Y de nuevo en casa de Louis. Él deja mi maleta en medio del pasillo y entra a un cuarto, después de unos minutos vuelve a salir, agarra mi maleta y entra. Decido seguirlo, y me encuentro con una enorme habitación. Tiene una enorme cama matrimonial en medio, y la decoración... pues igual que el resto de la casa. En blanco y negro. En una estantería tiene algunos trofeos y fotos de él jugando al fútbol.
—Dormirás aquí. Te he dejado sitio en el armario —dice. Louis sale del cuarto, y yo abro mi maleta para empezar a guardar todo en el armario, el cual también tiene ropa de él. Esto no me da buena espina.
Cuando termino de guardar mi ropa, cojo mi pijama y me lo pongo, justo a tiempo, porque un segundo más tarde, Louis entra de nuevo en el cuarto, y comienza a desvestirse.
—¿Piensas dormir aquí? —le pregunto.
—Es mi cuarto.
—¿Y no hay otro en el que puedas o pueda dormir?
—Si tuviese otro cuarto no estarías aquí, querida. Y no veo de qué te preocupas, ya dormimos juntos una vez ¿no? —dice— Y no puedo volver a dejarte embarazada.
Se mete en la cama y, ya que no me queda otro remedio, yo también me meto. Él está mirando hacia el techo y yo me limito a darle la espalda. Esto es jodidamente incómodo.
Las sábanas huelen a él, todo en este cuarto huele a él, igual que aquella noche. En el hotel, mientras subíamos en el ascensor, todo se inundó de su aroma. Y cuando me desperté por la mañana en una cama vacía, también olía a él.
—¿Prefieres un niño o una niña? —pregunta. Me doy la vuelta en la cama para mirarlo.
—Mientras nazca sano, lo demás me da igual.
—Pues a mi me gustaría que fuese niño, así podría enseñarle a jugar al fútbol —dice sonriendo ligeramente.
—Las niñas también pueden jugar al fútbol.
—Pero no es lo mismo. Además, si es niña, tendrá a todos los hombres detrás de ella, y no.
—Y si es niño tendrá a todas las mujeres detrás de él.
—No es lo mismo
—¡Claro que es lo mismo! ¡serás machista!
—¡Yo no soy machista! —se defiende.
—Pues actúas como si lo fueses —vuelvo a darme la vuelta—. Buenas noches.
No sé cuanto tiempo pasa hasta que me quedo dormida, perosí sé que en medio de la noche me despierto con nauseas que ya tan habituales se han vuelto para mi. Me levanto y me meto rápidamente en el baño del cuarto y expulso todo lo que comí durante la cena. Esta es la peor parte de todas, odio vomitar.
Siento una mano sostener mi pelo y otra acariciar mi espalda. Louis está agachado a mi lado. Cuando por fin paro de vomitar, me levanto con la ayuda de Louis y me lavo los dientes. Él espera apoyado en la puerta.
—¿Te encuentras mejor? —pregunta. Niego y me meto nuevamente en la cama.
—Todo me da vueltas, odio estar embarazada.
—Pues... te quedan unos ocho meses.
—Ni me lo recuerdes...
Finalmente pude dormir unas cuantas horas más. Por la mañana, cuando me desperté, Louis ya no estaba en la cama. Me levanté y fui a la cocina dónde había un desayuno preparado, y al lado, una notita.
Tengo entrenamiento, estaré de vuelta en un par de horas. Te he preparado el desayuno, y más vale que te lo comas todo. Louis xx
Empiezo a comer lo que Louis me ha preparado -huevos revueltos y tostadas-, pero me detengo cuando las nauseas se hacen presentes. Odio esto. No puede ser que todo lo que como me de asco.
Después de vomitar el escaso desayuno que tomé, me ducho y me visto, y cuando veo la hora me doy cuenta de que llego tarde al trabajo. Salgo de la casa apurada y me dirijo a la primera parada de autobús que veo. Allí cojo uno hasta el centro, donde se encuentra la tienda en la que trabajo. El encargado me da una leve reprimenda por haber llegado tarde y después se mete en su despacho.
Un par de horas más tarde, un gran revuelo se forma en la tienda, y no entiendo qué está pasando. La gente se apelotona en la entrada, y después de unos minutos mi compañera, Kat, aparece de entre la multitud acompañada por... Louis. ¿Qué está haciendo él aquí?
—¡Por fin! Me he recorrido todo el puto centro comercial, tiendo por tienda, en tu busca —dice en cuanto me ve—. Y déjame decirte que estoy jodidamente cabreado contigo. Te dije que no ibas a trabajar más, al menos no mientras estés embarazada.
—Y yo te dije que no iba a renunciar a mi trabajo por un capricho tuyo.
—Llévame a junto el encargado —le dice a Cat, ella asiente.
—¡No! Louis, por favor, vete ¿sí?
—De aquí no me muevo hasta que hable con el encargado —bufo y me cruzo de brazos. Finalmente, Cat lo lleva al despacho de mi jefe.
Minutos más tarde Louis sale muy sonriente del despacho de Greg. Me mira y se encoje de hombros.
—Nos vamos a casa —dice. Lo mato.
—¿Siempre consigues salirte con la tuya?
—Sí.
—Algo me dice que me arepentiré toda la vida de haberme acostado contigo. A ver dime, ¿qué se supone que voy a hacer encerrada todo el día sin hacer nada?
—Cuidar a mi hijo —entramos en el coche y pone rumbo a su casa.
—Por lo menos podré seguir saliendo con mis amigas ¿no?
—No si eso afecta a mi hijo.
—Deja de hablar como si solo fuera tuyo, te recuerdo que soy yo la que está embarazada y sé lo que es mejor para el bebé.
Louis niega con la cabeza y continua el resto del camino en silencio.
Estoy segura de que los próximos meses van a ser muy complicados para ambos. Solo espero que podamos llevarnos bien, o al menos, que pongamos de nuestra parte y lo intentemos. Todo sea por el bien de mi hijo.