❄️ CAP. 9.2 🔥

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-¡Todo-sama, buen día!-

Una pequeña de apenas seis años entro corriendo a la diminuta habitación del hospital, sin zapatos, con un peluche de pingüino en una mano y un paquete de galletas en la otra. La mujer no se molestó en despegar su mirada de la ventana ni en responder al saludo de la pequeña.

-No vas a creerlo, la señora de la cafetería ¿La recuerdas? Esa señora que te dije que me miraba feo.- Sentó al pingüino de peluche a su lado y se dedicó a abrir el paquete con sus manitos llenas de pintura seca. –Bueno, hoy me ha dado un postre extra. No es tan mala como creía.-

Pegó unos saltitos en la cama por la emoción, mientras dejaba el paquete de galletas sobre la bandeja sobre la cama. La albina no se molestó en mirarla en ningún momento, sus ojos estaban clavados en el nublado cielo que se veía a través de la ventana.

-Todo-sama, otra vez no te has comido tu desayuno.- Yuna hizo un pequeño puchero, resaltando sus mejillas rellenitas. –Sayumi-san se enfadara contigo ¿Sabes?-

No hubo respuesta.

La señora Todoroki había estado recibiendo las visitas de aquella niña de curiosos ojos dorados desde hace seis meses. La menor se dedicaba a entrar –luego de desayunar- a su habitación, con una gran sonrisa, para hablarle y contarle cosas que pasaban en aquel lugar. Al comienzo, solo pasaba casualmente por el pasillo, y la saludaba; luego se quedaba parada fuera de la puerta a preguntarle cosas que ella no respondía; con el tiempo, se atrevió a entrar a la habitación y como todo niño al cual no se le ponen los limites, poco a poco fue ganando confianza, hasta sentarse en la cama a su lado, donde comía galletas o papa fritas mientras le hablaba de su día.

La mujer no entendía que hacia allí esa niña de mirada curiosa y sonrisa tímida y traviesa. Por la manera que hablaba y se expresaba, o incluso la capacidad que tenía para entender algunas cosas, no demostraban que tuviera algún déficit o problema mental; tampoco se sometía a una quimioterapia o algo que le diera a entender que tenía cáncer o algún tumor maligno.

-¿Qué haces aquí?-

La pequeña peli-azul que estaba hablando de los ancianos que la habían acompañado a comer la noche anterior, se detuvo abruptamente al escuchar la voz rasposa y susurrante de la mayor. Al mismo tiempo que sonrió por la sorpresa, comenzó a dar saltitos en la cama.

-¡Si hablas! Wou ¡Todo-sama ha hablado!- Exclamó con entusiasmo. –Estoy aquí para hablar contigo, Todo-sama, es obvio.- Respondió la pregunta hecha anteriormente.

La mayor negó con lentitud, al fin dirigiendo la mirada hacia la pequeña sentada en la cama, que la miraba con unos brillantes ojos chispeantes.

-Me refiero al hospital ¿Por qué te internaron?- Corrigió.

-Oh eso...- Su postura se volvió un poco más desanimada, y su sonrisa se desarmo por unos segundos, pero luego volvió a donde estaba. –Mami y papi dicen que debo estar aquí por que algo falla aquí arriba.- Señalo con su índice hacia su cabeza.

-¿Fallar?- Preguntó confusa.

-Puedo hacer cosas que no debería hacer ¿Sabes? Pero chissst, es un secreto.- Se llevó un dedo a los labios, en señal de silencio. -¿Tu por qué estás aquí, Todo-sama?- Cambio de tema, mirándola con intensidad.

Sus ojos se encontraron por primera vez y se sintió atrapada en aquellos ojos dorados, que parecían buscar en lo más interno de su alma. Se sacudió en un escalofrió.

-¡Au!- La menor llevo sus pequeñas manitos a sus ojos, cubriéndolos mientras fruncía el ceño.

-¿Q-que sucede?- Por primera vez su rostro expresaba algo más que indiferencia. Estaba preocupada, porque esa señal de dolor por parte de la menor en serio la había asustado. Se sentó al lado de Yuna en la cama, sin ser capaz de tocarla. No quiero lastimarla.

Luz y Oscuridad [Todoroki Shouto - BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora