I

633 28 2
                                    



1

2

3

4 bofetadas esta vez. Dos más que la vez pasada.

Ya me sentía el rostro adormecido, mi cabeza dolía y mi mirada estaba empañada...

Solo oraba porque Alía no despertara por el ruido.

-Gracias a Dios los papeles están casi listos, no soporto verte la cara de perra.- Acto seguido escupe sobre mi rostro como si el acto anterior no hubiese sido lo suficientemente denigrante.

Yo apenas podía seguir respirando. Cualquier esfuerzo que intentara hacer por moverme o hablar era inútil. Desde hace 4 meses es lo mismo cada vez que llega de sus viajes del trabajo... si tan solo hubiera imagino esto 9 años atrás todo fuera tan diferente.

-Y de mi no verás un centavo zorra infeliz, mira a ver como sigues abriéndole las piernas a tu jefecito para que te haga un aumento para que tú y tu hija puedan sobrevivir.- Mi cuerpo yacía recostado de uno de los taburetes de la habitación. En esta ocasión me pegó porque mientras estuvo de viaje la vieja cerradura de la puerta de la casa y no le avisé.

Vaya suerte.

Las humillaciones han venido luego del nacimiento de Alía. Mi contextura cambió y mi cuerpo se llenó de estrías y celulitis, sin contar que hace dos años no hay ningún contacto sexual. Solo maltrato psicológicos por su parte y ahora físico.

¿Qué por qué no lo denuncio?

Soy una cobarde, todavía busco el más mínimo acto de humanidad por su parte, la más pequeña caricia... aún espero a mi esposo.

Desde el segundo nivel de la casa escucho la puerta cerrarse con fuerza. Se ha ido y al mismo tiempo quedo inconsciente. 

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora