20. Complicado

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Alec

En cuanto baja de la camioneta el aire frio le golpea, pero por muy extraño que esto pueda parecer, el frio no es lo que le estremece, si no las palabras de su hermana.

Los cazadores resultan ser un gran problema para ellos, no solo tienen que manejar la manada, también deben cuidarse de los cazadores, que por lo que parece empiezan a estar alertas por un ataque.

—¿Qué fue lo que paso?

Magnus le recibe en la puerta y le deja pasar rápidamente, decide que no es buena idea sentarse , pues siente que en cuanto lo haga todo comenzara a desmoronarse.

— Los cazadores. – Son las únicas palabras que logran salir de su boca.

— Ellos dejaron de ser un problema desde hace tiempo, cuando comenzamos a ocultarnos y tener mas cuidado. — Le mira con ojos curiosos y sin saber exactamente que hacer.

— No creo que sea así, no más al menos. – Le mira a los ojos y puede ver como crece la preocupación en la expresión de Magnus.

— ¿A que te refieres? – Al fin pregunta y se pone delante de él.

— Escuche a Isabelle decir que se unira a ellos, al parecer hubo un ataque y temen por su vida y la de sus familias. – Le dice sin agregar más.

— Demonios... — Magnus comienza a alejarse. – No hay un ataque de lobos desde hace años y no puede ser la otra manada, podemos odiarnos, pero jamás violarían ese acuerdo.

— ¿Por qué? – Pregunta el menor, esperando una buena respuesta para esa afirmación.

— Porque no hay nada que temamos más que a los humanos, a la gente que no logra comprender lo que es esto. Nos asesinan solo por ser animales, imagina que pasaría si conocieran toda la historia.

— Seriamos unos monstruos. – Las palabras salen sin más y por una vez agradece no haberlo contado a sus hermanos.

Magnus se acerca al de cabello negro y toma sus manos entre las suyas.

— Tus hermanos no pensarían eso de ti.

— Ya lo hacen... Isabelle asegura que mi desaparición tiene algo que ver con los lobos y esa es la razón por la que se unira a la caza. – Pasa saliva pesadamente, mientras recarga su cuerpo en la pared. – Cuando se entere me odiara...

— No puedes saberlo... — Se acerca a él , de modo que su frente se recarga en su hombro.

— No... pero sabemos que eso pasara.

El único ruido en la habitación es el del fuego y sus respiraciones.

Nadie dice nada más, solo se dedican a pensar como saldrán de esta sin que ninguno salga dañado de alguna forma.

Toma la mano del castaño y lo guía cerca del fuego.

El calor que el fuego le motiva a acercar a Magnus, labios rozándose y manos entrelazadas.

— ¿Por qué tengo miedo de que algo te pase si mi hermana se entera? – Se atreve a preguntar mientras su aliento golpea en la mejilla del contrario.

— Porque yo siento lo mismo si los otros se enteran de quien eres.

— Me haces sentir vulnerable Magnus... y no estoy seguro de que eso funcione en este momento

— No lo hace Alec... me preocupa más tu vida que la mia y un alfa no puede hacer eso.

Sus miradas se conectan y aun cuando existen miles de cosas por decir, cosas por hacer y preocupaciones que tomar, unen sus labios en un beso hambriento y desesperado, como si este dijera todo lo que no pueden decir y lo que desean.

Ocultando los miedos y las inseguridades que les asechan. Se tumban en el sillón y siguen besándose y tocándose, resolviendo aquello que quedo en la cueva, lo que desean.

Comienza a desabotonar la camisa del moreno, hasta sentir el contacto de su piel. El otro hace lo propio con la playera del pelinegro, la cual termina en algún punto de la habitación.

Comienza a besar su torso, hasta que el moreno decide cambiar de papeles y comienza a morder su cuello dejando un camino de marcas por el mismo.

El solo puede gemir y enredar su piernas en la cintura de Magnus, para cercarlo más y hacer el contacto más profundo, desea tanto de él, le desea tanto que resulta abrumador.

— Debemos parar... — Dice mientras sigue besando la piel blanca a su paso.

— No quiero parar Magnus... — Es apenas un susurro, pues el placer le embarga.

Se detiene y busca su mirada, le da un beso en los labios y le ayuda a sentarse en su regazo. Alec, acepta gustoso mientras enreda sus manos en el cabello sedoso de Magnus.

— Lo deseo tanto como tu Alexander... pero una vez que lo hagamos no habrá marcha atrás.

— ¿Qué quieres decir?

— Una vez que lo hagamos te marcare y el lazo... será más fuerte de lo que ya es.

— ¿Y porque es tan malo?

— Porque es como declarar el amor más profundo, el amor que quiero que tengas y que deseo recibir. – Le besa en los labios y este acepta el beso gustoso. – Pero eso quiere decir que nos amamos y que pase lo que pase estaremos, nuestro amor será más fuerte que cualquier cosa, sentiras todo lo que yo sienta y yo sentiré todo lo que tu sientas.

— Complicado...

— Demasiado...

Le abraza y le acerca, dejando que sus cuerpos se sincornizen, dándole paz, al menos por un momento, de la locura que se ha convertido su vida desde la llegada de Alec.

— Al menos podemos dormir así...

— Claro que podemos alfa...

Le besa de nuevo y se acomodan, enredándose entre ellos y protegiéndose de cualquier cosa.

Las respiraciones los llevan a un sueño profundo... uno de los pocos que se tienen aun cuando los problemas estan más cerca de lo que aparentan.

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