El estadio entero está festejando la victoria del Donny. Los jugadores entraron al vestuario minutos antes, al igual que mi objetivo.
Camino hacia la entrada de los vestuarios del equipo local y, cuando voy a entrar alguien me lo impide. Un hombre de casi dos metros me mira serio. Da miedo.
—Señorita, me temo que no puede entrar ahí —dice. Hago mi mejor cara de niña buena y pienso una excusa. necesito entrar ahí a como dé lugar.
—Mi novio me está esperando —digo. Y claramente no me cree.
—¿Y se puede saber quién es su novio? —pregunta cruzándose de brazos. Los músculos se le marcan completamente y cada vez impone más.
—Louis Tomlinson —respondo. Le sonrío mordiéndome el labio—. No querrá que él se enfade con usted por no dejarme pasar ¿cierto?
Se lo piensa unos segundos y después se aparta dándome paso al interior de los vestuarios. A medida que camino por los pasillos blancos, el ruído de las duchas se hace presente, al igual que algunos gritos histéricos de varias mujeres. Al final del pasillo, me encuentro una estampa para inmortalizar en una foto.
Louis Tomlinson práticamente desnudo, con una simple toalla atada alrededor de sus caderas, y con el pelo lleno de jabón, discutiendo con cuatro mujeres. Ella parecen estar reprochándole algo.
—Me dijiste que yo era especial y me encuentro con ellas —dice una rubia.
—Melissa, por favor, ya te dije que os lo explico luego —dice él claramente agobiado.
—Me llamo Samantha —dice la rubia cada vez más enfadada. Después las otras tres comienzan a hablar al mismo tiempo que la tal Samantha y ya no consigo entenderlas. Louis levanta la mirada hacia mí.
—Oh por Dios, ¿otra más? ¿Es que os habéis puesto de acuerdo? —se queja.
—Te espero fuera, necesito hablar contigo. Aunque dudo que si quiera recuerdes mi nombre —me doy media vuelta y salgo por donde vine. Sé que las chicas me están siguiendo, y afuera me encuentro cara a cara con ellas.
—¿A ti también te engañó? —pregunta una de ellas— ¿También te hizo sentir especial y al día siguiente ni se acordaba de tu nombre?
—Desde luego me hizo sentir especial, es su especialidad, pero obviamente no le creí. Ni siquiera logro entender como vosotras lo habéis hecho. Por favor, la vida de PlayBoy de Louis es bastante conocida. ¿Enserio pensabais que cambiaría por vosotras?
—¿Y qué tenemos nosotras de malo? ¿eh? —la rubia dice cabreada.
—No tenéis nada malo, simplemente, ¿por qué debería conformase con una si puede tenerlas a todas? —metí las manos en el bolsillo de mi abrigo y esquivé a las chicas para caminar hacia la salida del estadio.
—¡Hey! ¿y ahora a dónde se supone que vas? —me pregunta una de ellas— ¿No tenías tantas ganas de hablar con él?
—Sí, pero si me quedo aquí hablando con vosotras estoy segura de que no lo conseguiré. A estas alturas debe estar saliendo por la puerta trasera. Es un cobarde.
Me doy media vuelta y busco la salida. Rodeo parte del estadio hasta que encuentro la salida de los jugadores y, efectivamente, allí está Louis.
—¿Intentando huír? —pregunto. Louis se sobresalta y se da la vuelta lentamente, mientras maldice en voz baja— Tranquilo, yo no vengo a reclamarte nada, solo quiero hablar contigo.
—Si me ayudas a deshacerme de esas cuatro locas haré lo que quieras —y como si las hubiera invocado, allí estaban otra vez.
—¡Eres un tramposo, y un mentiroso! —gritó la rubia— ¡Rastrero!