Frank encogido, con la cabeza inclinada sobre sus rodillas y con las manos sujetándose los pies estaba demasiado exhausto, lo habían dejado desnudo congelándose del frío y no había podido dormir un solo instante, le fue imposible porque la luz la dejaron encendida. Totalmente desorientado se le había perdido la noción del tiempo, calculaba que debía llevar más de cinco días encerrado. El hambre y la sed que tenía era insaciable y a esto se le sumaba la fatiga por no dormir y los tremendos dolores de su cuerpo. Frank se reprimía cada vez más por dentro, lleno de rabia pensaba «Dios mío ¿qué hice para merecer esto?»
Era apenas medio día, afuera del cuarto se podía respiraba un ambiente fresco, un aire que estaba en su estado natural. Se podía contemplar las montañas verdosas, pulcras como siempre a lo ancho y a lo largo de la vista y los arboles gigantescos que se estremecían de un lado a otro sin cesar.
A continuación, entra Erick al cuarto sosteniendo un tambo y con una expresión serena.
—¡mi querido Frank! ¿Cómo amaneces? ¿Pudiste descansar?
Frank levanto la cabeza y lo quedó observando de una forma despreciable y aborrecedora.
—¡púdrase infeliz! me produce asco, sabe
—pero si te estoy tratando bien y eso que no ha venido la mejor parte. Este tambo que tengo nunca lo he utilizado desde que lo compré, es muy lindo ¿verdad? observa el brillo de su acero ¿Quieres sentir su espesor?
Frank se limitó a decir palabra. Hubo silencio un par de segundos, entonces dijo:
—¿Puede decirme la hora, siquiera?
—¿Para qué? No es necesario
—al menos puede decirme a qué día estamos (?)
—¡tampoco! Confórmate con qué tienes que someterte a mis reglas y punto.
—¡ha, si! Haber dígame, Puedo saber ¿como cuáles son sus reglas?
—como que cierres tu boca ¡imbécil! —le dio Erick un golpe con el tambo
—¡yo no maté a su mama! ¡cretino!
—cállate ¿No me escuchaste? —volvió Erick a golpearlo
Horas mas tarde Erick regresó y le dio a beber agua a Frank, no quería que muriera sin antes escuchar que admitiera que él había sido el responsable de la muerte de su madre. Esta vez quería causarle dolor con la cigüeña y vaya que era un dolor tormentoso porque lo obligaba a estarse en una posición incómoda. La cigüeña tenía una circunferencia que servía para sujetar el cuello, más otras dos que lo agarraban por las muñecas y los tobillos, inmovilizando así todo su cuerpo. Apenas Frank se encontraba sujeto a la cigüeña, con la cabeza inclinada hacia delante y las piernas flexionadas hacia el pecho, comenzó a sentir como se le contraían los músculos de su cuerpo. Erick sale del cuarto y deja a Frank con el sufrimiento de la cigüeña.
Ahora estaba reunido junto a su primo en el lugar al que siempre iban a fumar y disfrutar de una bella vista, contemplaban la gran extensión de las cordilleras y respiraban el aire fresco de su alrededor, Erick hablaba acerca de su madre, de lo especial que siempre había sido con él, simón lo consolaba, cuando por ratos se detenía y no podía continuar por el llanto, entonces Erick seguía cuando recuperaba el aliento. Hablaron sobre los pequeños detalles que hubo marcado sus vidas; la idea de conformar una familia y no dejar morir su sangre; hablaron de los tiempos duros que pasaron, de las peleas que se habían visto involucrados en los bares, de las mujeres con las que tuvieron romance, de sus exploraciones en áreas rurales, en profundidades de los bosques y de las situaciones graciosas que esto último les traía.
Tiempo después Erick regresa al cuarto, ve la forma tan aterradora como se lamenta Frank, solo queda observándolo con mucha atención, como si se alegrara de cada gesto horrendo de su cara, o como si estuviera disfrutando del dolor que Frank sentía en esos momentos. Frank intentaba deletrear palabras, pero su voz sonaba agonizante; Erick parecía entenderle "agua por favor". Lo liberó de la presión de la cigüeña, se agachó y le dijo al oído:
—solo te daré agua cuando a mí se me dé la gana
Frank sacó fuerzas de su interior y sujetó a Erick por el cuello y lo golpeó contra el cemento del suelo. Lo Había golpeado tan fuerte que hizo que su cabeza sangrara; sentía como se deslizaba la sangre por su nariz. Se lleno de mucha furia, le daba puñetazos fuertes a Frank, mientras lo maldecía una y otra vez.
—¡vaya, amigo! —exclamó Erick con tono de burla— con que te quieres hacer el duro conmigo ¿verdad?
Frank lo miraba con recelo, veía en sus ojos la maldad que escondía su cruel verdugo.
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10 DÍAS DE TORTURA
Mystery / Thriller¿Qué culpabilidad puede tener un hombre que simplemente va manejando su vehículo y se detiene al escuchar un par de disparos a la lejanía de una cabaña? Frank lo único que puede hacer entre la espada y la pared, entre el desespero y la insertudumbr...