Kuroo saca un papel de su bolsillo y lo extiende. Es una dirección y un mapa que dibujó él mismo aquella mañana. El mapa debería conducirlo donde trabaja Tsukishima, pero algo ha salido mal. No ha llegado donde debería. Busca un teléfono público. Siempre hay monedas en los bolsillos de Kuroo.
Tsukishima le contesta dudoso.
—Hey, Tsukki. Soy yo, Kuroo.
—¿Kuroo? ¿Pero qué número es este?
—Estoy en Sendai, vine a ver un piso —le explica—. También te quería ver a ti, pero me he perdido.
—¿Sabes dónde estás?
—En Sendai.
—Ya... ¿Algo más específico?
Kuroo sale de la cabina un momento y lee el nombre de la calle en la que se encuentra. Se lo repite a Tsukishima y también le describe las construcciones y tiendas que hay cerca. Tsukishima guarda silencio.
—Creo que sé dónde estás. No te muevas, iré a buscarte.
Kuroo aguarda al interior de la cabina porque hace frío. Han dicho en el pronóstico que podría nevar y el cielo se ha cerrado por completo. No tarda en divisar a Tsukishima; camina en su dirección, con la mirada fija en el suelo. Kuroo siente como sus mejillas se colorean. Le gusta esa sensación de ya no tener que ocultar que sus mejillas se colorean por contemplar a Tsukishima.
Tsukishima abre la cabina y entra. El vaho que desprende al respirar empaña los cristales de sus gafas. Kuroo intenta no reír. De verdad que lo intenta.
—Así que de aquí llamaste... eres ridículamente hipster.
Kuroo se siente de buen humor. Deja caer su cabeza en el hombro de Tsukishima y sigue riendo. Le sorprende descubrir las manos de Tsukishima rodeando su cuerpo.
—Estás helado —la voz de Tsukishima le produce cosquillas en la nuca—, ¿qué haces aquí?
—Viendo pisos —responde Kuroo y se acomoda en el hombro de Tsukishima—. Ya sabes, tengo que vivir en algún lado. Quería hacerte una visita sorpresa allí donde trabajas, pero no ha funcionado.
—Sí, eso mismo, ¿por qué sabes que trabajo por aquí?
—¿«Por qué»?
—Sí, por qué. No recuerdo habértelo dicho.
Kuroo vuelve a reír. Tsukishima retrocede un paso y alza sus cejas. En sus ojos Kuroo nota que Tsukishima empieza a cabrearse y no sabe por qué eso le encanta.
Cuando se conocieron, la primera vez, Tsukishima no hizo nada por disimular su expresión de hastío. No puede decir que haya sido amor a primera vista, pero algo le produjo. Pese a lo irritado que se veía, su tono de voz permaneciera inalterable. Actuaba tranquilo, sin perder la diplomacia, pero sin dejar de emanar un aura densa, desagradable, que al contrario de la gente a Kuroo no le repelía, le atraía.
Si Tsukishima era como la luna, meditaba Kuroo para sí, probablemente yo sea una polilla.
Pero Tsukishima era algo más que la luna. Kuroo detectó la presencia de un demonio que llevaba años reprimido en aquel cuerpo. Quiso, como nunca, liberarlo.
Movido primeramente por la malicia, Kuroo comenzó a tirar de un hilo invisible, para ver hasta dónde podía llegar Tsukishima. Jugaba con él, tratando de hallar una fisura.
Tsukishima no enfurecía. Las emociones le funcionaban a la inversa, y mientras más se irritaba, mayor era la sonrisa que le devolvía. El demonio se enjaulada más y más, en las profundidades, y Kuroo sintió cómo su propio hilo se enredaba, se rompía. Y descubrió sus propias fisuras, hondas como fosas. Y se halló, desconcertado, incapaz de reconocerse en una foto o frente al espejo. Intentando conocer a Tsukishima fue que se olvidó de su propia existencia.
—¿Planeas salir de la cabina algún día?
Kuroo regresa al tiempo presente, al rostro sereno pero amargo de Tsukishima.
—¿Quieres conocer dónde trabajo?
—¿Les has hablado a tus colegas sobre mí?
—Sí, claro. He publicado una foto tuya en el diario mural, todos mueren por conocerte.
—Es bueno constatar que mantienes tu sentido del humor en plena forma.
Tsukishima se detiene y sus ojos que son amarillos escanean a los de Kuroo.
—¿Cómo será desde ahora en adelante? Me refiero a nosotros.
Kuroo se muere por besarlo en aquel momento, pero no sabe si sea correcto. Ha olvidado ser espontáneo frente a Tsukishima. Han empezado de una forma tan abrupta pero civilizada que todo parece indicar que Kuroo tendrá que llenar un formulario antes de hacer cualquier movimiento.
Y como no sabe qué decir, suelta aquello.
—Podemos rellenar un formulario que ordene nuestro régimen comunitario.
Tsukishima libera una carcajada que le sale de lo profundo del alma. Es el demonio que lleva oculto, que agoniza con tanta dulzura.
Por qué siempre eres tan idiota. Tienes razón, no tiene por qué ser complicado.
Y dicho eso Tsukishima se inclina sobre Kuroo y le quita el aliento con un roce de labios que dura una fracción de segundos. Luego, Tsukishima corre, y Kuroo tiene que salir a perseguirlo.
Kuroo piensa que tantos años con el sarcasmo metido en la sangre no tiene que ser necesariamente malo.
Siente que está por conocer a un nuevo Tsukishima. Siente que están por venirse muchas cosas.
Se siente, de momento, feliz.

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How Can U Luv Me
FanfictionCómo puedes amarme si yo no te agrado. Kuroo x Tsukishima. Otras ship secundarias.