DÍA SIETE

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Como si hubiese pasado una eternidad, como si hubiese transcurrido muchos años, Frank, abrió los ojos y se pudo dar cuenta que aún seguía vivo. Estaba atado en las manos con una cabuya, no recordaba cuando lo habían amarrado, pero por lo menos podía respirar y eso era algo que lo tranquilizaba, de momento. Imaginaba viéndose a un espejo. Su rostro demacrado y con arrugas, heridas que apenas estaban en su primera etapa y otras que ya habían cicatrizado con el tiempo. Las fuerzas de luchar se le agotaban a Frank, era como si estuviese en el coma, al borde de la muerte, o pendiendo de un hilo. Pensaba que en cualquier momento perdería su vida, que en el momento menos inesperado su torturador se cansaría, entonces no dudaría en matarlo; aunque también pudiese ser, que sea Frank quien se cansase y muriera por causa de las horribles torturas.

Frank volteó a ver a su lado izquierdo y se llevó una gran sorpresa; Erick estaba ahí. El sueño le había ganado la noche anterior. Frank contemplaba su rostro detalladamente, «parece un hombre bueno» —pensaba Frank— pero al recordar lo cruel que era con las torturas de inmediato se desvanecía su idea, pero aun así, pensó «quizás en el fondo si sea una buena persona» En un momento consideró la posibilidad de que podía escapar. Estaba atado solamente de manos y podía buscar la forma de soltarse y asfixiar a Erick a como fuese lugar, entonces cogería las llaves de su bolsillo y escaparía por el extenso bosque, correría sin pausas hasta encontrar ayuda y verse seguro, pero a decir verdad, Frank sabía muy bien que era algo que no pasaría, empezando porque por más esfuerzo que hiciese sus extremidades iban a fallarle por el pésimo estado de salud en el que se encontraba.

El despertador de Erick marcaba las 7 y cuarto; hora en la cual comenzaba su rutina diaria; regar las matas del jardín, preparar su desayuno, hacer ejercicio, entre otras cosas. Simón quedó atónito cuando vio la cama de Erick intacta, se le hizo muy extraño, nunca se levantaba antes de la hora programada, incluso a veces decidía seguir durmiendo y levantarse mucho más tarde. —¿ por Dios donde estarás metido?— Indagó simón en voz alta. Tuvo la idea de ojear por debajo de la cama, también revisó todos los rincones de la Cabaña pero no encontró a Erick. Le quedaba un último lugar por buscar, pero pensó que era imposible, que Erick se hallase en el cuarto trasero de la cabaña y para su sorpresa fue así, quedó muy desconcertado cuando abrió la puerta, observó a Erick tirado en el suelo junto a Frank y al instante corrió hasta donde estaba.

—¡Erick! ¡Erick! —exclamaba simón con desesperación al no entender lo que sucedía —¿qué le has hecho? —se volteó simón hacia Frank, amenazando con golpearlo

—no le he hecho nada, solo se quedó dormido

—¡Erick! —decía nuevamente simón— ¡despierta! ¡vamos! ¡despierta!

Erick abría los ojos muy lentamente, después trataba de asimilar la situación en la que estaba, entonces se llevó las manos a la cabeza y recordó que se había quedado dormido.

—qué idiota soy —dijo Erick

—¡menos mal lo dejaste bien atado primo! —decía simón con una pizca de ironía

—necesito agua por favor —habló Frank de forma arrogante

—¡cállate! ¡cállate!

—juro que no los entiendo —hablaba Frank— quieren escuchar la verdad y no son capaces de brindarme un maldito vaso de agua ¿qué les cuesta? ¿en realidad quieren saber, qué fue lo que sucedió? ¿quieren enterarse quien mató a la mujer? pues si me terminan matando nunca sabrán la verdad, tan siquiera ¿pueden tomarse el tiempo para escucharme cinco minutos?

Ahora Erick y simón se lo pensaban dos veces, ahora sabían que de alguna u otra forma las palabras de Frank tenían mucha lógica, se estaban excediendo y a esa marcha iban a terminar quitándole la vida.

—puede que tengas razón —decía Erick con cierto orgullo— pero si llego a sospechar en lo más mínimo, que tratas de evadirte y decir mentiras para salvar tu pellejo no voy a dudar en matarte ¿entiendes?

—por supuesto que le entiendo —contestó Frank

en la soledad y profundaoscuridad que rodeaba a Frank, sus pensamientos se multiplicaban cada segundo.se sentía tremendamente agitado y nervioso. Temía que el relato que iba acontarle a Erick no le convenciera. Se jugaba su vida, tal vez esa era la únicaoportunidad de salvarla. Un chance para que todo volviera a la normalidad.

10 DÍAS DE TORTURADonde viven las historias. Descúbrelo ahora