VI

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Alessandro

-Fue un poco complicado pero lo hemos encontrado, señor.- Dice Tony del otro lado de la línea mientras hago añicos un pedazo de papel en mi mano.

-Muy bien Tony, sabes que tienes que hacer. Mantenme informado. – Cierro la llamada y otra vez un sinfín de pensamientos invaden mi cabeza.

¿Por qué le tiene que suceder esto a ella?

¿Por qué me importa?

El sonido de mi celular acalla la avalancha de pensamientos que habían invadido mi cabeza.

Rafael

-Pensé que ya no recordabas que tenías amigos...- Digo con sorna y puedo escuchar su risa del otro lado.

-Siempre estás ocupado, no puedes exigir lo que no das.- Punto a su favor.

-jajaja... ¿Qué hay de nuevo bandido?-

-Sofía y yo haremos un almuerzo para el próximo sábado queremos hablar de algo y te llamo para invitarte querido amigo.-

-Si eso es lo que quieres ahí estaré.- Contesto.

- Excelente, Sofía estará feliz de verte.-

-Bien, ¿algo más?-

-¿Te casarías conmigo? Para así matarte luego y cobrar tu seguro de vida más todos tus bienes- La carcajada que lanza hace que despegue por reflejo el celular de mi oído.

-Más viejo te haces y más imbécil. Cuídate, hasta entonces.- Su risa contagiosa hace que imite el acto.

-Adiós.

Dana

-También es un gusto verte, hermana.- Contesto con sarcasmo y el rostro de mi padre cambia al ver que las cosas (como siempre) se tornaron pesadas.

-Wow... se te está poniendo complicada la vida de casada, te ves... abatida- Entorno los ojos y vuelvo mi vista hasta mi padre quién entretiene a Alía en su regazo.- Preparé pastas para comer.- Avisa y los ojos de mi pequeña brillan puesto que es su comida favorita.

-¡siii!-Exclama de felicidad la niña.

-Vamos mocosa, acompáñame a terminar lo que falta.- Por lo menos con Alía es más dulce a su manera. Mi hija, gustosa se va con su tía dejándome sola con mi padre.

-¿Qué tal el trabajo pequeña?-  Inicia la conversación mi padre.

-Pues, muy bien. El negocio que tenemos Federico y yo también va bien...- Contesto y noto la pena con la que me mira.

-¿Y tu vida, también va bien?- Toma mis manos entre las suyas y su mirada se fija en mi rostro.- Desde aquí puedo ver tu alma rota. ¿De qué se está ocultando mi pequeña mariposa?- Mis ojos se empañan al recordar cómo me llamaba cuando era una niña. Trata de secar la lagrima que comenzaba a resbalar por mi mejilla y en su pulgar se lleva algo del maquillaje que cubría los moratones en mi rostro.- ¡No puede ser!- Exclama y le pido que se calme, el no se llevará del cuento que le invento a Alía para ocultar que su padre me golpea.

-Papá, solo déjalo...

-¿Tienes que estar loca, verdad?- Exclama pero en voz baja.- Yo le prometí  Dahiana cuidar de ambas, Dana; y eso haré hasta que me quede pulso. O le buscas una solución a esto que le llamas matrimonio o yo tomaré las riendas, soy tu padre, nunca podrás mentirme o prohibirme nada. Estás advertida.

Se levanta de la silla donde estaba sentado y se va si decir absolutamente nada más para el área del comedor donde ya María y Alía esperan para almorzar.

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-¡Mamá! ¿No te entrarás conmigo?- Pregunta mientras nada en la alberca que yacía en el patio de la casa de mi padre.

-No amor, estoy bien así.- Contesto desde uno de los sofás alrededor.

-Vamos, éntrate. ¿O tienes miedo de que tus kilos de maquillaje se te pierdan y enseñes lo vieja que te ves? ¿O que flotes por todas esas libras? - Dice sentada en uno de los bordes. Justo cuando voy a contestar mi padre aparece.

-María, basta. Deja a tu hermana en paz.- Ella es quien entorna los ojos esta vez y se mete al agua sin contestar nada más.- Lamento lo de hace un rato, pero ahora que eres madre sabes que los padres estamos dispuesto a hacer cualquier cosa por el bienestar de nuestros pequeños.- Asiento totalmente consciente de que lo que dice es cierto.

-Lo sé papá. Ya el divorcio está en proceso, no quise decirte nada antes porque no quería que me vieras como una fracasada y para que María no terminara de agotar la tolerancia que me queda. Lo traté de evitar para no perder mis acciones en el negocio que ambos tenemos pero el hizo lo imposible para que eso sucediera hasta que logró quedarse con todo.

- ¿Y por qué no lo demandas por violencia física...? Tengo buenos amigos en la corte-

-No papá, no quiero que Alía termine de crecer con un padre en la cárcel. Cuando termine el proceso del divorcio pediré un orden de alejamiento y hasta ahí.

-Mereces lo mejor del mundo hija, y espero vivir para verte disfrutar de ello.- Dice luego de mirarme por algunos segundos.

Sin querer pienso en Alessandro.

Pero ese hombre es un sueño.

¿Cómo se podría fijar en alguien como yo?

Fracasada.

Bajo la cabeza pero asiento para conforma a mi padre y hasta sonrío.

Unas horas después estábamos de camino a casa, hoy se supone que Federico no llega a dormir lo que implica paz a mi alma.

-Mami, tengo sueño- Tomo a la pequeña entre mis brazos y me dispongo a entrar hasta la recepción donde se encuentra Alberto.

-Señora Aguilera, le prometo que no dejaré que nadie vuelva a subir hasta su casa sin su consentimiento. Su esposo ya me ha advertido y no quiero perder mi trabajo- Su voz nerviosa lo delataba apenado.

-No es un problema para mí, y no te preocupes por mi esposo ni por tu empleo. Todo está bien, ¿sí?- El asiente y yo continúo con mi caminata hasta el ascensor con Alía dormida en brazos. Vaya prueba.

Mi celular empieza a sonar y busco entrar rápidamente para poder contestar.

-¿Señora Aguilera?- La voz de una mujer se alza del otro lado.

-Así es.- Respondo algo incrédula mientras dejo a Alía en el sofá.

-Su esposo está en el destacamento de la Oeste.

Estrellas en tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora