- Y este será su despacho- terminó Alice con una sonrisa. Abrió una puerta de cristal opaco y con una mano en mi espalda, me empujó hacia adentro. Parecía más emocionada que yo- ¿Te gusta?- preguntó ansiosa.
Tras las puerta se encontraba un ambiente acogedor y de gran tamaño, igual de ordenado e iluminado que el espacio de Harry, sólo que este era un poco más pequeño. Dentro yacía un escritorio con su correspondiente ordenador, un portalápices y una silla reclinabe.
- Perdona que esté así, pero en este piso solo estoy yo rodeada de hombres. Así que me encanta poder tener una compañera- juntó sus manos y dio varios saltitos. Típico de una adolescente enamorada.
- Entiendo...- murmuré pasando mi dedo índice por el borde de la mesa- ¿Y qué tengo que hacer?- dirigí mi mirada a ella.
- Tienes que atender las llamadas, concertar citas según la agenda del señor Styles, atender sus visitas...En fin cosas de secretaria- se encogió de hombros- Te dejaré para que te acomodes, Sami. ¿Puedo llamarte Sami?- asentí sonriente y dejé mi bolso sobre el escritorio.
- Gracias por todo, Alice- me acerqué a ella y la abracé. Un poco sorprendida, me lo correspondió- Eres muy amable- comenté mientras nos deshacíamos del abrazo.
- No hay de que, Sami- movió su mano restándole importancia- Bueno, la agenda del señor Styles está en el ordenador. Si necesitas algo avísame- dijo desde el umbral de la puerta antes de marcharse y dejarme completamente sola, únicamente con el sonido de mi suspiro.
Miré a mi alrededor. Esto no era con lo que había soñado que sería de grande, pero tampoco tenía previsto fugarme con mi hija el día de mi boda y acabar en casa de cinco chicos. Y como bien decía la madre de Forest Gump; la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.
Me acomodé en la silla y un gruñido salió de mí al notar que no era tan cómoda como la de Harry. Tendría que comprarme una almohada para el trasero. Pulsé la tecla de espacio en el teclado y un fondo azul con el logotipo de la empresa apareció en la pantalla de mi computador. Cogí el ratón y me dispuse a trabajar.
Pasé más de cinco horas navegando por todos los archivos de la empresa y la agenda de Harry, comprendiendo poco a poco en que constituía mi trabajo. Me sorprendí al ver todas las visitas y juicios que tenía Harry. En un solo día podía llegar a tener cinco juicios más las visitas de los que defendía. Y además todos eran muy importantes. Cada uno de sus clientes tenían un nombre en este país. La mayoría era millonarios ya que casi me dio un infarto al ver lo que cobraba por sólo una entrevista. Harry tenía razón al decir que no pasaría nada por pagarme dos mil dólares. Yo creo que podía hasta pagarme diez mil dólares y el bufete seguiría ganando dinero.
Seguía con la vista pegada al ordenador, comprobando su agenda para mañana. Mis ojos me empezaban a doler y la aspirina que me había traído Alice hacía una hora no tenía mucho efecto. Había estado demasiado tiempo sin cerrar los ojos para ser mi primer día. Cansada, me quité las gafas, dejándolas encima de la mesa y me recosté en el asiento, cerrando mis párpados. Unos segundos después, alguien llamó a mi puerta. Di un salto, sentándome recta en la silla y me acomodé el pelo. Está era mi primera visita.
- Adelante- mencioné con una sonrisa, intentando no sonar emocionada. La puerta se abrió dejando ver una mata rizada, asomándose por el umbral de la puerta. Borré mi sonrisa y bufé desanimada- Oh, eres tú- dirigí mi vista al ordenador y seguí tecleando. De verdad esperaba que fuera alguien famoso o por lo menos importante.
- Yo también tenía muchas ganas de verte, cariño- ironizó Harry entrando. Cerró la puerta y caminó hasta colocarse delante de mi escritorio. Solté una risita ante su comentario y lo miré, dejando de teclear.
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Madre y novia a la fuga |H.S|
FanfictionSamantha es una chica de veintisiete años que está a punto de cometer un gran error: casarse con un hombre que, por desgracia, no amaba. Sin embargo, en el último momento, Samantha decidió que no iba a echar a perder su vida casándose con el magnate...