13. Huella del pasado

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[Canción en multimedia: Let me love you - Dj Snake ft. Justin Bieber]



13: " Huella del pasado."


Lyvanna



Jackligth, Texas, 2006.


No quería recordarlo.

Todos solemos tener cosas que deseamos con fervor olvidar, que su recuerdo es tan tormentoso que persigue, que aniquila, y deseamos con todo de sí esfumarlo de nuestra cabeza y de alguna forma... menguar el dolor que provoca.

No obstante, eso seguía en mi cabeza por más que me forzaba en olvidar, todo aquello que había pasado cuando me secuestraron se implantaba en pesadillas y en momentos idos. Ponía todo de mi para hacerlo, sin embargo, cada humillación inhumana que me hicieron pasar seguía merodeando en mi sistema.

Mi palmas ejercieron más presión en el mango de la espada, mi pecho se levantó en una respiración corta y pesada, la balanceé hacía un lado sintiendo la adrenalina fresca por desear emplearla en algo.

A pesar de que él los mató, y pude blasfemar cada instante el instante de sus muertes, no había tranquilidad en mi interior, al menos no por ahora.

Inhalé hondo buscando calmarme y concentrarme en la larga espada que reposaba entre mis manos. Esgrimir era algo que todavía amaba y enorgullecía con fuerza, me gustaba sentir la ligereza de la hoja en el aire y en cómo mi cuerpo se fusionaba con él.

Debía ser tenaz... debía ser fuerte... afrontarlo y superarlo... debía...

De mi garganta brotó un gruñido, mi mente se nubló de repente con cada realidad, desde que empezó esto, cada muerte, cada sufrimiento, cada frustración, rememoré las llagas en mi espalda y en cómo me las hicieron, cerré los ojos con fuerza, y por inercia mi mano se comenzó a mover sola, no fui consciente de nada a mi alrededor. ¡Era débil, maldita sea! ¡Debía olvidar!

Sentía que me ahogaba, en todos los sentidos de la palabra, de mi garganta salían quejas débiles e impotentes, la rabia y el desasosiego que sentía estrujaban mi pecho de una forma dolorosa y estrepitosa, era consciente, o al menos un poco, de que estaba destrozando todo a mi alrededor mientras gritaba incongruencias y las lágrimas pedían salir de mis ojos.

-¡No! ¡Basta, ya! ¡Suéltenme!-sollocé con histeria, y sentí un ardor en la rodilla derecha-. ¡No me hagan débil, déjenme, déjenme!

Sentí un movimiento atrás de mi, sin evitarlo, todas mis defensas se activaron con vigor y alcé la hoja con fiereza hacia atrás. Santiago interceptó mi mano con fuerza, quedando la hoja a unos centímetros de su rostro, jadeé con la mirada vidriosa.

-Suéltala -me pidió, siendo la suavidad y la calma lo que arrullaba su gruesa voz. Lo de la noche anterior me golpeó con fuerza... cada toque, la unión, los suspiros, el deseo...-. Te vas a hacer más daño, Lyvanna, suéltala.

-No...-me aferré más al mango.

-Yo no te haré daño, ¿si? Suéltalo y ven conmigo, por favor.

-¡No!-con histeria grité y sollocé a la vez. Aborrecía sentirme así, que la debilidad domine cada fibra de mi interior, no me reconocía, desde eso que no me reconocía-. Yo no tuve culpa, ¿verdad? Dime que yo no la tuve... me defendí, pero no lo suficiente... dímelo, dime qué no fue culpa mía.

Decadencia Apocalíptica © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora