1998

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SEPTIEMBRE - 14

Frank estaba entusiasmado por llegar pronto a su casa en las montañas; hacía un recuento de todo lo que había preparado para el viaje. Dentro de los elementos básicos que requería, se encontraba; una cuchilla de afeitar, cepillo para dientes, baterías adicionales para celular; una linterna, implementos de aseo; también llevaba una botella de macallan, y suficiente ropa para el tiempo que iba a permanecer fuera de la ciudad, por cierto, también se acordó del revolver que tenía dentro del baúl.

La vida de Frank solía ser muy aclamada en un pasado. Se convirtió en uno de los mejores médicos cirujano y muy reconocido a lo largo de su trayectoria profesional. Tenía una especial peculiaridad para desenvolverse en cirugías de alto riesgo. Hace dos años cumplió su edad de retiro, su esposa había muerto algunos años atrás a causa de una bala perdida. Su plan era confirmar una familia con ella y dedicarles el resto de vida. Durante su matrimonio siempre compartieron los mismo ideales, gustos, cultura y aficiones y tenían muchos planes para realizar en sus vidas. Por desgracia eso no pudo ser; ahora Frank se encontraba completamente solo, vacío y desahuciado; yendo de un lugar a otro sin definir algún rumbo, aunque contaba con la fortuna que construyó durante su carrera profesional y que gran parte de ella planeaba donar para fundaciones de niños, y para un orfanato.

La carretera estaba despejada; aún no había oscurecido y el cielo se mantenía opaco. Una camioneta Ford andaba a un ritmo medio. La ventana abierta y música de los Rolling Stone; brisa cálida chocaba en la cara de Frank a la vez que cantaba con mucho entusiasmo. Faltaba aproximadamente 2 horas para que concluyera su viaje y se encontrara en la tranquilidad de las montañas, con una copa de Bacardí, observando desde su mirador.

Un hombre de aproximadamente 40 años de edad con un aspecto muy excéntrico y rostro barbado se detiene al asegurarse de que ya no estaba siendo perseguido. Se da cuenta que ha salido de las espesuras de los árboles y comienza a mirar para todos lados aún con el corazón latiéndole a mil. Este tipo había sido sorprendido por varios hombres cuando intentaba robar una casa que estaba entre los cerros. Posteriormente fue atacado, aunque logró librarse y emprender la huida. Estaba escupiendo al suelo con la cabeza gacha; la camiseta la tenía húmeda del sudor, el cabello desordenado, y absolutamente pasmado ante el suceso ocurrido. Observó un poco más allá entre las ramas de unos árboles lo que parecía ser una cabaña. Rápidamente recobró el aliento y se apresuró a dicho lugar.

Frank detuvo su auto ante un camino montañoso tras escuchar el sonido de unos disparos. Su actitud no fue de alarmarse sino de aprovechar la situación. Tenía claro que por tratarse de un entorno rural podían pasar ese tipo cosas. Supuso que los disparos provenían de una cabaña que alcanzaba a observar desde lejos. Su idea era preguntar sobre un atajo que anteriormente solía tomar hacia las cordilleras más altas, pero no podía recordarlo con exactitud porque hace mucho tiempo que no iba por allí. Tal vez aquí me ayuden pensó entre sí. Tocó varias veces la gran puerta en madera de la cabaña, aunque no salió nadie, persistió algunas veces, pero la respuesta fue nula. Se le hizo muy extraño que no se hallase nadie y se dirigió a la parte lateral de la cabaña; Cuando se percató que una de las ventanas estaba abierta de par en par, separó la cortina y se adentró en la cabaña con plena seguridad. Al tropezarse con un pedazo de jarrón desportillado, agachó la vista hacia el piso sutilmente, después notó unas flores entre fragmentos del jarrón y observó que en la madera del piso había un poco de yerba y tierra.

Lo que vio a continuación, lo dejó muy espantado y desconcertado. Un hombre estaba tendido en el suelo con un agujero en la frente, y a pocos metros de este, yacía en un mueble, una mujer de edad avanzada con la cabeza inclinada hacia atrás.

10 DÍAS DE TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora