3. Disfrazando identidades

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[Canción en multimedia: Taylor Swift - Out of the woods]



3. "Disfrazando identidades."

Lyvanna


Jackligth, Texas, 2006.

Nerina había muerto.

Realmente había muerto.

Y el corazón se me hundía más de tan solo pensarlo, decidí ir en la parte trasera para soltar lágrimas en silencio. Porque aunque no quisiera, salían, recargué mi cabeza en el vidrio, observando el caos de las calles, casas incendiándose, gente viva, corriendo, autos... y solo parecía el inicio del verdadero inicio.

Y ninguno quisimos hacerlo. Me había aferrado a la mano de Adriel y Leandro, ajena a lo atípico del afecto cuando Santiago murmuró que él lo haría, con simpleza-después de encontrarlo husmeando en la habitación de mis padres-, dejé que lo hiciera, luego, cargó en sus brazos el cuerpo de mi hermana y la llevó a su habitación.

Después de eso nadie más habló. Teníamos que seguir. Habíamos conseguido comidas enlatadas, linternas, radio, todo lo necesario para sobrevivir. O intentarlo.

Suspiré sintiendo algo pesado aplastando mi pecho, era ese dolor que permanece, ahí, contigo, lo sobrellevas pero aún no lo superas.

Adriel manejaba a la supuesta "casa" de Santiago-que, ah, resultó ser hacker (o eso le contestó a Leandro con seriedad cuando le preguntó)-, según él, tenía armas-cuya procedencia dudaba-, porque sin eso... no duraríamos ni dos semanas.

Y para mí pesar, tenía razón. Aun así lo amenacé con que si era un truco para hacernos algo, lo mataría. Y oh, si que lo haría.

Sentí la mano de mi hermano sobre mi barbilla, me hizo girar con suavidad y limpió una lágrima silenciosa, traté de sonreír pero solo formé una mueca.

-Estaré bien -susurré con firmeza. Y lo estaría, por mi bienestar y por ellos. Depositó un besó en mi frente y asintió.

-Lo estaremos.

Mi mirada cruzó el retrovisor y me topé con la intensa y enigmática mirada oceánica del chico, escrutaba mis ojos detenimiento, mi mirada se perdió unos lacónicos segundos en sus labios-envidiablemente-, color cereza, pestañeé y la desvié hasta sus ojos y, ahora un brillo travieso y burlón eran lo que emanaban.

Torcí una mueca y volví a mirar por la ventana.

-No es que me interese su vida familiar. Pero... ¿en qué trabajan sus padres?-preguntó en general el chico de tez blanca.

-Nuestro padre es un funcionario de la alcaldía y mamá es científica. -respondió Adriel. Santiago asintió tecleando con maestría en esa rara computadora.

-Muy bien... otra consulta: ¿en los últimos meses han notado comportamientos raros, o salidas de la ciudad fuera de lo común?

-No y no -respondí solemne. Adriel sonrió con diversión y el brillo travieso de la mirada de Santiago creció.

-Solo hace años la vez que creímos que mamá estaba embarazada -musitó Leandro, y por primera vez, sonreí con sinceridad, con nostalgia-. Pero de ahí, no. Los conocemos, ¿por qué?

Decadencia Apocalíptica © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora