El huracán finalmente pasó, menos para mí.
Hace dos semanas fue mi cita con Alessandro y desde entonces no había hablado con él. ¿Por qué dijo que me quería? No me detuve a discriminar todo el vino que tomamos esa noche ni que él se había vuelto vulnerable al contarme lo de su pequeño.
Habían sido semanas difíciles, la compañía había tenido mucho trabajo, Lena se encontraba más maternal de lo que no debería de estar y ya casi me estaba quedando loca. Por otro lado, Alessandro si había intentado llamarme en diferentes ocasiones pero no fui capaz de tomar el celular. La noche que me llevó hasta mi casa no dije nada al despedirme a parte de un seco ¨gracias¨ el por su parte no dijo nada.
Me encontraba tan sumida en mis pensamientos que no logré darme cuenta cuando Lena entró a mi oficina y me miraba con desdén.
-Ese teléfono lo tienes que contestar algún día, Dana.- Su arte para sermonear se hace presente y yo solo ruedo los ojos.
-No estoy para escucharte Lena, no hoy.- Me atrevo a decir a sabiendas que esto no representa un alto para ella.
-¿Entonces cuando?- Se cruza de brazo y yo le doy un sorbo a mi ya frío café intentado esquivar su mirada.- El no merece eso, conoces su historia y sabes por lo que ha pasado. No es justo que ahora lo rechaces.
-Lo que no es justo para mi es que jueguen conmigo Lena, habíamos tomado mucho vino y es cierto que me contó las cosas más dolorosas de su vida, ¿sabes? Yo no le pedí que lo hicieras.- Digo sintiéndome alterada. Mi amiga no parece querer doblegarse.
-Estás siendo injusta.
-No le daré el lujo a nadie de que me hiera. Fueron nueve años de tortura y humillación y siquiera mis heridas han sanado. No soy una mujer que podría pertenecerle a alguien como él.- Contesto poniéndome de pie y apoyando las manos sobre el escritorio.
-¡Tú no sabes lo que él quiere, por Dios!- Sus manos se alzan con euforia y cierro los ojos por instinto. Ella nota mi miedo.- Lo siento, Dana; sabes que nunca me atrevería a hacerte daño.- Su abrazo me envuelve y me siento abrumada.
-Solo déjalo Lena, por favor.- Sus ojos acuosos se alejan mientras me mira. Si no estuviera embarazada se que quizás seguiría defendiendo su posición.- Tengo trabajo que hacer, nos vemos a la hora del almuerzo.
Y otra vez me quedo sola.
Aún seguía estando en la casa de mi padre por lo menos hasta fin de mes; el sábado pasado tanto mi padre como Alía y yo fuimos a visitar la tumba de mi madre. Papá sintió la necesidad de hablar con ella por última vez antes de según el iniciar de nuevo. Sonrío ante el recuerdo. Hoy sería la cena con la mujer que mi padre había conocido en el supermercado y eso lo tenía ansioso y también era por lo que debía salir más temprano de la oficina.
Se preguntaran por qué un lunes... bueno, según mi padre no se podía dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, un lunes.
Para la hora del almuerzo, Lena y fuimos a una plaza y comer allí. Según ella las hamburguesas la habían hartado.
-Sabes, independientemente de que seas una boba te ves radiante.- Su mirada se posa en mi de la forma más tierna.
-Recuerda que eres mi amiga, no mi madre. Basta de ensayar conmigo.- Paso mi brazo sobre sus hombros y reímos.
-Es cierto, te ves bien.- Asegura ignorando mi broma.
-Gracias.- Le devuelvo la sonrisa y nos ubicamos para hacer la fila.
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Estrellas en tu piel
Romance¿Cómo puede definir una mujer de 33 años el amor? Cuando este ¨sentimiento¨ ha sido opacado por cada uno de los que por su vida han pasado... Contiene escenas de: -Sexo -Violencia física, verbal y psicológica **NO APTA PARA MENORES** PROHIBIDA C...