18. Leyendas

158 31 5
                                    

[Alec]

La nieve golpea en el cabello negro del menor, quien no puede despegar la vista de Magnus.

No podría negar que está asustado por lo que escucho y por lo que los otros planean hacer, pero le asusta más la mirada del mayor quien no para de mirar en la dirección en que las voces desaparecieron, como si esperara que regresaran de pronto y atacaran.

El conoce poco de lo que puede pasar, pero no se necesita conocer demasiado para saber que desean acabar con ellos.

— ¿Magnus?...

Se atreve a preguntar al ver como el otro comienza a temblar.

— Debemos regresar a la cabaña Alec... ahora.

No le da tiempo de contestar, pues de inmediato regresa a su forma de lobo. El ojo azul deja la manta dentro de la cueva y le sigue.

Una vez en la cabaña, todo se derrumba.

— Tengo que ponerte a salvo.

— Magnus espera...

Pelea con la manga de la playera y ve al otro hacer lo mismo con los pantalones.

— No... ellos te buscan y si te encuentran no quiero saber lo que son capaces de hacer.

— Magnus...

— No puedo permitir que nada te pase y mucho menos por mi.

— ¡Joder, Magnus! ¡Escúchame de una maldita vez!— Se queda estático ante sus palabras y no despega la mirada de él.— No vamos a hacer nada, al menos no sin consultar al otro... estamos juntos en esto Magnus, por lo que entendí si me hacen daño a mi, te matan a ti.

— Si

Es lo único que sale de la boca del moreno.

— Necesitas contarme a qué se refieren con todo lo que dijeron.

— ¿Que parte?

— Todo.

Asiente y guía sus pies a la sala, hasta sentarse en uno de los sillones frente al fuego, el solo lo sigue con la mirada.

— Se dice... se dice que uno de los dolores más grandes es perder a tu destinado, que... es como si te quitaran una parte de tu alma, como si la arrancaran, no se sobrevive a eso y si se hace... te vuele un lobo solitario.

— Pero son solo leyendas ¿cierto?

Magnus suelta una amarga carcajada que hace al menor estremecer.

— Yo creía eso... hasta que lo vi con mis propios ojos. — Le mira por primera vez luego de lo que parece una eternidad. – La chica de la foto que viste el primer día... su nombre es Catarina, era mi mejor amiga, mi hermana, mi consejera y lo más importante mi alfa. Ella encontró a su destinado y lo amo hasta que el tiempo casi acaba con ellos, pero la ironía es... — Toma un gran suspiro y pasa una de sus manos por su cabello. — Que eso no fue lo que la mato, si no un grupo de cazadores que acabo con la vida de su destinado... le dispararon a muerte. Ella lo sintió... yo estaba con ella cuando pasó, el dolor le era insoportable, era como si ella estuviera recibiendo las balas en su cuerpo, lloraba y gritaba y no sabíamos que hacer, porque no entendíamos que pasaba.

— Magnus... no tienes que contarme esto.

Pero fue como si no le escuchara, como si tuviera que decirlo.

— Cuando todo paro... camino por el bosque hasta encontrarse con él o lo que quedaba de él... Ragnor y yo estuvimos con ella durante las horas qué pasó tirada, abrazando el cuerpo de su destinado, era como si sus lágrimas no acabaran... el paisaje era casi irónico, las hojas caían y los cubrían y lo único que pensaba era que no debería estar llorando en ese lugar, sino besándole. Le enterramos y dejamos que Cat pasará su luto... pero no lo hizo, fue como si la mataran a ella también y solo... comenzó a alejarse, hasta el día en que ya no pudo regresar a su forma humana y se alejó de todos, volviéndose un lobo solitario.

— ¿Haz sabido algo de ella?

— No, en ocasiones la veo... pero solo un vistazo rápido, nada más que eso.

— Lo siento.

— Por eso estoy aterrado, no quiero que te pase nada malo, te quiero vivo y te quiero conmigo.

— Tenemos que encontrar la forma de resolver esto Mags.

— Pues no se como hacerlo sin pensar en todas las posibilidades en las que no estás.

— No digas eso.

Solo el silencio del fuego, nada más.

— Ellos mencionaron algo sobre... que yo podía salvarte ¿que quisieron decir?

De nuevo es él quien rompe el silencio.

— Esa es una leyenda.

— La otra también lo era.

— Touche

Río por su comentario y espero su respuesta.

— Se dice que si a uno de los destinados le queda poco tiempo y el otro es reciente... Es una tontería.

— Pues yo quiero escucharla.

Se que sabe que sonrío porque el hace lo mismo.

— Se cree que si el amor va más allá de lo destinado, es decir un amor eterno, real, verdadero o como quieras llamarlo... el "te amo" de esa persona puede hacer restaurar su energía, brindándole al otro la mitad de su vida. Pero es solo una leyenda.

— ¿Crees que pueda ser real?

— No lo se y de todas formas dudo que quieras darme la mitad de tu vida.

Se arrodilla ante él y toma sus manos entre las suyas, mirándolo a los ojos sin separar la mirada.

— No puedes saber eso... nos puede sorprender el rumbo de nuestras acciones.

Magnus le besa en la coronilla del cabello.

— Ya lo veremos, pero por ahora tenemos que arreglar el otro problema.

— Para eso... creo que tengo una idea, pero puede que necesitamos mucha ayuda.

— ¿A que te refieres?

— De verdad no creo que te guste.

Se nos agotaba el tiempo y teníamos cosas que resolver de todas las formas posibles, Magnus deseaba vivir y ser amado y él, luego de lo sucedido en la cueva deseaba regresarle ese amor, de las formas que le fueran posibles.

Lo curioso de los problemas es que cuando se cree tener suficientes, cuando se creer que ya no se puede más, llegan otros que rebasan el límite y que suelen ser los más dolorosos, ahogando los problemas anteriores y haciéndote desear que las cosas regresen a lo que eran antes.

Ellos no lo sabían, pero estaban a punto de experimentar el amargo sabor de esto.

WolvesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora