a analizar todo con más detalle, el lugar está vacío, a excepción de una especie de grilletes y unas cadenas, no puedo evitar regresar mi mirada a Alec y levantar una ceja en señal de duda.

—Oh... eso es solo... si es muy necesario o si tú lo quieres.

—Es para que no lastima a nadie ¿cierto?

—Exacto. Te explicaré un par de cosas antes de que pase ¿si?

—Mhm

— Cuando seas lobo, tú lenguaje será distinto, nosotros los lobos podemos comunicarnos mediante imágenes, guardamos los recuerdos de ciertos lugares y los mandamos como una fotografía al resto de la manada, y será la forma en que lo hagas. Existen ciertos lobos que crean un vínculo y hacen que esto sea aún más fuerte, casi como si hablaran, es una conexión única.

— ¿Pasa muy a menudo?

— No, son muy raros estos casos y solo le pasa a los destinados.

—¿Destinados?

—Parejas que nacen con un lazo único y que es básicamente irrompible. Una verdadera historia de amor.

—Si

No decimos más, durante un rato, hasta que comienzo a notar pinchazos en mi espalda baja, unos que no estaban antes.

Me doy cuenta de que empiezo a sudar frío, mi cabeza duele, como si estuviera a punto de estallar.

— ¿Te sientes bien?

— No, creo que empezó.

Empezó, lo sé, incluso cuando nunca he paso por esto.

— Tranquilo Alexander, respira.

Magnus se acerca a mi y comienza a crear círculos en mi espalda, cada roce hace que me estremezca y aun en mi estado, se que ese estremecimiento es distinto a mis escalofríos.

No puedo controlar los temblores, ahora todos mis sentido se intensifican.

Decido hablar, porque me hace sentir mejor y porque si digo cualquier estupidez, puedo justificarlo con la agonía que estoy pasando.

— Esto es peor de lo que parece.

— Hey, Alexander mírame.

—Duele... mi espalda, todo.

— Tienes unos ojos hermosos.

—Estoy sufriendo en dolor y tu ... ¿tu observas mis ojos?

—Claro, eso me tranquiliza.

Observó sus ojos al fin y el verde dorado de ellos, me hace perder la noción de los dolores durante un momento, su mirada es cálida y llena de confianza, mi brinda confianza, como la primera vez.

— Tienes razón, tus ojos son tranquilizantes, son hermosos.

Magnus esta por conteste, cuando un fuerte grito sale de mi boca y todo comienza a colapsar.

Dejo de estar consciente de todo y mi dolor sube a un nivel que nunca antes conocí y entonces, todo se detiene.

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