Harry me tendió el dinosaurio con una sonrisa tranquila, como si no hubiera sucedido nada entre nosotros hace unos instantes. Respiré hondo, intentando calmar el revoltijo de emociones que habían en mi estómago y cogí el muñeco de sus manos.
- Gracias, pero hubiese podido sola- comenté con aire de superioridad, rompiendo el silencio incómodo. Harry soltó una carcajada y negó divertido.
- Por favor, si casi sales volando por la presión del agua- se burló cruzándose de brazos.
- ¡Eso es mentira!- exclamé reprimiendo una risa. Harry tenía razón. Entre que peso poco y que el chorro salió del cañón con una fuerza sobrehumana casi me caigo de culo contra el suelo.
- Eso es verdad y lo sabes- dijo con una sonrisa burlona. Rodé los ojos y achuché el dinosaurio entre mis brazos. Era muy suave y estrujable.
- ¡Mami!- exclamó Elena emocionada, corriendo hacia a nosotros. Louis y Niall caminaban a unos metros detrás de ella un poco pálidos. Niall sujetaba a Louis por los hombros mientras los dos caminaban en zig zag. Creo que las tazas no había sido una muy buena idea.
- Joder, soy demasiado mayor para estas cosas- se quejó Louis cuando ya estaban delante nuestro, sobándose la frente. Elena abrió los ojos y lo señaló acusadoramente.
- ¡Palabrota!- gritó mi niña mirándome sin dejar de señalar a Louis.
- Tiene razón, Louis. Has de pagar un dólar de multa- expliqué al ver el rostro de confusión del castaño. Unos meses después de que Elena comenzara a hablar, soltó varias palabrotas por culpa de su padre, ya que él era un mal hablado. A si que, para que no las volviera a decir y la castigaran en clase por compartirlas con sus compañeros, decidí poner una norma. Cada vez que alguien decía una mala palabra tenía que pagar un dólar. Y la verdad, tuvo mucho éxito. Elena dejó de decir palabrotas y con ese dinero nos pagamos las vacaciones. Harry y Niall rieron y mi hija movió su mano, indicando a Louis que debía pagar.
- No jodas. ¿De verdad tengo que pagar un dólar?- me preguntó incrédulo.
- Ahoa dos- respondió Elena con una sonrisa victoriosa. Louis bufó molesto y, a regañadientes, sacó su billetera y le dio dos dólares a mi hija. Esta los miró y luego me los tendió, ya que no sabía donde guardárselos- Tenemos que hacer oto pote- me avisó mientras yo guardaba los billetes en mi monedero.
- Cuando volvamos lo hacemos ¿vale?- hablé sonriendo. Me encantaba hacer manualidades con mi pequeña. La vista de Elena se dirigió al muñeco que tenía entre mis brazos y chilló emocionada, arrebatándomelo de mis manos. Genial, acabo de quedarme sin mi dinosaurio.
- Graxias mami, eres la mejo- le dio un beso en la mejilla al animal y lo abrazó.
- Espera...pero...no...e-ese era...mío- susurré triste. Podría parecer egoísta, pero ella ya tenía su peluche que le regaló Niall hace unos días. Y este peluche me había costado perder mi dignidad frente a Harry. Elena no me escuchó por culpa del ruido de las otras atracciones y yo suspiré rendida. Esta noche también tendré que dormir sola y abrazada a un cojín.
- Oye princesa Lena- Harry se agachó a su altura- ¿Porque no consigo ese elefante rosa para ti? Así tu madre puede quedarse con el dinosaurio- sugirió con una sonrisa de lado. Oh dios mío, le debo otro gran favor a Harry. Elena miró el muñeco que tenía entre sus brazos y luego al peluche rosa que había señalado Harry. Asintió efusivamente, tendiéndome el dinosaurio de vuelta y el rizado se enderezó, dispuesto a conseguir el peluche.
- ¡Yo te lo ganaré, princesa Lena!- gritó Niall con el puño elevado, en forma de ganador.
- ¡No! ¡Yo te lo ganaré!- corrigió Louis situándose al lado de Harry, delante del mostrador.
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Madre y novia a la fuga |H.S|
FanficSamantha es una chica de veintisiete años que está a punto de cometer un gran error: casarse con un hombre que, por desgracia, no amaba. Sin embargo, en el último momento, Samantha decidió que no iba a echar a perder su vida casándose con el magnate...