Lunes por la mañana, primer lunes que no despertaba por los ajetreados movimientos del hospital. Primera vez que se encontraba todo en silencio a su alrededor. La luz entraba por el gran ventanal al lado de la cama, iluminando la habitación de paredes blancas, estanterías aun sin completar, armarios vacíos, maletas a medio desempacar y cajas a rebosar de recuerdos.
La muchacha se sentó lentamente, observando con parsimonia todo a su alrededor, a aquel cuarto al que se debía acostumbrar, porque de ahora en adelante seria suyo. Bajó los pies de la gran cama de sabanas blancas, encontrándose con una alfombra gris de lo más suave.
Suspiro. Las ganas de vomitar le habían llegado como una ola. Eran sus incontrolables nervios, por los mismos que aquella noche solo pudo dormir una hora.
Se paró lentamente y se dirigió al espejo de cuerpo completo al lado de la ventana. Se miró y sonrió; a pesar de su piyama de unicornio, sus ojeras, su pelo arremolinado y la costra de baba en su mejilla, sonrió. Por qué sonreír era su manera de decir que aquel día sería maravilloso.
-¡Ay!- Un lastimero quejido salió de su boca cuando el anillo en su mano pareció descargar una horrible corriente eléctrica.
Lo miro con curiosidad y dolor, analizándolo con lentitud. Y entonces lo vio: Lo que hace unas semanas parecía una pequeña fisura, ahora estaba por partirse por completo a la mitad. El horror se vio reflejado en su rostro ¿Qué significaba eso? De pequeña le habían dicho que no se rompían, que eran de un material realmente resistente y especial. Se puso a pensar si tal vez lo había golpeado o algo, pero no, era muy cuidadosa tanto con el como con la pulsera y el collar.
-¿Señorita?- Una voz femenina se escuchó al otro lado de la puerta, sorprendiéndola. -¿Esta despierta? ¿Puedo pasar?-
Yuna miro la puerta y luego el anillo. Sentía que el corazón se le iba a salir de la boca. Se llevó las manos tras la espalda y se puso recta como una tabla.
-S-si...- Respondió casi gritando.
-Con su permiso.- Una mujer joven y con uniforme de mucama entro al cuarto con una pequeña sonrisa. –Buenos días ¿A dormido bien?- Extendió el uniforme nuevo de Yuna sobre la cama y la miro.
-Buenos días.- Respondió con timidez. No la conocía y eso la hacía sentir algo extraña.
-Sus padres ya se han levantado, al igual que su hermano. La están esperando en el comedor para desayunar.- Le sonrió y se acercó a la puerta. -¿Necesita ayuda con algo más?-
-Ah Eh ¡No! No, no, estoy muy bien.- Se colocó un mechón detrás de la oreja. –En un momento bajo. Gracias...- Sonrió hacia la mujer apenada, debido a que no se sabía su nombre.
-Sophie.- Hizo una pequeña reverencia. –Lamento no haberme presentado, Señorita Daiki-san.-
-¡Ah! Solo Yuna...- Le corrigió con timidez.
-¿Yuna-san?- Pregunto esta vez la mujer.
-Yuna.-
-Yuna.- Se corrigió.
-Sí, así está bien. Gracias, bajare de inmediato.-
La mujer realizo otra reverencia antes de salir del cuarto. Yuna miro su uniforme con una sonrisa antes de dirigirse al baño –lo cual fue lo que más le gusto de aquella habitación, en la que tenia de pequeña no tenía un baño privado- para prepararse.
No eran una familia extremadamente adinerada, solo tenían algunas comodidades obtenidas del esfuerzo y trabajo duro. La familia Daiki tenía una empresa, "crystal stellas", dedicada única y exclusivamente a la creación y exportación de arañas de cristal. Nada de fabricación a gran escala y copias de copias; cada trabajo, cada araña era diseñada al gusto y pedido del cliente, tomándose su tiempo y pasando por rigurosas pruebas de calidad y evaluación de los materiales utilizados. De niña, a Yuna le encantaba el departamento de diseño de la empresa, todo brillaba en aquel lugar.
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Luz y Oscuridad [Todoroki Shouto - BNHA]
Fanfic>>-Al igual que tu hermano, madre y yo, has nacido sin una particularidad ¿Me entiendes? Nunca, jamas tuviste ni has desarrollado una. Perteneces al 20% de la población que nunca tendrá una. Daiki Yuna no tiene ni tendrá una particularidad ¿Me has e...