II

348 26 0
                                    



-¿Otra vez te has vuelto a caer mamá?- Pregunta Alía con sus ojos siempre brillantes y llenos de inocencia. Asiento.- ¡vaya! Si que eres torpe.- Trato de sonreír mientras una vez más cubro con cientos de capas de maquillaje todos los moretones que me quedan para ir al trabajo. Todo mi cuerpo duele ya que amanecí en la misma postura que cuando perdí la conciencia; no sé cómo pude despertar a tiempo esta mañana cuando sentía como si me fuese a romper en cualquier momento.

-¿Ya estás lista nena?- pregunto otra vez con una sonrisa y mi hija afirma fugaz. Toma su mochila junto a donde lleva el almuerzo y juntas salimos del departamento.

Al bajar, veo algo de alboroto fuera de la parte en donde están los parqueos.

-Me quedaré aquí a esperar a que la dueña baje y así podré disculparme y llegar a un acuerdo.- El dueño de aquella voz gruesa queda cubierto por el cuerpo del valet parking quien parece reclamarle al hombre misterioso.

Unos pasos más afuera de la recepción, veo como la parte trasera de mi auto está desastrosamente golpeada y detrás un super coche gris con el bonete alzado.

Un mal comienzo

Mi boca se abre en una perfecta O al ver aquello mientras escucho al chico decir que la dueña acaba de llegar.

-¿Cómo demonios ha pasado esto?- Exclamo con un deje de rabia. Solo esto faltaba.

-Señora, lo siento. Soy Alessandro Calventti, yo he sido el responsable de esto y me haré totalmente cargo de la reparación del auto. -Mi mirada ahora se enfoca en el responsable de todo este caos y bueno... definitivamente es todo un hombre...

-Mami llegaremos tarde...- Alía dice tirando de la falda tuvo que llevaba puesta.

-Si amor, lo siento.- Paso la mano por mi pelo con frustración. Respira Dana, solo respira.- Espero que sea responsable señor y pague por los daños hechos a mi vehículo.- Por más de la apariencia impecable de ese hombre no estaba con la cabeza de ponerme a repasar cada una de sus cualidades físicas, más bien solo pensaba en cómo llegaría a tiempo al colegio de Alía y luego a mi trabajo. Saco una tarjeta de mi cartera y se la paso.- Cuando esté mi auto arreglado llame aquí. Por ahora no me interesa saber que lo llevó a dejar mi carro de esta manera pero me debe una explicación.

Su mirada gris posó en todo mi rostro y por un momento me sentí bastante intimidada... y avergonzada, ¿se habrá fijado en los golpes? Sacudo mentalmente mi cabeza y desecho esos pensamientos.

-Alberto, ¿serías tan amable de pedir dos taxis para mi, por favor?- El joven asiente y va de inmediato a la recepción a hacer lo que le pedí.- Bien nena.- Hablo esta vez dirigiéndome a la niña.- Tendrás que irte solita hasta el colegio, y no te preocupes, seguiré todos tus pasos así que nada va a pasarte. Pasaré por ti como siempre a la misma hora, ¿de acuerdo?- Esta asiente mientras Alberto me confirma el pedido.

-Perdón, señora Aguilera, pero creo que lo menos que puedo hacer por usted es llevarla. – Otra vez fijo mi mirada en aquel imponente hombre de traje azul y ojos grises.

-ja- mofo- Disculpe señor, pero aparentemente estamos en la misma situación- digo señalando su auto que había comenzado a soltar humo.- Así que no se haga el gracioso.

-No, la verdad es que solo estoy aquí para ver que a pesar de todo su día pueda ir bien y poder hacerle saber que me haré responsable de los daños pero las camionetas de mi seguridad privada esperan por mí en aquel lado de la calle. – Señala (insolente) a unos metros más delante de nosotros dos TAHOE aparcadas y dos hombres vestidos totalmente de negro esperando justo al cruzar la calle. Lo que me faltaba, todo un ricachón prepotente.

- Ah...- Esnifo.- De igual forma no, señor Calventti. Gracias, pero esperaré a que el servicio de taxi que pedí llegue.-

-Insisto, como una muestra de disculpa, permita que unos de mis seguridad lleve a su pequeña al colegio y yo la llevo a su destino y así no pierde más tiempo.- Dudosa analizo la situación en la que me encuentro y veo deduzco que es hasta más confiable quizás que el servicio de taxi. Así que termino por aceptar sin más remedio.

Espero no arrepentirme de esto después...

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora