Parte 40

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Cimetière du Montparnasse

Lunes 5 de Febrero del 2001

18:00

Aquel día estaba medianamente fresco.

Pero aún así mi madre fue desabrigada.

Llevaba solo un vestido negro de mangas largas.

Marcos nos miraba de reojo desde el otro lado del ataúd.

Vi que habían cerrado el cajón y lo estaban enterrando.

Mi madre me había explicado que sólo las almas van al cielo y los cuerpos se quedan aquí.

Y cuando un cuerpo ya no tiene alma, hay que enterrarlo.

Le pregunté porque no lo enterraban a Marcos.

Ella río ante mi ocurrencia y dijo "Todos tenemos alma hijo, sólo que algunas son más bondadosos que otros".

Nos acompañaba mi tía Elena, también se rió ante mis palabras pero se quedó muda.

En medio de toda la multitud lo vi a mi padre.

Llevaba mucho sin verlo.

Corrí a sus brazos.

—¡Papiiiiii!

Marcos abrió muy grande los ojos, más cuando pasé por su lado y lo ignoré.

Lo abracé a mi padre.

Mi padre me abrazó, tenía una sonrisa triste en su rostro.

¿Cómo ha estado mi gatito heroico?

—Muy bien –Lo abracé– te extrañé mucho papá, no sabía cuando te iba a ver de nuevo.

★★★

Tiempo Tardé (1#CB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora